

Seguro ya has conocido al conejo Ralph, el protagonista de la campaña de Humane Society International para prohibir las pruebas cosméticas en animales.
¿No? Si aún no has visto este video titulado «Save Ralph» que le da la vuelta al mundo, no te preocupes. Te dejo unos minutos para que lo conozcas y después… ¡seguimos!
«Save Ralph» me ha tocado el corazón
El anuncio se ha realizado con exquisita sensibilidad, ¿no te parece? Por momentos, me ha parecido sentir el mismo dolor de nuestro amiguito en carne propia.
El tono, la ambientación, su voz, la animación, la interpretación… y ni siquiera ha hecho falta música tierna para acompañarlo.
¿Quién no sentiría compasión ante algo así?, ¿quién no firmaría en contra del testeo en animales?
La cuestión, como cristianos, nos interroga. Frecuentemente nos hemos ocupado de nuestros deberes frente a Dios y en no pocas ocasiones hemos dejado de lado el mundo que nos rodea, el mundo creado con amor y por amor.
En el que Dios dispuso a infinidad de seres vivos viendo que todo ello era bueno en gran manera (Gn. 1, 31). Y nos encomendó dominarlos, ejercer autoridad sobre ellos, como haciendo de hermanos mayores sobre otros más pequeños.
Una autoridad que nace del amor, una autoridad que protege, cuida, guía y se preocupa por el otro. Conocer a Ralph, me ha ayudado a recordar mi compromiso con lo creado, mi compromiso con la armonía perfecta que Dios nos ha regalado.
Pero… ¿cómo proteger a los demás si no nos protegemos a nosotros mismos?
¿Cómo vamos a ejercer este compromiso con nuestros hermanos menores si no somos capaces de ejercerlo entre nosotros mismos?
Ralph nos habla de su sacrificio por los humanos. Y me pregunto si no es el mismo sacrificio que algunos nonatos realizan por la comodidad, el progreso o el bienestar de otros humanos.
Me pregunto si no es el mismo sacrificio que muchos niños-soldado realizan por la sed de poder de otros humanos. Y me pregunto si no es el mismo sacrificio que muchas mujeres realizan por las inseguridades de muchos hombres.
La belleza matará a Ralph
Los intereses empresariales desabastecerán de agua a muchas comunidades rurales. La economía y el progreso provocarán una crisis medioambiental que afectará, primero, a los países más desfavorecidos.
La falta de solidaridad global dejará a muchos seres humanos sin vacunas o sin recursos médicos para enfrentar la pandemia mundial. El odio y el fanatismo provocarán nuevos atentados contra la vida.
La burocracia dejará en la calle a miles de personas clandestinas. A ti, como cristiano, ¿esto no te conmueve?, ¿no te toca el corazón?, ¿no te compromete?
Nos habla a menudo el papa Francisco de la cultura del descarte. Parece que fuera fácil amar y ayudar al otro mientras ello sirva a nuestros propios intereses. Y así se van sacrificando vidas, descartadas o indignas, que incumplen el criterio de utilidad.
Olvidamos con frecuencia que Dios creó por amor, y no por utilidad
Olvidamos que Jesús devolvió la dignidad a los pobres, a los enfermos, a los pecadores, a las mujeres, a los niños…
Jesús firmó por la vida, firmó por la restauración de la armonía perfecta de Dios, aquella en la que todos contamos, todos sumamos, todos reflejamos el amor.
Por todo ello, conocer a Ralph renueva mi compromiso con la vida. Ojalá el ingenio y la sensibilidad de esta campaña nos ayuden a descubrir a los otros Ralph, a los mártires de la codicia, del egoísmo, del fanatismo, del progreso, del poder, de la indiferencia.
A los hermanos que cada día descartamos o explotamos siguiendo el criterio de la utilidad. ¿Amamos o utilizamos? Yo firmo por amar.
¿Qué te dice a ti «Save Ralph»?, ¿qué fue lo que más te impactó? ¡Cuéntanos en los comentarios!
Artículo elaborado por Blanca Serres.
0 comentarios