cuál es el sentido de la vida

¿Para qué estoy en el mundo? Esta pregunta nos ha ocupado a lo largo de muchos años. A menudo nos preguntamos por el sentido de la vida, de muchas situaciones y circunstancias: triunfos, tristezas, rupturas, encuentros, rechazos, aceptación, etc. Y, sin embargo, muchas veces no resulta ser una respuesta sencilla de dar.

A lo largo de los años he aprendido que muchas de las preguntas más difíciles de responder, en realidad, con Dios se responde en pocas palabras… y bien pocas.

«¿Cuál es el sentido de la vida…?» ¡Fuiste pensado!

Cuando pensamos en la eterna sabiduría de Dios, que dirige todo cuanto existe, no podemos imaginar que algo en cuanto está en el mundo escape de la voluntad de Dios, de su eterna sabiduría y de su propósito de amor.

El documental Shirt off our back empieza planteando un asunto muy interesante. No hemos diseñado esta camiseta para que se quede en la vitrina. Es una forma de decir que no le hemos dado tantas cualidades y características a esta camiseta para nada.

Cuando pensamos en todo lo que somos capaces de hacer bien, algún fin bueno debe tener nuestra vida: Somos capaces de dar y recibir amor, de generar vida, de construir grandes cosas, de contemplar el mundo, de perdonar, de generar conocimiento, etc. Entonces… ¿para qué estoy aquí?

Te comparto un video del documental al que me refiero:

Un Dios eterno… solo llama a algo eterno

¿Cuántas veces no nos hemos lamentado por el tiempo perdido? ¿Cuántas veces no hemos pensado que debíamos hacer algo mejor en el pasado? Es que la eternidad de Dios, la belleza de la creación, la bondad que hay en sus creaturas y en sus hijos es demasiado grande como para pensar que no estamos llamados a nada.

Cuántas veces no hemos escuchado a alguien hablarnos de alguna experiencia de quien está a punto de morir y se lamenta del tiempo perdido. Si Dios es eterno, entonces no nos podría llamar a algo diferente que la eternidad, la plenitud. Pero nosotros necesitamos abrazar esa vocación que ha sido dada.

 Nuestra vocación es como una semilla que es puesta por Dios en nuestro corazón. Pero nos corresponde, con su ayuda, hacerla germinar, hacer que esa semillita de buen fruto.

Así como en el video que hemos visto, la camisa diseñada no fue pensada para quedarse en la vitrina de la tienda, sino para ser puesta y usada por alguien. Del mismo modo, nosotros no hemos sido creados para ser unos espectadores pasivos de nuestra historia, de nuestra vida, sino, al contrario, para ser protagonistas.

El Santo Padre Francisco exhortó a los jóvenes en la JMJ de Río de Janeiro (2013) a algo similar: «Por favor, no se metan en la cola de la historia, sean protagonistas, jueguen para adelante, pateen adelante, construyan un mundo mejor. Jueguen adelante siempre».

Un Dios que es Amor no podría alejarnos de su esencia

El amor parece ser la mejor forma que las Sagradas escrituras y sus autores, movidos por el Espíritu Santo, encontraron para definir a Dios. «Dios es amor» (1 Jn, 4: 8) nos irá a decir san Juan en su primera carta.

Ese Dios Amor, no solamente nos crea, sino que ha querido entrar en relación con nosotros. Nos ha dado la capacidad de entrar en diálogo con Él, para amar eternamente junto a Él.

Por eso, podríamos decir que el fin de nuestra vida siempre será amar y ser amados, y ¡cuánto sufrimos cuando nos alejamos de este fin! Siempre que caemos en el egoísmo y apartamos nuestra identidad de Dios, en quien se cimienta todo nuestro ser, sufrimos. Porque deformamos entonces el verdadero fin para el cual hemos sido eternamente pensados: el amor, la comunión de los santos.

Todo tiene su origen y fundamento en Dios

Cuando quitamos a Dios del centro, entonces todo lo demás poco a poco empieza a carecer de sentido. Todo cuanto existe será bueno en tanto que conduzca a nuestra plena comunión con Dios.

Cuando desligamos a las personas o las cosas de su verdadero fin, entonces se produce una deformación en nuestra conciencia. Esto, poco a poco, nos llevará a plantearnos preguntas más de fondo: ¿por qué no soy feliz? ¿Por qué no hago el bien que quiero sino el mal que no quiero?

Es por esto que las escrituras nos dan una luz muy importante para este interrogante, nos hablan de eso que necesitamos tanto: Conversión. ¡Necesitamos volver a Dios! Él es fuente de identidad para nosotros. Él nos mostrará y ayudará a entender ese fin para el cual hemos sido pensados y llamados eternamente; el sentido de nuestra vida.

Siempre seremos esos buscadores por excelencia. Dios nos guiará para que, por el recto uso de la razón, podamos conocerlo a Él. Y, así, comprender el fin por el cual Él nos ha llamado a vivir.