

Este video de Juan Manuel Cotelo, le puede subir el ánimo a cualquiera en medio de esta crisis. El reconocido director acudió a uno de sus más grandes amores para darnos una lección: el cine. En este tiempo de incertidumbre y dolor ¿eres el héroe o el antihéroe?
Muchos pueden pensar, por favor pero qué tontería ponernos con eso de subir el ánimo cuando todo va de mal en peor. Pero es mucho más gratificante encontrar pequeños detalles que nos saquen una sonrisa, en lugar de sentarnos a quejarnos, a tratar de seguir encontrando un culpable o a dejar salir toda nuestra furia en las redes para que todos se terminen de indisponer.
¿Qué aporte estás haciendo en medio de esta pandemia?
Juan Manuel menciona varios rasgos que caracterizan al héroe y al antihéroe. Valdría la pena preguntarnos, ¿estamos pensando solo en nosotros mismos?, ¿somos de los que salimos del súper con el carrito hasta arriba?, ¿te da igual que otros se mueran desde que tu estés encerrado en tu casita con 800 rollos de papel higiénico?
«El antihéroe tira la toalla, pierde el partido». Es ese que anda con el negativismo activado todo el tiempo, compartiendo información a todo dar, sin verificar antes si es verídica, sembrando pánico en todas partes. El que encuentra alivio cuando le quita la sonrisa del rostro al otro y le dice que es mejor no tener fe con una palmadita en la espalda.
Pasos que debes seguir para convertirte en un verdadero héroe:
1. Pararse a pensar en medio del caos: ¿cuánto ruido hay a tu al rededor?, ¿tus grupos de whatsapp están a punto de estallar?, ¿has recibido 500 consejos para sobrevivir al Apocalipsis? Si es necesario silenciar los grupos, alejarte o limpiar tu lista de contactos: hazlo y detente a pensar.
2. Actúa: no te quedes diciendo pobre gente en Italia, pobre gente en España, pobrecitos todos. ¡Ayuda desde donde estés! Hay tantas maneras de hacerlo. Si eres médico ofrece tu conocimiento para aclarar dudas con tus amigos y familiares, dale la posibilidad a los demás de buscarte antes de que vayan corriendo a llenar el hospital.
Si tienes la dicha de ser sacerdote pídele a tus fieles sus intenciones y ofrécelas en tu oración. Si eres joven y vives en comunidad, ofrécete a ayudar a los ancianos. Si te sobra jabón, antibacterial o tapa bocas, ofrécele al que no tiene posibilidad de adquirirlos.
3. Piensa en los demás: siempre. El hecho de estar en cuarentena no te quita la posibilidad de estar pendiente de los otros. Si estás lejos de tu familia, coge el teléfono y llama. Compartéles un mensaje alentador, cuéntales algo gracioso. Entre todos podemos ayudarnos a aliviar esta carga.
4. Gana: el héroe se lleva la victoria y Jesús lo ha dejado más que claro. Porque pueden venir mil tempestades pero si estamos con Él ¿a quién temeremos? Es verdad y completamente natural que podemos sentir miedo, más aún si algún familiar o amigo cercano está contagiado. O si en el peor de los casos, hemos perdido ya a un ser querido.
Pero entonces seamos luz para el enfermo, para el que está en cama o en cuidados intensivos. Brindémosle amor, esperanza, cariño, recordémosle todo lo lindo que ha vivido y lo que le falta por vivir.
Armémonos de valor aunque el corazón nos tiemble, para contagiar a otros de esperanza. «El que habita al abrigo del altísimo, morará bajo la sombra del omnipotente. Diré yo al Señor: esperanza mío y castillo mío, mi Dios en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora, con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro. Su verdad será tu escudo y tu baluarte» (Salmo 91).
La búsqueda del tesoro
Me gustan mucho las palabras que dice Juan Manuel cuando llega a este punto del video. «He aprendido en mi corta vida que detrás de cualquier sufrimiento humano hay tesoros ocultos». Y es tan cierto, luego del dolor, de la decepción, del sufrimiento, de la enfermedad, somos personas nuevas, nos volvemos más fuertes.
Y esa misma fortaleza que emerge de nuestro ser con la gracia de Dios, es la que nos impulsa a ayudar a otros. A brindar consuelo, compasión, a ver en los ojos del que sufre la mirada de Cristo. A decir yo te ayudo, porque sé lo que se siente pasar por eso. Nos convertimos en seres más generosos, más llenos de fe, más hambrientos de Dios.
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