Un proceso sinodal es difícil de entender porque no es una reunión de políticos y científicos. Tampoco un Parlamento. El sínodo nace de la Iglesia y tiene una misión y una dimensión evangelizadoras. Como el Papa ha señalado, es un trabajo de comunión guiado por el Espíritu Santo. Y, como en todas las asambleas, algunas opiniones no coinciden, a veces los comentarios, posiciones y declaraciones no son las más afortunadas. Es normal en un proceso del tipo. 

1. Hablemos del Concilio Vaticano II

Se puede decir que a partir del Concilio Vaticano II, la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo ha florecido. Es todavía largo el camino que le queda por recorrer. Y por eso se deben revisar los medios, abrirse al debate para estar en constante evolución.

Los caminos guían a la Iglesia a ser cada vez más para las personas, no para sí misma. En los últimos años, la disminución de vocaciones religiosas misioneras está poniendo en peligro la presencia de la Iglesia Católica entre los pueblos indígenas de la Amazonía.

Ya desde la Conferencia de Aparecida se admitió este problema: «por un lado, muchas personas pierden el sentido trascendente de sus vidas y abandonan las prácticas religiosas, y por otro lado, que un número significativo de católicos está abandonando la Iglesia para pasarse a otros grupos religiosos».

El pontificado de Francisco ha resaltado el desafío del Amazonas para la Iglesia, y eso está provocando una rápida reacción en varias congregaciones religiosas que están retornando, repensando o reorientando su misión en el territorio. El Sínodo quiere responder al reto de Aparecida de relanzar con «fidelidad y audacia» la misión de la Iglesia en la Amazonía.

2. Voces discordantes

Algunos medios de comunicación han cubierto opiniones individuales de algunos peritos y Padres Sinodales. Casi siempre difieren del debate en el seno del Sínodo, donde se analizan las motivaciones y oportunidades de varias hipótesis desde la sinodalidad.

Con independencia de que en el Sínodo se debata la cuestión de la posible ordenación de «viri probati», (personas probadas y de mucha honestidad que, aunque estén casadas, tienen llegada en esos pueblos). Está claro que se están abordando otros temas importantes, haciéndolos visibles a la sociedad en general y mostrando al mundo el rostro de la Amazonía en su totalidad.

Pese a las voces alarmistas que se hicieron escuchar durante los días anteriores, no está pasando nada terrible en el Sínodo. Al contrario, los padres conciliares están siguiendo los dos temas principales que para este Sínodo señaló el Papa Francisco son: la evangelización de la Amazonia, con particular atención a la población indígena, y la ecología integral.

La reflexión sinodal sobre la evangelización quiere responder a la realidad de la Iglesia en la Amazonia donde las comunidades cristianas no consiguen consolidarse.

3. El tema de la evangelización incluye muchos aspectos

La relación entre anuncio y promoción humana, entre Evangelio e inculturación. Los procesos de educación a la fe a través del catecumenado y otras formas de itinerarios adaptados e inculturados. El problema de la interculturalidad, la enorme movilidad humana, especialmente de los jóvenes del campo a la ciudad.

El gravísimo problema de las periferias de las grandes ciudades amazónicas, la crisis generacional en la transmisión de los valores ancestrales en un contexto globalizado. El ministerio laical, el desafío del ecumenismo y la proliferación de grupos de movimientos neo-pentecostales, evangélicos y de nuevos movimientos religiosos.

La fecundidad o falta de promoción de las vocaciones cristianas de las comunidades en torno a la familia, la vida sacerdotal y religiosa. Los derechos de los indígenas, su cultura, sus tradiciones, sus derechos y sus tierras. La liturgia y su inculturación en el contexto indígena.

Además, está el «peso pesado» de la ecología integral, que repercute en toda la Iglesia universal y en el mundo en general, que espera de la Iglesia una palabra significativa y sabia sobre la actual crisis ecológica.

Aunque las temáticas que más atraen a la prensa son las de los «viri probati» y las diaconisas, escuchando las intervenciones de los padres se ve que un gran número hace propuestas positivas y acertadas. Es lógico que la prensa se centre en eso porque genera más polémica.

4. Qué pasa con las vocaciones

De todas formas, como se señala en «Evangelii Gaudium»: «En muchos lugares las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada son escasas. Esto se debe a menudo a la ausencia de un fervor apostólico contagioso en las comunidades, para que no despierten entusiasmo o atractivo. Donde hay vida, fervor, deseo de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas».

Sin embargo, el Papa también da la clave del problema. No es la falta de vocaciones, sino la pobre propuesta, la falta de fervor apostólico, la falta de fraternidad y de oración, la falta de procesos serios y profundos de evangelización.

Uno de los temas más importantes que se está afrontando es el de la formación y la pastoral vocacional entre los jóvenes. Muchos obispos están convencidos de que una buena labor de evangelización y de educación de la juventud en la Amazonía, dará los frutos que se esperan para la Iglesia.

5. El amor y la misericordia de Dios

Quizá hemos olvidado lo que caracterizaba a los primeros cristianos: «¡Mirad cómo se aman! Mirad cómo están dispuestos a morir el uno por el otro» (Tertuliano, Siglo II), herencia hermosa recibida en Nuestro Señor Jesucristo: «Amaos los unos a los otros como Yo os he amado». No es raro que en momento de tensión y de duda, la fragilidad humana salte, nos enfrentemos entre hermanos y nos olvidemos de la centralidad de nuestra fe: Jesucristo

El amor y la benevolencia de Dios está presente siempre, incluso detrás de sus correcciones y advertencias. Con esto no se debe entender que debamos caer en la indolencia y no actuar (o denunciar) cuando sea necesario, pero tampoco debemos caer en la desesperanza y mucho menos en el enfrentamiento entre hermanos. El amor primero.

Cada uno desde donde le toque específicamente, y en todos, en comunión, orar por nuestra iglesia de rodillas frente al altar. El Sínodo sigue su curso, lo mejor es confiar en el Espíritu Santo que es quien cuida de nuestra Iglesia y quien la protegerá hasta la Parusía.