

¡Mamá nos ha dado tanto! Esta vez una empresa de envío de flores a domicilio decide hacer una publicidad por el día de la madre con el objetivo de vender más flores, naturalmente. Sin embargo, más allá de que nos resulte más o menos evidente el interés comercial, se convierte en un merecidísimo homenaje a la madre, a todas las madres.
Es que es muy difícil hablar de las madres y no ponerse sentimental y tierno. De nuestras madres hemos recibido el amor más desinteresado, más entregado, mas completo y (muchas veces) más injustificado. Entonces, cada vez que alguien nos habla de Mamá, nos ponemos melancólicos y «cariñositos».
Mamá nos recuerda cuando éramos pequeños, teníamos miedo y no existía un lugar más seguro en el mundo que sus brazos. Sus besos calmaban todos los dolores, su saliva nos lavaba y nos curaba, y sus cantos, sus cuentos o su risa nos parecían los mejores espectáculos del mundo.
Tener que hacer un homenaje a las madres a todas las madres en su día, es una tarea extraordinariamente fácil para mí. ¿Por qué? porque tuve una mamá que fue enorme, gigante, y que me enseñó a amar a mi otra Madre más que a ella misma, (así de desinteresadas son las mamás).
Y como quiero hacer este pequeño homenaje a todas las madres, a cada madre del mundo, lo voy a hacer pensando en Ella, Nuestra Madre del Cielo, la que transmite sus dones a quienes se los piden con una entrega y generosidad sin límites, como corresponde a una madre.
Una mamá es mamá mucho antes de que sus hijos nazcan
Ella aceptó ser la Madre del Verbo Eterno, como cada madre, que ama a sus hijos e hijas desde el mismo momento en el que sabe que va a ser madre. «Hágase tu voluntad» dijo María. Y es lo mismo que dice cada Madre cuando pasa a través del embarazo y los dolores del parto.
Ya prácticamente no vivirá para ella, sino para su hijo, para sus hijos, hasta el último día de su vida. La capacidad de amor y entrega que tienen las madres es, como dice la publicidad la fuerza que hace girar al mundo. Y las madres que no pueden concebir, que no reciben el don de la maternidad «carnal» también viven esto, cuando buscan con un amor sin límites poder dárselo a quienes por cualquier circunstancia difícil no pudieron conocer a sus madres.
Mamá ve todo lo que necesitamos, siempre
¿Nunca les pasó que Mamá vino, los abrazó fuerte y les dijo una frase que solo Dios podría haberle revelado? (Las mamás hablan todo el tiempo con Dios sobre nosotros) Como en las Bodas de Caná, Mamá se dio cuenta que los novios no tenían vino. Y aún sabiendo que el que llegara «su hora» era sinónimo de que su corazón iba a ser atravesado por siete espadas, como se lo había profetizado San Simeón, pidió que se adelantara ese momento.
Porque una mamá está dispuesta a sufrir lo que sea con tal de no vernos mal, tristes, preocupados o que no nos falte el «vino» de la alegría. Y eso hacen todas las mamás. Ellas siempre eligen el pedazo más pequeño de la comida, ellas siempre están dispuestas a pasar hambre o penurias para que a nosotros no nos falte nada.
Ella nos busca cuando nos perdemos
Puede ser que nosotros nos perdamos. En la vida, nunca estamos seguros de lo que nos puede pasar. Ella nos va a ir a buscar, hasta las mismas puertas del Infierno si es necesario. Porque las madres no quieren que sus hijos se pierdan, y mueven «cielo y tierra» para buscarnos, y para poder traernos de nuevo cerca de su corazón, que es lo más cercano al cielo que podemos estar en la tierra.
El amor de una madre busca a sus hijos no importa lo lejos que se hayan ido. Y siempre pueden perdonar. He visto las madres de criminales peligrosos entender y cuidar a sus hijos en la cárcel como si nunca hubieran hecho nada. No digo que esté bien, pero ¿cómo frenar el amor de una madre?
Las madres están siempre cerca en nuestros dolores
Cuando vi la película «La Pasión» basada en las visiones de Ana Catalina Emmerich, me conmoví demasiado y comprendí por qué en los misterios dolorosos contemplamos los dolores de Jesús, pero también contemplamos los dolores de María.
La escena en la que Nuestro Señor cae por primera vez y María recuerda cuando, aprendiendo a caminar se caía me pareció de una especial ternura. Es que para una madre, ningún dolor de sus hijos es pequeño, y ellas se preocupan de todos nuestros dolores. Tienen una batería de remedios no aprobados por ningún ministerio de salud del mundo, pero que cura mucho más que cualquier remedio patentado en el mundo: el amor de mamá verdaderamente cura.
Festejar estos días para mí, que tengo ahora a mis dos Mamás en el cielo, pensé que iba a ser un tema doloroso o triste, pero sin embargo, nuestras mamás se van al cielo no a descansar (una madre nunca descansa) sino a cuidarnos mejor. Dios que es Papá, descubre que extraña mucho a su hija, se la lleva al cielo, y tiene allí a todas las mamás del mundo.
Todas las mamás que lo han sido alguna vez en la historia, molestándolo por tonterías, por nimiedades, pero como Jesús no se puede resistir a lo que una mamá le pida para sus hijos, entonces les permite cuidarnos mucho mejor desde el cielo.
Vayan estas sencillas y humildes palabras en homenaje a todas las mamás del mundo. A las que fueron, a las que lo son, y a las que aún no pudiendo serlo, tienen un corazón generoso y maternal para curar y sanar el mundo, y para mantenerlo en movimiento.
Porque el amor mueve el mundo. Y ¿qué mejor lugar para el amor que el corazón de una mamá?
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