

«Yo también quisiera decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a san José. Porque es un hombre fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio una imagen de san José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de san José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema».
Son palabras bien conocidas del papa Francisco durante su viaje pastoral por las Filipinas en marzo de 2018, hace ya dos años hablando de San José, el esposo de María, en el día su solemnidad. Un bonito detalle de la devoción que el papa tiene a quien Dios eligió para hacer las veces de padre en la Sagrada Familia de Nazaret.
Pensaba, escribiendo este post, que de san José solo caen decir cosas buenas y amables. No solo por ser quien fue, sino por cómo correspondió a su concreta misión. Estoy seguro de que a todo buen marido le gustaría tratar a su mujer con la delicadeza y el cariño que José tuvo con María, la elegida por Dios para ser su madre. E igualmente a todo buen padre le agradaría tratar a sus hijos con la confianza y paternidad que José tuvo con Jesús, el hijo de Dios hecho niño.
San José, maestro de vida interior
Quizá por esto algunos santos le llaman a san José maestro de vida interior. Pues nadie mejor que él puede enseñarnos a tratar a Jesús y a su madre María como él lo hizo. Y ahora que celebramos su fiesta con tanta devoción en tantos lugares, no dejemos pasar la oportunidad de poner los ojos en el hombre a quien Dios encargó una misión muy concreta de la historia de nuestra Redención.
Y, ¿qué podemos aprender hoy de san José? Al hilo de las palabras que el papa Francisco dijo en la homilía de su toma de posesión en la Basílica de san Pedro, precisamente el día de la fiesta de san José, quería proponerte algunos aspectos de la vida de este santo que nos pueden servir de inspiración para nuestra vida:
1. «San José, custodio de María y Jesús»
«José, custodio de María y Jesús tarea a la que se dedicó con gozoso empeño, consciente de su misión». Siendo el menos digno de los tres a él le tocó marchar por delante en las problemáticas de cada día. No dudó en tomar a ambos y marchar a Egipto en medio de la noche al ser avisado en sueños.
Custodiar, entre otras cosas, es guardar algo con cuidado y vigilancia. El don de la fe que recibimos en el bautismo debemos saberlo guardar con cuidado y vigilancia ante las amenazas del ambiente secularizado en el que podamos encontrarnos.
2. Discreción, humildad, silencio y fidelidad
«¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende». A pesar del protagonismo que José tiene en la Redención apenas aparece al comienzo del Evangelio.
Ni siquiera sabemos datos de su familia, salvo que pertenecía a la estirpe del rey David. En seguida desaparece de los relatos evangélicos, pasando desapercibido. Sabe actuar pero en un segundo plano, sin figurar ni acaparar protagonismo, tanto en los momentos serenos como en los difíciles.
Que importante es saber actuar así en la vida cristiana, más de cara a Dios que a los que nos rodean. Actuando con rectitud de intención, buscando solo la gloria de Dios que nos da esa misión concreta a cada uno.
3. La vocación guiada por la Palabra de Dios
«¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto». José es ejemplo de fidelidad a la palabra divina, sabe escuchar a Dios y está pronto para hacerlo en cualquier situación.
Y ello le ayuda a ver con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. Su respuesta a lo que Dios le pide es de absoluta disponibilidad y prontitud.
Tantas veces se nos puede escapar una mueca de fastidio cuando las cosas no salen como nuestros ojos humanos ven. Sin saber ver más allá de los acontecimientos, con la ilusión de que si Dios permite esas circunstancias tenemos seguro su gracia para corresponder como él quiere que respondamos.
4. Custodio de los dones de Dios
Como a José, a nosotros Dios nos pide también ser custodio de los dones de Dios. Tenemos a nuestro alrededor un montón de dones que Dios nos ha dado.
Empezando por nuestro mundo, la creación, y siguiendo por tanta gente que Dios nos ha puesto cerca. Qué bueno pedir a José no sacudirnos la confianza que Dios nos da.
5. Siempre en gracia de Dios
«Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos». Estar atentos a que nada ensucie nuestra vida, vigilando nuestros sentimientos, nuestro corazón, para tener solo intenciones buenas con la ayuda de la Sagrada Familia.
Qué buen modo de terminar este post pidiéndole a san José que nos ayude a ser buenos custodios de los tesoros divinos. ¡San José, ruega por nosotros!
0 comentarios