Muchos nos hemos encontrado en la Sagrada Escritura textos que hablan de un hombre algo misterioso a quien se le conoce como Juan el Bautista. Además es familiar de Jesús… es bien particular que el Evangelio de Lucas, por ejemplo, le sitúa siempre en paralelo con Jesús, dejando claro que Jesús es en todo momento primordial, pues es Hijo de Dios.

Sin embargo, es Juan quien va a anunciar y preparar un «terreno» para aquella predicación de Jesús. Su fe es tan grande que aún teniendo un grupo de discípulos, siempre tuvo claro que detrás de él venía alguien mucho más importante: «A quien no merezco ni desatarle las sandalias».

Quiero que a partir de este pasajes de la Biblia que hace referencia a san Juan Bautista, veamos algunos puntos sobre qué podemos aprender de él y cuándo podemos acudir a su intercesión.

Lucas 1,39-45

«En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo.

Y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno. Y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

1. San Juan nos enseña el gozo de estar cerca de Jesús

Cuando María llega a casa de su prima Isabel, el niño (Juan) salta de gozo al percibir la presencia de Jesús. Es por esto que él es ejemplo de amor al Señor, de saber reconocer su grandeza y de tener siempre un corazón dispuesto, rebosante de humildad para recibir su amor. ¡Qué nuestro corazón también salte de gozo al escuchar al Señor!

¿Alguna vez te has preguntado si la presencia del Señor hace que tu corazón sienta una fuerza, una alegría, un amor que lo envuelve y hace gozar? Eso es lo que Juan nos enseña, amar tanto a Jesús que con solo sentirle el corazón se acelere.

2. Reconocer a Jesús es tener el Espíritu Santo en el corazón

El corazón que se abre a la presencia de Jesús es embriagado por el Espíritu Santo. El texto bíblico dice «Isabel quedó llena del Espíritu del Señor».

Cuando comprendemos que el amor humilde y sincero hacía Dios transforma nuestra vida, logramos sentir cómo esa presencia gozosa de Dios nos invade. ¡Qué más alegría que sentirse lleno del Espíritu de Dios!

3. Anunciar a tiempo y a destiempo

Juan anunció a Jesús desde su vientre. En él podemos confirmar que la vocación que Dios da a cada ser humano es una misión especial depositada desde el vientre materno. Es el gozo de cumplir la voluntad de Dios lo que hace que Juan salte en el vientre de Isabel.

Luego Juan va a anunciar en el desierto que ya viene el Salvador, es él quien va a predicar un bautismo de conversión como preparación a un bautismo en Espíritu. Aprendamos de su ejemplo a aceptar y acoger con el mayor cariño posible la vocación a la que Dios nos ha llamado, hasta el martirio mismo.

¿Cuándo acudir a su intercesión?

Como hemos visto, en Juan Bautista encontramos particularmente un testimonio de fe, gozo espiritual y vocación. Todo esto fruto de la presencia del Espíritu Santo en su corazón, por tanto podríamos decir que es un especial intercesor para todos los que buscamos acrecentar nuestro amor y deseo de acoger el Espíritu de Dios.

En definitiva, Juan Bautista podría ser tanto ejemplo como guía para las vocaciones, para los que deseamos aumentar nuestra fe, aceptar la voluntad de Dios y fortalecer nuestro amor a Jesús.