

Desde el año 2021, la Iglesia católica, por orden del papa Francisco, viene realizando el Sínodo de los Obispos «sobre la sinodalidad de la Iglesia». A diferencia de los sínodos celebrados anteriormente, este tiene su particularidad en varios puntos.
Para entender mejor de qué hablamos al referirnos al sínodo y a la sinodalidad, te quiero compartir este artículo.
Aquí te explico la particularidad del sínodo 2021-2023 que ha entrado en su etapa final. Te invito a que lo leas y me acompañes con las siguientes reflexiones y puntualizaciones sobre este tema.
¿Qué significa «sínodo sobre la sinodalidad»?



En sí mismo, el Sínodo de los Obispos ha sido una asamblea entre los obispos y el Santo Padre. Tiene por objetivo dialogar acerca de los retos que la Iglesia enfrenta en el mundo y cómo lidiar con ellos. Su instaurador, el papa san Pablo VI, deseaba nutrir la labor apostólica petrina y de la Iglesia de tal manera que pudiera entender mejor las necesidades del pueblo de Dios al que sirve.
Ahora, para entenderlo mejor, vale la pena aproximarnos desde una breve definición que nos dará una buena luz sobre qué es propiamente un sínodo. De hecho, la palabra «sínodo» nos lo señala suficientemente: en griego, «sínodo» significa «caminar juntos».
Con esta simple definición, nos damos cuenta de que los sínodos, más importante aún, la intención de los Papas, siguiendo a san Pablo VI, ha sido la de unirse plenamente al pueblo de Dios, entendiendo que el camino hacia la Salvación traída por Nuestro Señor Jesucristo nos involucra a todos.
Si nos involucra a todos, esto exige de parte de la Iglesia una actitud de escucha activa, que es lo que quiere el papa Francisco especialmente.
¿Es cierto que el sínodo de la sinodalidad debilita la autoridad de la Iglesia?



En medio del mundo mediático, ha surgido, y no sin falta de razón, cierta preocupación sobre el hecho de que los sínodos han debilitado y puesto en cuestión la autoridad de la Iglesia como institución directora del pueblo de Dios hacia la Verdad revelada por Cristo. Sin embargo, si nos atrevemos a ver un poco más allá, descubrimos que, en realidad, la autoridad de la Iglesia no se ve debilitada en lo más mínimo.
Me explico. En el fondo, la sinodalidad que adoptó la Iglesia a partir de san Pablo VI, pero que ha tomado mucha fuerza con el papa Francisco, no implica un debilitamiento de su autoridad, porque no se trata de dar autoridad a otros. En cambio, el sínodo es precisamente esa escucha activa que se necesita, con la confianza de que el Espíritu Santo está realmente presente en medio de toda la Iglesia y que la dirige hacia puerto seguro.
Recordemos cómo Nuestro Señor dijo en los Evangelios: «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran pedir, mi Padre que está en los cielos se lo concederá. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 19-20). Así, entonces, podemos reconocer que los papas, pero especialmente el Papa Francisco, se han tomado en serio estas palabras del Señor y han entendido que, para mejor discernir la dirección a la que sopla el Espíritu, es necesario escuchar a todos, para tomar las mejores decisiones.
Con lo anterior nos podemos atrever a afirmar que si todos nos unimos, en una actitud de escucha activa (de escuchar realmente al Espíritu Santo y no a nuestros propios fines humanos), podemos comprender mejor la moción de Dios para la Iglesia y el pueblo de Dios.
Por otra parte, valdría la pena recordar que la autoridad de la Iglesia proviene, en realidad, del mismo Cristo. Él la instituyó como administradora y cuidadora de la Verdad revelada por Él a través del Espíritu Santo.
La Iglesia, por mandato de Cristo, es la custodia de esta Verdad y los obispos, en unión con el papa, son sus intérpretes autorizados. Sin embargo, esta Verdad revelada debe ser estudiada, cuya función recae en los teólogos que nutren nuestra comprensión de ella.
Por otra parte, esta Verdad revelada está ya completa como lo sabemos. Pero nuestra comprensión de Ella progresa a medida que todos, como pueblo de Dios, como Iglesia, maduramos en la fe. Para esto, me apoyo en el mismo santo Tomás de Aquino.
Él afirmaba que la Revelación venía siempre en forma de cascada (Gilson, El Tomismo, 1978). Asimismo, el papa san Juan Pablo II, en Fides et Ratio señaló que nuestra comprensión de la Revelación era, también, progresiva.
Esto no debe resultar sorpresivo pues para nadie es un secreto el hecho de que siempre hay espacio para mejorar. Volviendo con santo Tomás de Aquino, recordemos que todo ser humano no es perfecto, pero sí perfectible. En otras palabras, como decíamos, siempre puede perfeccionarse. Esto, indudablemente, incluye dicha comprensión de la Revelación.
¡Juntos podemos más!



En este orden de ideas, me parece importante el paso que la Iglesia está dando con este sínodo sobre la sinodalidad de la Iglesia. En cierto sentido, esto permitirá que comprendamos mejor aquellas palabras de Cristo cuando dijo: «misericordia quiero, que no sacrificio». El sínodo es el camino que Dios ha escogido para que la Iglesia extienda su Amor hacia todos sus hijos, por los que dio la vida en la Cruz.
Ahora, esto no implica que esté en juego la doctrina ni los lineamientos morales objetivos. Y esto no se puede enfatizar lo suficiente: los mandamientos están claros y esto no puede (ni debe) cambiar.
En este sentido, resulta urgente que comprendamos que el sínodo no es una propuesta para cambiar estas cosas. Al contrario: para entender mejor cómo la Iglesia puede ayudarnos a todos a alcanzar la santidad. ¡Ese es el llamado universal para toda persona!
Esto refuerza la urgencia que hay de «caminar juntos». El mismo san Juan Pablo II, en medio de sus esfuerzos por comprender al ser humano, comprendió que era importante tener en cuenta la experiencia individual de cada persona, sin que esto signifique, claramente, un olvido del marco objetivo (los valores morales objetivos de los que la Iglesia es cuidadora y maestra nuestra).
Todos, sin excepción, estamos llamados a la santidad. Y siguiendo con san Juan Pablo II, debemos entender que el camino hacia dicha santidad es único para cada ser humano. Dios no nos hizo en masa, sino que nos creó a cada uno por separado, pensando en cada detalle con el que permitió que vivamos.
El punto de todo esto, y del sínodo, es ayudar a cada individuo a que pueda comprender las exigencias particulares de su camino a la santidad. Dios nos llama a cada uno por nuestro nombre, es una relación «de tú a tú» y, en ese sentido, podemos unirnos como pueblo de Dios, para ayudarnos mutuamente en el descubrimiento de nuestro camino particular. Así podemos comprender la urgencia y la necesidad del sínodo; más aún, de la sinodalidad de la Iglesia.
«No teman, que yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo»



Para cerrar estas breves reflexiones que te he querido compartir, me parece importante traer a la mesa las palabras de Nuestro Señor, el verdadero Dueño de la Viña, que nosotros llamamos pueblo de Dios. Cristo nos dijo, a través de los apóstoles, que no debíamos temer, pues Él estaba con nosotros. Esto debe llenarnos de confianza y esperanza, pues ¿qué ser humano puede contra Dios?
Cristo camina con su Esposa la Iglesia y la cuida de forma segura y certera. Nosotros somos instrumentos del Señor y nutrimos a la Iglesia. Esto hace recaer cierta responsabilidad sobre el impacto que nuestras vidas individuales tenga sobre la sociedad. Esto hace muy necesario el camino sinodal, precisamente para que sepamos entender mejor el camino que Cristo quiere.
Pero más importante que todo es que si decimos tener fe en Dios, ¿de qué nos preocupamos? ¿No dijo Nuestro Señor que «las puertas del infierno no prevalecerán» sobre la Iglesia? Como dijo el Buen Jesús (para usar una expresión de santa Catalina de Siena) al jefe de la sinagoga: «no temas, tan solo ten fe» (Mc 5, 36).
🙂
Ojalá y todo esté bien y sea ala voluntad De Dios aunque tristemente vemos cada vez mal todo ahora Nuestra Santa Iglesia celebrando esa fiesta tan nefasta del demonio y disfrazada, teniendo tantos meses para comer Dulces .
Muy buen artículo… pero cuando uno lee todas las desviaciones del sínodo alemán y como hacen todo tipo de propuestas desviadas de la enseñanza uno no puede menos que mirar con cierto recelo esta reunión.
La verdad lo escuchaba pero no lo tenía claro!! Exelente interpretación explicación..
Gracias 🙏🏽