

A veces pienso que un día voy a llegar al supermercado y la góndola que dice “bebés” efectivamente va a tener bebés instantáneos listos para llevar. Pareciera una locura o una exageración de mi parte, pero si empiezas a investigar las últimas noticias sobre la maternidad subrogada (vientres en alquiler) verás que mi afirmación no es tan loca como parece.
La maternidad subrogada ha crecido en popularidad en los últimos años. Junto a la fertilización in vitro se ha constituido como una opción, no solo para los padres que no pueden tener hijos, sino para cualquiera que mediante este método decida tenerlo. El procedimiento consiste en implantar un óvulo fecundado, artificialmente, en el vientre de una mujer a la que ese niño no le pertenece. Esta mujer, en la mayoría de los casos, recibe un pago a cambio. La suma actualmente oscila entre 25000 a 50000 dólares. La biotecnología ha encontrado un camino para implantar el hijo de una pareja en el vientre de un tercero y hacerlo lucrativo.
Entiendo la posición de los matrimonios que no pueden tener hijos. Debe ser una realidad muy dura y que necesita de mucho apoyo, compañía y orientación. Por ese lado es muy compresible la búsqueda inagotable por tener un hijo que sea propio, que sea sangre de su sangre. Sin embargo, aclaremos que la paternidad no solo implica tener un hijo que sea sangre de mi sangre, implica el hacerlo propio, el educarlo y amarlo incondicionalmente. Implica sacrificio, entrega, cuidado y protección. Ser padreS va más allá de un deseo por “tener”. La adopción, tan necesaria en nuestros días, responde al anhelo de ser padres que muchas parejas infértiles tienen.
Me pregunto por qué no se dedican más tiempo y recursos al fomento de la adopción y la mejora de sus sistemas en lugar de jugar con la vida y la dignidad de los seres humanos. La maternidad subrogada atenta contra esta dignidad. El cuerpo de la mujer que alquila su vientre es utilizado como un simple objeto de producción. El niño se convierte en un producto que incluso puede ser reclamado como defectuoso, devuelto como duplicado o eliminado por exceder el número límite de producción.
Les dejo tres casos que no solo ilustran el tema, sino que también nos dan la posibilidad de preguntarnos a donde estamos llevando la maternidad, la paternidad y el don de tener hijos. Como estos casos hay muchos.
Caso 1: Britneyrose Torres accedió a alquilar su vientre para llevar el hijo de la amiga de una prima suya. El resultado de la implantación, como frecuentemente sucede, fue un embarazo múltiple: trillizos. Los padres biológicos de los niños pidieron que aborte uno. Ahora se encuentran en medio de una disputa legal. Britneyrose afirma que ella no puede asesinar a un bebé.
Caso 2: Melissa Cook fue contratada por un hombre para tener un bebé concebido con su esperma y los óvulos de una donante. El vive con sus padres y criará al bebé solo. El resultado también fue un embarazo de trillizos. El padre biológico solo quiere uno de los bebés, el otro lo entregará en adopción y el tercero demanda que sea abortado para bienestar pre natal de los otros dos. Melissa Cook ha presentado una denuncia de inconstitucionalidad contra la ley de maternidad subrogada del Estado de California.
Caso 3: Este caso fue muy conocido. Una pareja australiana le pagó 10000 euros a una pobre mujer Tailandesa por alquilar su vientre. La mujer quedó embarazada de mellizos. Gammy, es el bebé con Síndrome de Down que fue dejado por sus padres biológicos, que solo se llevaron a su hermana melliza sana.
Algunas preguntas para reflexionar:
1. ¿Quiénes son los verdaderos padres de un bebé producto de un vientre en alquiler? ¿Cuáles son sus derechos?
2. ¿Los hijos son un derecho o un don?
3. ¿Qué pasa con la mujer y el impacto físico y psicológico que trae llevar 9 meses en el vientre a un niño que sabes que no verás más?
4. ¿Una mujer puede ser obligada a asesinar el niño que lleva en el vientre?
5. ¿Se puede separar la gestación de la voluntad procreacional?
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