

En los últimos días reconocerse católico frente al mundo es mucho más duro de lo que hayamos experimentado en nuestra vida. Parece que si vamos a misa, que si tenemos uno (o varios) sacerdotes amigos, y ni qué decir si eres amigo o cercano de un obispo, eres simplemente parte de la escoria del mundo.
¿Soy exagerada? No lo creo. Los últimos escándalos (y digo los últimos porque ya han habido varios antes), han hecho que incluso los católicos nos preguntemos si vale la pena seguir siéndolo. ¿Vale la pena seguir esforzándose por una Iglesia que una y otra vez contradice lo que enseña?, ¿No sería simplemente mejor, e incluso más fácil abandonar todo de una vez, librarnos de «tanta» regla que tenemos que cumplir?
No son pocas las personas católicas que han salido a decir que abandonemos a la Iglesia. Los no creyentes y peor aún los que la desprecian, han encontrado sus «súplicas» respondidas: terminemos con éstos de una vez.
El desánimo nos embarga y la desesperanza parece que también. Pero si realmente hemos entendido de lo que se trata ser católico nos daremos cuenta de que esta historia la venimos viviendo desde el inicio de los tiempos. ¿No parecemos hoy aquellos discípulos de Emaús que regresaban tristes porque todo aquello en lo que habían creído había desaparecido con la muerte de Jesucristo? No olvidemos que Dios siempre ha salido al encuentro de su pueblo.
Los videos que hoy les presentamos, son de tres sacerdotes, que entendamos no luchan por una institución, luchan por la Iglesia que es el cuerpo místico de Jesús. Y nos dejan en claro este mensaje, que debería ser para nosotros un soplo de esperanza y fortaleza. Estoy segura que así como ellos tres, existen miles en el mundo rezando por la Iglesia, consolando y animando a sus feligreses a mantenerse fieles a Cristo. Que el desánimo no nos gane, sino más bien el amor por Cristo nos anime y que el mismo Dios nos fortalezca.
*Aviso importante: los videos que compartimos a continuación están en inglés, serán traducidos en breve para que puedan ser compartidos con mayor facilidad.
Dios entiende tu enojo
No está mal estar enojado y sentir todo lo que sentimos, incluso la gran tentación de abandonarlo todo. Sepamos que Dios entiende, pero luego de haber abrazado este enojo, que el impulso que nos provoque no sea el de huir sino más bien el de quedarse y luchar, luchar por los hermanos que han sido utilizados, por las víctimas, por todos nosotros que no pertenecemos a un lugar sino a Alguien, que somos el pueblo de Dios.
Vale la pena luchar por la Iglesia
Huir no es la solución. Luchemos sí, pero por hacer las cosas bien. No abandonemos a las víctimas ni a los hermanos que entregan y entregaron la vida por nosotros. Es momento de entender que siempre hemos estado en una guerra contra el mal y que a pesar de que esta guerra ya ha sido ganada por Cristo, a nosotros, los hombres nos quedan aún varias batallas por luchar. Esta es la historia del pueblo de Cristo.
No somos católicos debido a la excelencia moral de nuestros líderes
Si bien es verdad que esperamos que nuestros líderes sean moralmente limpios, no somos católicos debido a esto. No somos católicos porque seguimos a los sacerdotes ni a las autoridades eclesiales. Somos católicos porque seguimos a Jesucristo que murió en una Cruz y resucitó de entre los muertos. Seguimos sus enseñanzas. Nos alimentamos de Él a través de la Eucaristía, vivimos en comunidad con Él a través de sus sacramentos. No olvidemos esto nunca, Cristo, Dios es primero, es a Él al quién debemos volver.
Somos los profetas de nuestros tiempos
Somos los profetas de nuestros tiempos en el sentido de ser sus enviados. Enviados que no deben tener miedo de hablar con la verdad, incluso cuando se enfrenten a sus autoridades. Es una necesidad urgente ser fieles y volver a Dios. El Padre Mike nos recuerda que Dios mismo se valió de los enemigos del pueblo de Dios para exponer su infidelidad y el hecho de que su pueblo se había alejado de Él. Y tal vez es eso mismo lo que estamos experimentando hoy. No es momento de abandonar es momento de elegir luchar.
No luchamos por la institución
Miremos a los primeros cristianos y así como ellos, luchemos por llevar la palabra y las enseñanzas de Cristo. Y en este sentido luchemos por las víctimas de estos crímenes tan terribles que se han cometido por personas cuya labor era el de evangelizar, la de llevar consuelo y ayuda espiritual. No luchamos por salvar una estructura de gobierno, ni por preservar las obras de los hombres, luchamos por preservar las enseñanzas de Cristo Jesús.
Somos frágiles pero Jesús nos fortalece con su amor
Hoy que entre nosotros mismos nos señalamos, que parece tan fácil y oportuno acusar a sacerdotes, obispos y cardenales, no olvidemos que la relación con Cristo es algo personal. Antes de mirar el pecado del otro, de señalar y juzgar, empecemos por reconocer que dentro de nosotros también conviven el trigo y la cizaña. Pedro, Tomás, Mateo no eran diferentes a nosotros, eran hombres frágiles, llenos de faltas y debilidades y Dios los llamó así como hoy nos sigue llamando a cada uno. El arrepentimiento y libremente el escoger a Cristo por amor, es el llamado que hoy en día necesitamos responder.
Qué Dios nos ayude, su amor nos fortalezca y que no caigamos en la desesperanza de la derrota. Jesús ya ganó estas batallas por nosotros, hagamos ahora lo nuestro. ¡Seamos santos!
«No podrás salvar esta miseria que es el hombre, si tú mismo no la tomas sobre ti. Señor, inclina tu cielo y desciende. Tu oveja perdida no podrá curarse si no la cargas sobre tus hombros… Estas palabras se dirigen al Hijo: «Señor, inclina tu cielo y desciende…» Has descendido, has abajado el cielo y has extendido tu mano desde lo alto, y te has dignado tomar sobre ti la carne del hombre, y muchos han creído en ti» (Orígenes)
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