

Nuestra vida tiene sentido siempre que la miramos desde Dios, al margen de Él, nos quedamos cojos y queda la sensación de que algo falta, de que no todas las piezas encajan, le falta sentido y propósito.
Dice el catecismo, de forma muy clara que: «El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar”» (CEC nº27), entonces nuestra existencia se entiende en función de alguien más: Dios.
Salí a hacer unas fotos con una intención: encontrar ruedas. No es que quiera hacer una reflexión a la fuerza, pero podemos encontrar lugares comunes entre ellas, las ruedas y nosotros. Al igual que como nos pasa a los humanos, las ruedas existen porque alguien las hizo y cobran sentido no solo cuando ruedan, sino que cuando rodando, ayudan a transportar algo. Ni siquiera es el hecho de rodar por el suelo lo que explica sus existencias, sino que son los “para qué” los que ayudan a entenderlas, valorarlas, clasificarlas, mejorarlas y sobre todo, hacerlas sentir que su ser vale la pena (como si tuvieran un corazoncito).
Pero no se termina ahí. No cualquier rueda es para ayudar a transportar cualquier cosa. Las de los autos son diferentes a las de las bicis y estas son distintas a las de una carrito de supermercado. Son ruedas todas ellas, pero sus características las hacen especiales y con un propósito en particular. Entonces, ¿qué tal si nos miramos como ruedas? (Es solo una figura metafórica, no vayan a pensar que estoy hablando de sus aspectos físicos, aunque algunos parecen más ruedas que otros jajaja). En una de esas, reflexionar sobre qué es lo que nos mueve y qué es lo que transportamos nos ayuda a encontrar sentido y al mismo tiempo mirar si es que realmente estamos rodando.
1. De esas ruedas unidas a otras porque es el amor el que las mueve
Ser de aquellos que, aunque de mundos diferentes, nos unimos a otros para dar un paseo, para compartir la vida, el frío, incluso sin hablar, solo acompañamos. Nos impulsa el amor.
2. Una que rueda para ayudar a otros


El otro nos hace saltar de la silla, se nos retuerce el corazón, se nos dilatan las pupilas. El sufrimiento no nos es indiferente. Siempre estamos dispuestos a salir con prisa al encuentro de los demás.
3. Una que va rápido pero nadie sabe dónde
Misteriosamente atractivos, visiblemente apurados. ¿Será necesario mantener todo a oscuras y en secreto? Cuando hay luz y calma las tinieblas desaparecen. Estamos invitados a dejarnos iluminar para que esa luz y esa paz nos traspasen y lleguen a otros.
4. Ruedas frágiles, pero no débiles
Cualquier pequeño bache nos hace caer, no obstante en la compañía adecuada, sale lo mejor de nosotros, nuestro máximo rendimiento. No nos expongamos a caminos peligrosos.
5. Una inexplicablemente intacta pese a su entorno
Cuando estamos de la mano de Dios, ni el peor de los caminos nos afecta. Somos como estos aros inexplicablemente limpios, aunque incluso el neumático está con barro y todo el resto de la carrocería también. Así Dios preserva nuestros corazones.
6. Una que es atrevida, rápida… propensa a fallar
También nos puede pasar esto. Es una relación directa entre el riesgo que asumimos y la posibilidad de caer. Quien corre riesgos está más propenso a terminar en los suelos que quien no los corre. A veces es necesario ser valientes y temerarios, pero cuidemos la integridad de nuestros pasajeros, especialmente de nuestra alma.
7. De esas que necesitan recargar… el camino ha sido largo
Cuantos por ahí rodando sin aire, sintiendo las asperezas del asfalto. Detengámonos de vez en cuando a inflar el corazón con la voz de Dios, con su soplo que nos permite seguir por varios kilómetros más.
8. De esas cansadas, un poco viejas y maltratadas, pero que aún ruedan
Cuantos sienten que ya no son útiles porque son mayores. Descubramos que siguen rodando, que aún tienen tanto que entregar. Quizás vayan más lento, pero su paso es firme y al igual que las de último modelo, llegan a su destino.
9. De esas que están sin rodar, solo sosteniendo
Versátiles. Quizás hay impedimentos para rodar como es debido todo el día, quizás vemos a otros rodar felices llevando amores, ilusiones, dolores de un lado al otro mientras pasamos nuestras horas sentados, aparentemente sin hacer mucho. Sostener, mantener en alto, dar seguridad también es parte de nuestra identidad y propósito. Somos de esos a los que les han confiado sus cosas de valor: corazones, vidas, salud, secretos, dolores; son las prendas que transportamos sobre nuestros hombros. Esperan que no nos trabemos en el camino, que les ayudemos a llevar lo que para ellos es indispensable.
10. O una que está esperando el momento con paciencia
La ansiedad nos corroe por dentro, queremos ir rápido, romper records, marcar la historia y tocar vidas. Los tiempos que Dios tiene en su agenda, pocas veces son como los que nos gustarían a nosotros. Los que esperan pacientes, renovarán sus fuerzas, levantarán sus alas como las águilas, correrán y no se fatigarán (cf Isaías 40, 31). Paciencia.
11. Una abandonada casi invisible
Pudiendo ser piezas de un museo, muchos están abandonados, forman parte del paisaje que vemos a diario en las esquinas, sentados en la vereda. Quizá hoy no son capaces de rodar ni de transportar a nadie, aunque se les impulse, no obstante siguen siendo ruedas.
12. La que va rodando por quién no puede hacerlo
Son de esas personas que renuncian a si mismos para dedicarse por completo a rodar solo para uno, uno frágil, sufriente. Han guardado sus sueños en una carpeta, han donado su vida por atender, cuidar y mover a quien no puede.
13. La que está esperando volver luego de una caída
Como hijos pródigos del camino. Adoloridos, quizás aun agujereados, miran desde lejos y esperan regresar, que su dignidad les sea restituida. Quieren estar mejor, quieren hacer las cosas bien, esquivar los baches, los clavos, lo que sea que haga daño. Prometen nunca más volver a perder aire. ¿Los acogemos?.
14. Esas que son trabajadoras incansables… rodando poco, pero esforzándose mucho
Sin brillo cromado, sin lujo ni pompa, incluso sin nada de tecnología ni complejidad, sencillos al extremo, pero si no estuvieran se nota. Cuántos a nuestro alrededor trabajan silenciosos, pero su esfuerzo humilde nos cambia la vida.
15. Ruedas invitadas a llevar buenas noticias
Todos, sin excepción, estamos invitados a que en cada giro de nuestro eje, vayamos llevando buenas noticias. Que nuestro rodar en la vida sea una buena noticia para otros, que cuando compartamos nuestra experiencia de Dios les hagamos girar de alegría y les demos una razón para seguir rodando.
Para terminar les dejamos un último pensamiento:
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