

Le han otorgado el Premio Nobel de Literatura a Jon Fosse, un escritor y dramaturgo ¡católico! Descrito como un novelista que «explora el abismo emocional de la condición humana». En su última obra, Septology, reflexiona sobre la cercanía de Dios y la mística. «Es la única novela que he leído que me ha hecho creer en la realidad de lo divino», expresa un periodista de The New Yorker.
Con más de 50 años e innumerables premios, Jon Fosse ya no quiere ser el centro de atención, prefiere vivir en un pequeño pueblo de Viena, donde la música clásica, las tradiciones y el catolicismo aún están en vigor. Un destino muy aislado: de la fama, las fiestas y el alcohol, tuvo un punto de inflexión, de conversión, que le acercó a su familia, a su trabajo y a Dios.
Para saber más te recomiendo estos dos artículos, uno por infobae y otro por Religión en Libertad.
Jon Fosse y la historia de una conversión



Cuando Fosse abandonó el hogar de su niñez, los fiordos noruegos, también abandonó el anglicanismo, la religión de su hogar, y se declaró marxista y ateo. Y con la llegada de su fama y de sus grandes obras, también llegó el alcohol, «bebía para combatir la ansiedad», «para estar normal», explica él mismo, y «para sobrellevar las fiestas y eventos».
Se encontraba en la miseria y en la gloria: sufría delirios y colapsos por beber sin parar y, al mismo tiempo, era aclamado por sus obras de teatro, novelas y ensayos. Y en este estado llegó, por casualidad, a sus manos un libro del teólogo dominico Eckhart.
Fosse, al igual que Eckhart, había tenido experiencias con la mística. El primero cuando estuvo muy cerca de la muerte y, el segundo, a través de su entrega a Dios. De cualquier forma, este místico medieval le ayudó a acercarse a Dios.
Por la necesidad de compartir con alguien su nuevo descubrimiento, su nueva fe, acudió a los cuáqueros, pero, tiempo después, los abandonó. Y, otra vez, no tenía a nadie con quien compartir sus creencias.
Hasta que, a mediados de los años 80, oyó misa en una iglesia católica, por curiosidad, en Bjørgvin, Noruega. ¡Y le gustó tanto que comenzó un curso para hacerse católico! Sin embargo, tardaría unos años más en ingresar. «No podría haberlo hecho si no fuera por el maestro Eckhart y por su forma de ser católico», comenta.
¡Wow! Mil años después, Eckhart lo acercó a Cristo. Esto hace que pensemos si nosotros estamos haciendo bien nuestro trabajo.
La literatura como un camino a Dios



«¿De dónde viene?», esta es la pregunta que Fosse no ha podido responder. La inspiración, el talento, las capacidades… para escribir, pintar, producir algo hermoso. «Se puede estudiar el cerebro», explicó en la entrevista con The New Yorker, «pero no puedes captar la luz, o el espíritu».
«A veces, cuando me las arreglo para escribir, lo veo como un regalo, como una especie de gracia. No es merecido de alguna manera (…). Incluso una producción de una de mis obras de teatro: cada producción requiere mucho trabajo para que los actores aprendan las líneas, la escenografía y todo. He hecho que tanta gente haga tanto, y no me lo merezco».
El autor noruego ha creado un aclamado cuerpo de trabajos y, aun así, sabe que su talento viene solo de Dios. ¿Tú qué crees? ¿Nos merecemos nosotros todos los aplausos? ¿Es la «gloria» para nosotros o para Él?
Un trabajo en alabanza a Dios



«Para lograr escribir y escribir bien, eso es gracia», piensa Fosse. Y en muestra de su agradecimiento, cada uno de los volúmenes de su última obra, Septology, acaban con una oración como el Ave María, el Padrenuestro, una oración a Jesús o el rezo del rosario, explicó en una entrevista con el medio noruego kristeligt Dagblad.
De la misma forma, quiere que su obra lleve al lector desde la cruz hasta el nacimiento de Jesús. Incluso su innovador estilo, que se caracteriza por una prosa larga, habla de Dios, «también tiene un sentido teológico, escribir una historia sin punto, de modo que la muerte tampoco será un punto, sino como mucho una coma», explicó en la entrevista con el periódico kristeligt Dagblad.
Y, casi como un broche al final de su carrera, podemos utilizar las mismas palabras del periódico noruego, «al final, en la vida del gran escritor solo hay lugar para la familia, la escritura y la diligente asistencia a misa».
Fotografías tomadas de Freepik.
Es difícil cuando nos va bien reconocer que no es mérito nuestro, Fosse es un excelente recordatorio de que todo lo bueno que hacemos es gracias a Dios.