hacer historia

He ido de excursión al campo muchas veces. A lo largo de mi vida, he observado que las personas pasean por paisajes preciosos con tres actitudes diferentes. Puedes ir al campo a pasártelo bien sin pensar en nadie más que en ti mismo y en divertirte: arrancar flores, dejar olvidada la basura, molestar a los animales, no respetar el silencio y la calma, o sea, utilizar el campo para el propio beneficio sin importar las consecuencias o quién vendrá después.

También puedes ir al campo y pasarlo bien con respeto, pensando en los que vendrán después y llevándote la basura. Por último, puedes ir de excursión al campo y disfrutar tratando de dejar las cosas mejor de cómo las has encontrado, recogiendo incluso la basura que dejaron otros.

Y así mismo, hay personas que pasan por el mundo utilizándolo egoístamente a su servicio, sin importarles los demás. Otros pasan con cuidado de dejarlo todo tal y como lo encontraron. Pero, por suerte, hay quien disfruta de este mundo e intenta dejarlo mejor de cómo lo encontró, arreglando incluso aquello que otros no supieron hacer bien.

Esta última es la historia que, como Iglesia, queremos escribir. La historia que se hace a partir de los seres humanos que recogen el testigo y piensan en aquellos que vendrán. La historia que se ha ido haciendo a base de pequeños pasos, a veces discretos pero firmes, que han extendido el mensaje de Dios enterneciendo y dando sentido a la humanidad, la humanidad de ayer, la de hoy y la del mañana.

El vídeo que les presentó me recordó esta idea. Se trata de un comercial de General Motors, épico e inspirador, que habla de la historia que se narra desde el sencillo día a día. ¿Lo vemos?

«Nuestra historia es hacer historia»

Esta frase se repite una y otra vez. Y la idea me recuerda a alguien que nació en una pequeña aldea, hijo de una mujer de campo. Creció en otra aldea y trabajó como carpintero hasta los 30 años. Fue predicador ambulante.

Nunca escribió un libro. Nunca tuvo un cargo público. Ni se casó, ni tuvo casa propia. No fue a la universidad. Nunca viajó más de trescientos kilómetros de su lugar de nacimiento. Nunca hizo nada de lo que hoy se asocia con la grandeza. No tenía más credenciales que él mismo.

Con tan solo 33 años, la opinión pública se volvió en su contra. Sus amigos le abandonaron. Fue entregado a sus enemigos que hicieron mofa de él en un juicio. Fue crucificado entre ladrones. Sus verdugos se jugaron sus vestiduras, la única posesión que tenía. Cuando murió, fue enterrado en una tumba prestada por un amigo.

Pero algo pasó con esta vida discreta y solitaria… pues tras veinte siglos, nadie como él ha cambiado tanto la existencia del hombre en la tierra.

Jesús fue una oveja sencilla que se convirtió en pastor de la humanidad. ¿Cómo lo hizo? Viviendo con coherencia su única vida. Y sigue con nosotros, esa es nuestra gran suerte.

Escuchando su voz y creyendo en su palabra, podemos transformar nuestra vida, una que merezca la pena vivir. Una vida que haga historia mirando más allá del aquí y del ahora.

Ya que te mencionaba sobre la oportunidad de transformar nuestras vidas, quisiera hablarte sobre nuestro nuevo curso online: «Descubre tu grandeza interior: Herramientas de coaching católico para tomar las riendas de tu vida». En él, identificarás los aspectos humanos y espirituales para descubrir el propósito de tu vida. Además, reconocerás la esencia que te hace único y te permite escuchar el proyecto único y emocionante que Dios quiere ofrecerte.