las parroquias

En el video del Papa que te comparto se nos presenta la importancia de que las Iglesias estén abiertas, que verdaderamente sean casa de todos, comunidades cercanas centradas en las personas. Tomando las palabras del Papa te invito a reflexionar sobre lo que es y lo que no son las parroquias.

De esta manera, si la tuya ha caído en algún posible – y, algunas veces, frecuente – error, puedas, de la mano de Dios y con mucha prudencia, ayudar a que sea lo que el Papa nos invita.

Y, sobre todo, lo que Dios mismo las ha llamado a ser cuando nos dice «ámense los unos a los otros como yo mismo los he amado». 

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, una parroquia es una determinada comunidad de fieles que está bajo la autoridad del obispo diocesano y encomendada a un párroco como pastor propio.

Es el lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebración dominical de la Eucaristía. Recordando las palabras de san Juan Crisóstomo, la parroquia es el lugar en donde, al estar muchos reunidos, el grito de todos se eleva a Dios desde un mismo corazón.

En la parroquia se vive la unión de los espíritus, la armonía de las almas y el vínculo de la caridad.

Según lo que nos dice el Papa, las parroquias deben ser comunidades cercanas, sin burocracia, centradas en las personas y donde encontrar el regalo de los sacramentos.

¿Qué nos quiere decir el Papa Francisco con esta «definición»?

Empecemos por la palabra «cercana». Podríamos quedarnos fácilmente en «administradora de los sacramentos», pero el Papa nos recuerda que la Iglesia es una comunidad cercana. Esto tiene grandes implicaciones.

Al afirmar que la parroquia – y, ojo, no estoy diciendo «el párroco» -, deben ser cercanas, nos implica a cada uno de los miembros de la Iglesia.

Siempre es más fácil poner la responsabilidad en otro o decir: «es que el cura…». Pero al reconocer que cada uno de los miembros de la parroquia, al igual que en la Iglesia, somos una «piedra viva», que edificamos el cuerpo de Cristo, su Iglesia y específicamente la parroquia, nos lleva a cuestionarnos nuestra forma de ser Iglesia. La pregunta que nos podemos hacer es: ¿somos nosotros cercanos? 

Es muy importante ver que el Papa nos recuerda inicialmente la cercanía, la importancia de que estemos enfocados en las personas y que somos importantes para la misión de la Iglesia.

Todos los bautizados estamos llamados al servicio, a la pertenencia a la Iglesia, comprendiendo que la parroquia es casa de todos. Allí recibimos el alimento más importante de todos: la Sagrada Eucaristía. 

Las siguientes palabras que utiliza el Papa, que me llaman profundamente la atención. Son «sin burocracia». ¡Qué duras palabras! Pero qué necesarias.

¿No te ha pasado alguna vez que llegas a una parroquia y se siente un lugar cerrado donde solo pueden participar unos cuantos «elegidos» con «cargos» vitalicios de los que son inamovibles? Bueno, pues a mí sí. Es muy duro querer servir y no ser «digno» para ningún encargo.

Habiendo tantas cosas para hacer, ¿por qué no abrir las puertas? ¿Por qué no acoger a los nuevos, abrir los brazos a los que quieren ayudar a construir el Reino?

Unas escuelas del servicio y de la caridad

Este llamado del Papa me remueve el corazón. Me hace pensar que en muchas ocasiones dejamos solos a nuestros párrocos para hacer lo más difícil. Yo vivo en una ciudad donde los párrocos y, en general, los sacerdotes son ya muy mayores. Necesitan mucha ayuda.

Me conmueve ver la cantidad de veces que las personas que no asisten a la Iglesia, pero, sabiendo que en ella se vive la caridad (muchas veces entendida como un paternalismo), van y exigen a los sacerdotes mayores que les den dinero. Siempre – te digo siempre – veo a mi párroco sacar algo de las bolsas de la colecta para ayudar a los que le piden.

Para mí, esto es una enseñanza. Cuando le pregunté por la razón me dijo: «Hija, ya están bastante lejos de la Iglesia, nadie les ayuda. Imagínate si nosotros, pudiendo, tampoco lo hacemos».

Esto puede ser debatible. Me encantaría que me dejaras tus comentarios. 

Las parroquias no son un club para unos pocos

Que el Papa nos recuerde esto nos permite ver la dureza de nuestros corazones. Ver cómo el fariseísmo ha entrado en nuestra Iglesia, en la que muchos creen que debes ser santo para servir; que debes ser el más bueno para entrar. Se nos olvida que Él vino por los pecadores, por los pequeños, por los que lo necesitamos.

La parroquia no es un club privado, es una tienda de campaña en la que se curan todos los que hemos caído en la guerra.  

Demos gracias a Dios que nos dejó casas abiertas para entrar. Para comer con Él, para recibirlo, para llenarnos de su fuerza y así llevar su Palabra a todos los que nos rodean.

Demos gracias porque, al final de cada celebración, se nos recuerda la llamada a irnos con su paz. Para llevarla a nuestras casas, a nuestras sociedades, a nuestro mundo. Y su paz, que es la única que puede transformar el mundo, se hace un encargo para los que, fortalecidos en una comunidad parroquial viva, salen a llevarla, iluminando el mundo.

Las parroquias son comunidades de fe, fraternidad y acogida a los más necesitados

Finalmente, el Papa nos recuerda que la oración es el centro de todo lo que hacemos en las parroquias. Que la fraternidad, la acogida a la que está llamada la parroquia, solo puede ser sostenida en la fuerza de la oración, en la comunión con Dios que hace posible que amemos con su corazón. Recuerda, ¡sin Él no podemos hacer nada! 

No somos una ONG, somos la Iglesia, el cuerpo de Cristo. Unidas a Él, las parroquias son la luz que brilla en su amor que nos lleva a amarnos, a servirnos, a ayudarnos y acogernos, siempre.

En la felicidad, en la tristeza, en el dolor, en el arrepentimiento. Allí recibimos los sacramentos que son la participación de la vida de Dios.