Sé que no me vas a dejar como mentiroso cuando digo que todos hemos estado en alguna reunión de coordinación pastoral que se alargó más de la cuenta, que no tenía claro los temas que iba a abordar o, peor aún, que no logró resolver nada, terminando sin conclusiones y solo agendando una nueva reunión.

Sí, sé que sueno como un hater de las reuniones de coordinación pastoral – y, sinceramente, lo soy un poco -, pero no porque no me guste ver gente ni reunirme con mis hermanos.

Lo que me incomoda – y sé que le incomoda a un montón de gente -, es que cuando somos poco planificados, no tenemos métodos y nuestra productividad es baja – además de que nuestros proyectos crecen lento o se desarrollan poco – somos poco amorosos con nuestros hermanos.

Pues, aunque sabemos que son personas de buena voluntad, que sirven al Señor con un corazón generoso, eso no debe ser sinónimo de que podemos malgastar su tiempo como nos dé la gana, cansándolos con infinitas y poco productivas reuniones.

Pero ¡calma! No todo es tragedia: con la gracia de Dios, he tenido la oportunidad de estudiar, compartir, trabajar y acompañar durante los últimos años a muchas organizaciones (varias de ellas eclesiales) en estos temas.

Justamente intentando que, con los recursos que siempre son escasos, puedan sacar adelante sus proyectos sin cansar a la gente, logrando sus objetivos y siendo más productivos.

Te comparto algunos aprendizajes al respecto.

Si vas a hacer una reunión de coordinación pastoral… que todos sepan de qué se va a tratar

pastoral

Sé que quieres sorprender a todos con la noticia que quieres contar en la reunión, y eso es hermoso. Quieres verlos sonreír de alegría. ¡Hazlo! Pero que no sea la costumbre.

La costumbre, para que tus reuniones pastorales salgan mejor, debería ser: tener definida una tabla de temas a tratar previamente a la reunión. Esa tabla la deben conocer todos antes de la reunión, para que así no lleguen a dar opiniones improvisadas y superficiales, sino que vengan con la tarea hecha, habiendo discernido lo que van a opinar o proponer.

Además, cuando las personas saben de qué se va a tratar previamente, incluso habrá quienes te digan: «¿Seguro que tengo que participar de esa reunión donde se tratan temas que no tienen nada que ver conmigo?», y quizá tengan razón.

Así también habrá otros que te dirán: «Dado que vamos a hablar de este tema, puede que sea buena idea invitar a tal hermano para que participe».

El amado y odiado momento de los «temas varios»

Me refiero a ese momento, al final de las reuniones pastorales, donde quien coordina pregunta: «¿Alguien tiene algún otro tema que tratar?» y salen desde las celebraciones de cumpleaños, el amigo secreto de Navidad, el calentamiento global y por qué «separado» se escribe todo junto y «todo junto» se escribe separado. Un despropósito y un gastadero de tiempo que tiene muy poca empatía con los demás.

Sobre todo porque muchas veces son temas que sí vale la pena conversarlos en una reunión, pero quizá no todos tienen que estar en esa reunión. Seguro tú has estado ahí, viendo como conversan de algo en lo que, aunque quieras, no puedes aportar.

La solución es simple. Como les vas a compartir a todos la tabla de temas previamente, en ese momento les preguntas si tienen otros temas. Y tú, que sabes quienes son los asistentes y el objetivo de la reunión, podrás discernir si es un tema apropiado para incorporarlo en esa conversación, o si es mejor hablarlo en otro momento, con menos personas o con otras personas.

¿Cómo va a ser el mundo cuando logremos nuestros objetivos?

pastoral

Aplica no solo para las reuniones, sino para los proyectos pastorales en general. Tanto para retiros, peregrinaciones, encuentros, actividades como para fiestas propias del calendario litúrgico: ten objetivos claros.

Tristemente, la mayoría de las veces los objetivos en la pastoral simplemente son «que se realice la actividad». Es decir, nos ponemos contentos y nos damos por satisfechos si es que logramos sacar adelante eso que nos propusimos. Ahora, si estuvo bueno, si logró los frutos esperados, si cumplió las expectativas de los asistentes, eso es un misterio, como los de Fátima.

Misterio que generalmente camuflamos y que tranquilizamos en nuestras conciencias diciendo cosas como: «A nosotros solo nos toca sembrar y no cosechar» o también diciendo «a nosotros no nos toca ver los frutos». Incluso usamos esta que dice «Dios actúa en lo secreto del corazón». 

Cosas que son 100% verdades, pero aunque no podemos evaluar esos resultados, eso no significa que no podamos evaluar ningún resultado. Podemos evaluar otros.

El ejercicio es simple, pregúntense «¿Cómo debería ser la realidad (su realidad) si es que se logra lo que esperan lograr?», «¿Qué cambios deberíamos ver?», «¿Es posible identificar esos cambios de forma más o menos objetiva?».

Así, solo si tenemos objetivos, podremos saber si los cumplimos. Es como trazar una línea de meta en el piso. Si no la dibujamos, nunca sabremos si estamos cerca o lejos de cruzarla. Cuando la definimos de forma más concreta, es más fácil saber si estamos lejos, si estamos desorientados o si estamos acercándonos.

Por ejemplo: El objetivo es que más jóvenes lleguen a nuestros grupos de confirmación.

Ahora hazlo más concreto: ¿Cuántos jóvenes para ti es eso de «más jóvenes»? ¿10 jóvenes?, ¿un 30% más que el año pasado? No lo sé, tú sabes, tú conoces la realidad.

Luego miramos esas acciones que planificamos en nuestras reuniones y las juzgamos con amor. Entonces nos preguntamos, por ejemplo: eso que pusimos en redes sociales, ¿colabora con el logro de nuestros objetivos o simplemente lo publicamos porque estaba lindo?

Y así, con cada una de las acciones pastorales que realizamos.

Planificarse y ser productivo en lo pastoral también es una forma de amar a los demás

Qué bello cuando nos respetamos, cuando consideramos las individualidades de cada uno, cuando aprovechamos sus dones y contribuimos en su camino de crecimiento.

Y qué triste cuando malgastamos el tiempo de los demás, cuando les damos tareas que les quedan incómodas o que no tienen que ver con sus habilidades y dones y cuando, en lugar de hacerlos crecer, simplemente utilizamos a nuestros hermanos como mano de obra de bajo costo.

Una pastoral que ama a quienes la conforman, cuida de los demás. Por eso el tema de las reuniones es importante, porque hacemos muchas y no siempre salen bien. Usemos bien el tiempo que nuestros hermanos y nosotros mismos damos al Señor y al prójimo.

Qué hermoso cuando identificamos los dones y talentos de los demás, así como también sus conocimientos técnicos, profesionales y experiencias y ponemos eso al servicio.

Que este año que inicia sea un año donde nuestro trabajo pastoral dé frutos abundantes. Confiemos en la gracia de Dios, pero también pongamos de nuestra parte siendo prolijos, empáticos y productivos.

Realmente, tenemos que multiplicar los talentos… y no lo vamos a lograr solo con buena voluntad, sino que también necesitamos incorporar planificación y productividad en nuestros procesos pastorales.

 

P.D.: si quieres profundizar aún más en cómo aprovechar el tiempo de manera saludable e integral, puedes fijarte en nuestro curso online«Bendita Productividad: Organiza tu tiempo y cultiva hábitos positivos para una vida más equilibrada».