Tener Síndrome de Down en una sociedad que lo juzga y lo señala todo con el dedo es muy difícil. Y lastimosamente los niños pequeños pueden llegar a ser muy crueles cuando se encuentran con alguien «diferente».

¿Pero por qué lo primero que se tiende a hacer es rechazar?, ¿por qué buscamos alejarnos en lugar de acercarnos?, ¿por qué incluso en los niños hace falta tanta compasión?

Este video es perfecto para recordar que todos valemos, sin importar si tenemos Síndrome de Down, si nos hace falta una pierna o un brazo, si nuestra piel es distinta, o si padecemos alguna discapacidad. Todos valemos por ser hijos de Dios.

Todos tenemos luz propia

Aceptar nuestras diferencias, nuestra enfermedad, o incluso nuestro aspecto físico no es tan fácil como parece. Se habla mucho de lo importante que es sentirnos seguros de nosotros mismos, de amarnos tal y como somos, y de tener buena autoestima. Pero muy poco de que toda esta revolución de caridad y amor, empieza en el hogar.

¿Por qué es tan difícil ver al que es diferente con compasión y amor?, ¿por qué es tan complicado ponernos en los zapatos del otro?, ¿por qué es todo un reto entender que cada uno tiene luz propia? Qué importante es no solo esforzarnos por tener más caridad con los que nos rodean, sino criar hijos compasivos. Niños capaces de silenciar las burlas y dar a cambio una mano, un abrazo o una sonrisa.

No tengas miedo de ser diferente, no tengamos miedo de mostrarle a otros quién eres y no tengas miedo de ser el primero en rechazar la crueldad. Para Dios todos somos iguales, para Él todos valemos, todos brillamos. Pregúntate ahora ¿cuándo fue la última vez que ayudaste a alguien?, ¿cuándo te atreviste a defender a otro o a denunciar una injusticia?