

Desde que se estrenó la última película de la aclamada «Guerra de las Galaxias» —que ha impregnado la mente y los corazones de miles o millones de personas hace prácticamente 40 años— he escuchado un sin número de comentarios a favor, y en contra de «Star Wars: El Ascenso de Skywalker».
Unos, rescatando muchos aspectos impresionantes y bien logrados para finalizar un total de nueve películas seguidas. Otros, reclamando el resurgimiento del malévolo Emperador Palpatine, o incluso, la desproporción de una chica como Rey —aunque reuniera toda la tradición de los Jedi— para superar la fuerza inigualable de Palpatine, que con «algunos rayos» estaba a punto de destruir toda la flota estelar de la rebelión. Que por cierto, estaba prestes a vencer las naves imperiales, con la capacidad de destruir planetas.
¿Qué se puede resaltar de «Star Wars: El Ascenso de Skywalker»?
Algunos me decían que la película deja muchas puertas abiertas, mientras —a mi modo de ver— logra presentar un cierre a la altura de «la fuerza». Podríamos seguir analizando aspectos de la trama y los personajes, pero sobre eso existen ya muchísimos videos, personas entendidas del asunto, fanáticos de la saga y entendidos analistas.
Lo que yo quiero —humildemente— hacer, es brindar una visión de algunos aspectos que me parecen resaltar de manera extraordinaria en la película. Y que creo, le dan esa dimensión de historia épica que se merece esta saga. Verla y gozarla en el cine —pues estas películas tienen que ser vistas en pantalla grande— me hizo recordar otra trilogía épica como «El Señor de los anillos».
Quiero desentrañar algunos elementos, que pueden muy bien servir para comprender nuestras propias vidas: la búsqueda de la propia identidad. La pelea constante entre el bien y el mal, que no solamente vemos en las peleas o guerras galácticas, sino en el interior de los principales personajes.
El ingrediente fundamental de la esperanza. La esperanza que surge una y otra vez, cuando todo parece ya perdido. Esa esperanza que va siempre aliada con el bien. Y el último punto que quiero tratar son las dificultades propias de toda aventura.
Podríamos mencionar otros elementos de «Star Wars: El Ascenso de Skywalker»… y quizás, lo haga en otra ocasión. Pero estos cuatro puntos me parecen esenciales, y seguramente pueden brindar el aliento que necesitamos todos nosotros, que vivimos —muchas veces— confundidos y perdidos en las tinieblas de nuestra vida cotidiana.
Que por supuesto, está marcada por las fuerzas del mal. De un enemigo mucho más poderoso que Palpatine, que posee una fuerza más destructora que miles de flotas imperiales. Si alguien todavía no se percata, estoy hablando del demonio y el pecado, que nos sumergen en la oscuridad.
Sin más preámbulos te dejo el trailer y te animo a verla si es que aún no lo has hecho (porque esto está lleno de spoilers). 😂
1. La búsqueda de la propia identidad
En esta última trilogía, esta dimensión fundamental de la vida: descubrir la propia identidad… ¿quién soy? aparece como un denominador común de varios personajes. Pienso que refleja un poco la realidad en la que vivimos. Todos nosotros, a lo largo de nuestra vida, estamos buscando la propia identidad.
La respuesta a esa pregunta es trascendental pues marcará el sentido y propósito por el cual viviremos. Marcará así mismo, qué tan felices seremos, puesto que —no es novedad para nadie— solamente sabré
cómo vivir para ser feliz, en la medida en que sé quién soy. Infelizmente, hoy vemos que muchos no se hacen esa pregunta, y viven en la superficialidad de su existencia, viviendo la vida sin «tocar» las fibras más profundas de su corazón.
Razón por la cual tantos viven frustrados, tristes o sumidos en depresiones que pueden durar años, hasta que —tristemente— se pueden acostumbrar y pensar que la vida es así. Sobre varios personajes podríamos hacer un comentario acerca de este punto. Menciono, en primer lugar, a Palpatine y Leia, puesto que son personajes experimentados, maduros, su historia personal en la saga se desarrolló a lo largo de varias películas.
Son como esas personas de edad avanzada, o por lo menos, con el recorrido de vida necesario, que conocen su lugar en el rompecabezas de «este mundo». Ambos saben muy bien la propia misión, y si bien no son los personajes centrales, tienen un rol esencial para el desenlace de esta última entrega.
La misión que tienen es tan importante, que los personajes Rey y Kylo Ren, no serían capaces de descubrirse a sí mismos si no fuera por ellos. En ese sentido, vemos cómo la relación que las personas tienen entre sí es un condimento clave para que uno pueda descubrir su propia identidad. No nos podemos entender si no es en la relación con los demás.
Está demás decir, cómo el influjo positivo o negativo de las personas que surgen en nuestro andar, pueden llevarnos por el buen o mal camino. Es decir, vivir la auténtica identidad, o dejarse llevar —como se diría en la película— por el lado oscuro de la fuerza.
Pero sobre esto quiero explayarme mejor en el siguiente punto. Centrémonos en Rey y Kylo Ren. Primero Rey. Si vamos directamente al final de la película, recién entonces, cuando se llama a sí misma: Rey Skywalker, vemos que descubrió su identidad. La búsqueda de la propia identidad le costó —como se suele decir coloquialmente— «sangre, sudor y lágrimas».
Esa aventura le impuso varias exigencias, momentos de sacrificio, límites extremos, instantes desgarradores… algunos, incluso, donde parecía ya haberse rendido ante la destructora fuerza oscura enemiga. Mientras no tenía una idea clara de su identidad, parecía siempre en una suerte de conflicto interior, en un diálogo constante entre —diría yo— su «yo auténtico» y su «yo egoísta o caprichoso».
Es fundamental para su desenlace descubrir el pasado. ¿De dónde vino? Conocer a sus padres, saber qué le hicieron. Con relación a esto, qué importante es toda la dimensión de sanación o reconciliación personal con su pasado. A primera vista, sus padres simplemente la abandonaron o la dejaron tirada a su suerte. Pero cuesta abrirse a la verdad, puesto que implica mucho coraje y valentía para asumir las consecuencias de las decisiones que vienen de generación en generación.
Es decir, obviamente yo soy quien hago las elecciones con libertad en mi vida. Sin embargo, nuestro origen, nuestra familia, nuestro credo, naturalmente, marcan y le dan una orientación a nuestra existencia. Eso puede ser positivo o negativo, en la medida en que nos acerca o aleja de la Verdad, que también es mi verdad.
La frase fundamental para Rey, que marcará su actitud fundamental es la que le dice Leia, antes de que Rey partiera en búsqueda de respuestas que Luke pudiera ofrecerle: «No tengas miedo a quién eres». Podría parecer una frase cliché. Pero si vemos el desenlace, es claro cómo se ve prácticamente obligada a enfrentarse contra el emperador Palpatine, en un esfuerzo personal interior por entrar en comunión con su herencia Jedi.
La escena de «Star Wars: El Ascenso de Skywalker» en la que logra derrotar al emperador utilizando los dos sables de luz, es sumamente gráfica. Pues logra sintetizar su armonía con la fuerza del bien, logrando una comunión casi espiritual con su herencia Jedi. Y el otro tronco familiar, que viene por el lado de Kylo —hijo de Leia— quién personifica en esta trilogía, el lado oscuro de la fuerza. El momento en que ella descubre su lugar (su identidad), y se para junto a Kylo para enfrentarse al emperador, descubre esa «diada» en la fuerza, que no se veía hacia siglos, según las palabras del mismo emperador.
Luego, está Kylo. Creo que su búsqueda es algo más complicada que la de Rey. Aparentemente tiene las cosas más claras. Prácticamente desde el inicio, «sabe» que su lugar es en el lado oscuro de la fuerza. Además, tiene la excusa perfecta, diciendo que Luke trató de quitarle la vida, cuando descubrió que Kylo ya estaba «poseído» por las fuerzas del mal.
Sin embargo, pienso que su consciencia personal es mucho más compleja que la de Rey. ¿Por qué lo digo? Pues, mientras Rey estaba buscando algo que no conocía, Kylo estaba engañado, vivía en tinieblas, creía una mentira y estaba esclavizado por el lado oscuro de la fuerza. En varios momentos de la película vemos cómo él es quien intenta mostrarle la verdadera identidad a Rey, pero finalmente, es Rey quien le muestra cuál es la verdadera identidad
de Kylo.
Como lo hemos ya mencionado, Kylo se descubre solamente cuando Rey también descubre su identidad. Ambos descubren sus verdaderas identidades, en tanto comparten juntos la misión de derrotar al emperador. Es interesante, pues esa misión compartida permite que uno descubra su propio lugar en este mundo.
¿Qué nos enseña todo lo dicho? Primero, lo urgente que es descubrir la propia identidad. No solo para descubrir mi lugar, sino porque muchos dependen de mi auténtica respuesta. En ese sentido es una gran responsabilidad e incluso, un deber vivir de acuerdo con mi identidad.
¿Quién conoce mi misión? Mejor dicho, ¿quién nos llama a una misión determinada? Jesús. Dios hecho hombre, quien toca nuestro corazón con su gracia. La misión, además es una gesta compartida por todos los cristianos, quienes estamos juntos, compartiendo una misma aventura. Cada uno tiene su lugar, nadie te puede remplazar, por eso la importancia de la responsabilidad con tu fidelidad a la identidad.
Además, necesitamos de la ayuda de otras personas para descubrir la propia identidad. Esa relación de amistad es esencial para la vida. Para descubrirme a mí mismo, e incluso, para mi felicidad. Para unos, esa búsqueda es más complicada que para otros, pero todos tenemos esa obligación.
No responder a la pregunta ¿quién soy? es ser displicente con la propia vida. Es desperdiciar el regalo más hermoso que hemos recibido de Dios: nuestra existencia.
2. La pelea del bien versus el mal
En «Star Wars: El Ascenso de Skywalker», esta lucha marca la historia de la humanidad. Sabemos que en el origen solo existía la bondad. Al principio solamente estaba Dios, y Dios crea, por amor, de la nada. No necesitó nada para la Creación. Pero luego, Lucifer, rebelde y envidioso del amor divino hacia los hombres, desobedece a Dios, y se dedica a destruir la creación más hermosa del universo: nosotros.
Desde el pecado de nuestros primeros padres, el mal se ha hecho presente en nuestro mundo, y las consecuencias han sido desastrosas. En todos los niveles, hasta lo que cada uno de nosotros sufre y padece en el interior del corazón. El dolor y el sufrimiento no perdona a ninguna persona.
Todos, tarde o temprano, padecemos alguna forma de cruz. No quisiéramos que así fuera, pero es la triste realidad. La cuestión trascendental, presente en el fondo del corazón de cada uno, lo cual marca la historia de la vida personal y la de todos aquellos que comparten nuestra existencia, es mi opción fundamental por el bien o por el mal.
Por lo tanto, esa lucha no se batalla solamente al nivel externo. Países que con sus ejércitos luchan entre sí o guerras fruto de las desigualdades sociales. Así como peleas que pueden surgir al interior de las familias, por ejemplo, cuando hermanos empiezan a «sacarse los ojos» por la herencia paterna.
Es un combate que se pelea dentro de nuestro propio corazón. Ahí es donde se definen, en realidad, los conflictos que son —aparentemente— más visibles. La victoria del bien sobre el mal viene de la lucha espiritual que enfrentamos en nuestro interior, o como se dice, en nuestros corazones.
Quiero describir muy sucintamente el «tira y afloja» que se genera entre Rey y Kylo durante «Star Wars: El Ascenso de Skywalker». Lo primero que salta a la vista es que ambos descubren en su interior esa fuerza (que es la «energía» que une a todas las películas de la saga), que los jalonea del lado oscuro hacia el lado luminoso. Kylo está prácticamente todo el tiempo del lado oscuro, pero siempre queda la puerta abierta hacia una suerte de aguijón que brilla en su interior, y le señala que está yendo por el camino equivocado.
Es fiel al emperador, pero suele parecer como una fidelidad que le cuesta. No le brota —por decirlo de alguna manera— espontáneamente esa fidelidad hacia los Sith. Mientras que Rey está constantemente declarada como alguien que lucha por la rebelión, contra las fuerzas oscuras del Imperio. Busca ayuda y la guía del famoso Luke, escucha las «voces» de los Jedi, y siempre está luchando por el bien.
Sin embargo, tiene una conexión muy íntima con Kyle, que se manifiesta tan profunda en su corazón, que varias veces —aunque se encuentren en lugares muy distantes— pueden casi tocarse físicamente. Kyle está constantemente convenciéndola de que se una a él, hasta que le plantea una unión en vistas a derrocar al emperador, y ser, juntos, los que reinen en la Galaxia.
Una vez más, queda claro en su historia, cómo sus raíces, sus orígenes, sus padres, son fundamentales para que descubra su verdadero camino. Aunque haya matado su padre —Han Solo— en esta tercera entrega, hacia el final, tiene un diálogo conmovedor con su padre. Además, Leia justo antes de «morir» —al buen estilo Jedi— logra una conexión con Kylo —su hijo— que es fundamental para que termine por abrirse a la bondad de Rey, y juntos, combatan la fuerza del emperador.
Por lo tanto, solamente cuando ambos descubren su auténtica identidad, y por lo tanto, su rol en el desenlace Galáctico, permiten que el bien venza sobre el mal. Lo cual, más allá del estilo tradicional de películas épicas, es lo que nosotros sabemos muy bien, por las palabras que nuestro mismo Señor Jesús nos dijo. Regresará en su Gloria, y todos se arrodillarán frente a su poderío, hasta que el último enemigo sea derrotado: la muerte.
3. La esperanza que nunca muere
Esa virtud tan importante y necesaria para nuestra vida cristiana, la vemos en diferentes puntos de «Star Wars: El Ascenso de Skywalker». En Rey, por ejemplo, que no descansa en la búsqueda de su identidad. No tiene las cosas claras, se confunde, casi muere más de una vez, se ve envuelta en trampas, situaciones complicadísimas, pero nunca se rinde.
Siempre confía en que la fuerza la acompaña, y hay un por qué en su vida. Así como nosotros, que nunca deberíamos rendirnos ante los embates del enemigo, o las dificultades de la vida, que vienen y van. Pero la fe en Dios, y la gracia que derrama en nuestras vidas, deberían nutrir el corazón para no desconfiar en que al final, siempre reinará la luz. Aunque caminemos por callados oscuros, y muchas veces estemos envueltos en tinieblas.
Poe Dameron, se ve obligado a remplazar el puesto de Leia y Finn, su fiel compañero de batallas, ambos se ven envueltos en mil peripecias, situaciones que parecen no tener salida. Pero siempre surge un droid, un «as bajo la manga», o una variable inesperada… al final, pareciera que Poe pierde las esperanzas, cuando Palpatine usando el máximo de su poder, logra afectar todas las naves rebeldes y el ataque, que ya parecía una victoria, empieza a deshacerse frente a sus ojos.
Ahí es cuando la fuerza —que traspasa transversalmente toda la historia— inclina la balanza hacia el bien. Hasta que finalmente, triunfa el ejército rebelde, y se instaura la luz de la verdad y la bondad a lo largo y ancho de la Galaxia. Mueren los Sith, desaparece el Imperio y, aparentemente termina la saga, que marcó la vida de casi tres generaciones.
4. Los obstáculos de una verdadera aventura
Tengo un amigo que suele decir que «la aventura empieza cuando perdemos el control de la situación». La verdad es que me parece algo iluminadora la reflexión, porque ¿qué sería una aventura sin problemas y obstáculos que superar? Muchas veces, obstáculos que son realmente difíciles de enfrentar.
Pero así son las dificultades de la vida. Así son los problemas que debemos encarar, y eso nos hace madurar. Asumir con responsabilidad las dificultades, y disponerse a dar soluciones adecuadas, enseña una cualidad propia de personas que están dispuestas a arriesgarse por descubrir caminos para llegar a las mejores soluciones posibles.
Para nosotros cristianos, toda la vida tiene innumerables obstáculos. En el mundo en que vivimos, con sus falsas expectativas del placer, tener y poder —conocidos como la triple concupiscencia— nosotros mismos, que muchas veces nos dejamos vencer por nuestros caprichos y engreimientos —fruto de nuestros pecados personales— y, como no mencionar, nuestro archi enemigo (el demonio), con su ejército maligno, que constantemente está rugiendo como león, buscando a quien devorar.
Pero no nos desanimemos nunca. Como hemos ya hablado anteriormente, no perdamos nunca la esperanza. Busquemos con todas nuestras fuerzas nuestra verdadera identidad, y luchemos con nuestro entero corazón, para que el bien siempre sea más fuerte que el mal, empezando dentro de nuestro propio corazón.
Y finalmente, confiemos en Dios, quién es el dueño de la mies, y nos ha traído ya hace más de 2000 mil años la Salvación. Por eso no tengamos miedo, porque nos acompaña la fuerza, y no precisamente la de «Star Wars: El Ascenso de Skywalker» sino la de Dios, que todo lo puede.
Luchemos con todas nuestras fuerzas para que la gracia de Dios toque cada vez más corazones, y los traiga del lado oscuro hacia la luz del Camino, Verdad y Vida, que es el mismo Señor Jesús.
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