sínodo de los obispos

Ha salido hace pocas horas la noticia de que 70 laicos, entre ellos un elevado número de mujeres —por petición explícita del Papa—, tendrán la oportunidad de votar en el próximo sínodo de los obispos. Para que eso sea posible, fue necesario hacer unas modificaciones en las normativas. Ante esto, me he puesto a pensar en varias cosas. ¡A ver si tú ves lo mismo! Déjame tus opiniones en los comentarios.

Laicos en el sínodo de los obispos… ¿es un buen momento?

Tengo que ser sincera contigo, esta noticia viene con un poco de dulce y amargo al mismo tiempo. Sé que es bueno que las mujeres tengan más presencia en algunas instancias de la Iglesia y que los laicos, tanto hombres como mujeres, debemos ser escuchados por la jerarquía eclesiástica (recuerda que la jerarquía en la Iglesia no es de poder, sino de servicio).

Sin embargo, creo que en este momento, más que verse como algo bueno, se está entendiendo como un derecho que nos hubiera sido negado. La verdad es que si la jerarquía es de servicio y se viviera como tal, no creo que fuera necesaria la presencia de los laicos en un sínodo que, como su nombre lo indica, es de obispos.

Lamentablemente, cuando entramos en las dinámicas del mundo y creemos que la jerarquía es de poder, nos sentimos oprimidos, rechazados y excluidos de nuestra madre que es la Iglesia.

Siempre hay dos caras de la moneda y en temas como estos siempre es posible que nos equivoquemos con nuestras apreciaciones. Yo te hablo desde mi realidad eclesiástica, si tienes otra, créeme que me gustaría leerte.

Es verdad que en algunas realidades los laicos no somos escuchados, pero también hay veces en las que decimos cosas que no están en coherencia con las enseñanzas de la Iglesia.

Por eso es tan importante la formación católica en todos los niveles. Es fundamental que todos descubramos cuál es nuestro lugar en la Iglesia. ¡No hay funciones ni más ni menos importantes! Todos tenemos un lugar enmarcado por la llamada universal a la santidad.

La santidad como verdadero poder

Si todos estamos llamados a ser santos, ya no es una cuestión de poderes, fuerza, división entre hombres y mujeres, o lo que podemos o no hacer. Si somos santos, el mundo arderá con el amor de Dios.

Cada uno encontrará su lugar y su servicio en la vocación propia. No nos dejaremos caer en la tentación que nos marca el mundo de querer sobresalir por encima del otro, ser más o menos famosos, importantes, reconocidos o amados.

Sé que lo que te digo es difícil y más en la actualidad, pero no olvidemos que Jesús permanece en medio de nosotros. Oremos y pidamos a Dios que envíe su Espíritu para que la Iglesia camine hacia la luz de la Verdad. Que nos oriente a todos hacia el anhelado encuentro con Jesús, el amor de los amores, que no vino a ser servido sino a servir.