

¿Qué pedirías si te concedieran tres deseos? Esta es la pregunta que le hacen a un grupo de niños de España y Uganda. El video se ha hecho viral y acumula hasta hoy más de ocho millones de vistas. ¿Pero por qué?, ¿no quieren todos los niños lo mismo?, ¿no sueñan con estar llenos de juguetes o tener superpoderes?
Sus respuestas, además de conmoverme hasta las lágrimas me ha hecho pensar en muchas cosas. En la forma en que criamos a nuestros hijos, en lo que les enseñamos en la escuela, en los valores que tratamos de inculcarles en el hogar. Pero sobre todo, en el poco esfuerzo que invertimos en hacerles ver las necesidades del otro.
En recordarles que Cristo está ahí, en medio de una familia rota, que no tiene ni para comer. En las lágrimas de un padre desesperado que no tiene cómo hacer sentir seguros a los suyos, en el enfermo que clama por una visita, en el corazón triste que ha perdido toda esperanza. En la ilusión de un niño que en vez de desear ser rico, quiere construir una casa o dormir en una buena cama.
El urgente llamado que tenemos todos a servir
Este tipo de videos nos recuerda cuán afortunados hemos sido. Al nacer donde nacimos, al tener a los padres que tenemos, al tener tantas oportunidades de progreso. Pero también en lo desagradecidos y egoístas que somos, en que muchas veces preferirnos quejarnos y hacer de cada tropiezo un drama, cuando lo que vivimos en realidad no se compara con el sufrimiento de otros.
Es muy importante hacerle ver a nuestros niños que no todos tienen las mismas oportunidades. Estos pequeños no tienen la culpa de desear ser ricos, youtubers o famosos, porque hemos sido nosotros, los padres, familiares o maestros los que les hemos permitido pensar que el mundo se resume en esto. En las cosas materiales, la fama y el reconocimiento.
Qué urgente es acercarlos desde temprana edad al sufrimiento y la necesidad del otro. Es nuestro deber sembrar en ellos la humildad, la misericordia, el espíritu de servicio, el amor y la caridad para con los que nos rodean. No dejemos que nuestros niños crezcan sintiendo que el mundo gira a su al rededor, que deben ocupar siempre el puesto número uno o que deben pisotear los sueños de otros para alcanzar los suyos.
¿Cuál es el ejemplo que le damos a nuestros niños?
¿Qué les estamos enseñando?, ¿cuál es nuestra respuesta cuando nos piden complacer todos sus caprichos?, ¿los hemos hecho conscientes de que no todo en la vida es fácil?, ¿les hemos permitido pensar que no hay pobreza o necesidad? Que este video nos sirva de lección a todos, no solo para reflexionar sobre nuestro actuar, sino para pensar cómo podemos ser instrumentos del amor de Dios.
Cómo podemos mitigar el dolor del que sufre, cómo podemos reemplazar la indiferencia por la caridad. Recuerda que para ayudar a otros basta un acto de bondad, una sonrisa, un abrazo sincero. «Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis. Estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mi» (Mateo 25: 35-36).
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