aborto

¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar cómo se ve un aborto fallido? ¿Cómo luce después de algunos años? ¿Es acaso posible que ese “grupillo de células” se pueda ver en algún momento como tú o como yo? En este video Melissa Ohden –sobreviviente de un aborto por inyección salina– quiere mostrarnos esta realidad.

Melissa quien fue expuesta durante 5 días a solución salina estando aún en el vientre de su madre, con 8 meses de gestación, pudo sobrevivir: “La alegría para mí es darme cuenta que ese día, en el que en el hospital me dieron por muerta, una enfermera me escuchó”. “Esa enfermera y ese grupo de profesionales entendieron que valía la pena intentar salvar mi vida”.

Quisiera detenerme en este punto por un momento y reparar en lo que esto significa: ¿Qué diferencia hay entre la bebé que estaba embebida en una solución tóxica dentro del vientre de su madre y la bebé que lloraba minutos después? ¿Por qué de pronto, estas personas la consideraron como una niñita que debía ser salvada? ¿Qué cambió? ¿Por qué valía la pena salvar la vida de esta niña y no la de los cientos de niños que asesinaron ese verano? ¿Qué hubiera pasado si esa enfermera no la hubiera escuchado…a cuántos niños no habrá podido escuchar?

La iglesia católica considera tanto el aborto como el infanticidio como crímenes abominables (CIC 2271). De acuerdo con el Concilio Vaticano II, la vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado. Sin embargo, en muchos países es completamente legal el aborto e ilegal, el infanticidio. Pero en realidad, ¿cuál es la diferencia entre estos dos crímenes? ¿Por qué uno es considerado como un desecho biológico y el otro como una víctima? ¿No es acaso la única diferencia el estado de desarrollo, que en otras palabras es tiempo? ¿Qué diferencia hay entre un no nacido de 6 meses, un niño de 3 años y un joven de 23? ¿La dignidad del ser humano y su valor radica en su nivel de desarrollo biológico? ¿Tú o yo valíamos menos como personas hace 10 años?

Creo que cada vida importa, más aún, creo que cada madre importa. Aunque una mujer haya abortado, no deja de ser madre. Es madre de un niño muerto, sí, pero madre al fin; pues el alma de ese niño es inmortal y madre e hijo serán por toda la eternidad.

Todos estamos conscientes que vivimos en una sociedad que trata de vender el aborto como un derecho. Como dice nuestro Papa Francisco: “(…) El pensamiento dominante propone a veces una ‘falsa compasión’: la que se presenta como una ayuda a la mujer el favorecer el aborto”  Pero ¿en qué forma ayudamos a la mujer convirtiéndola en una asesina de su propio hijo? Le decimos que está bien abortar, la engañamos al decirle que es sólo su cuerpo y le mentimos al no decirle que está también el cuerpo de su hijo: que la combinación de 46 cromosomas se ha formado ya en el momento de la fecundación y que es en ese preciso instante que una secuencia de ADN, distinta a la suya, está presente. Es decir ya existe una nueva persona y que lo único que va a hacer la diferencia en que sea legal matarla o no es el tiempo de vida que tenga.

Regresando al tema de los derechos, el Papa Francisco señala: «La vida humana es sagrada e inviolable. Todo derecho civil se asienta en el reconocimiento del primero y fundamental de los derechos, el derecho a la vida, que no está subordinado a condición alguna, ni cualitativa, ni económica, ni tanto menos ideológica».

Es curioso cómo muchas personas se “rasgan las vestiduras” al defender el “derecho” de abortar y no entienden que asesinar no es un derecho, es un crimen. Si no se defiende el derecho a la vida, todos los demás derechos se ponen en riesgo pues dependen de éste que es el primero y fundamental. ¿Cuántas feministas radicales defienden el aborto so-pretexto de defender a la mujer sin entender que son también mujeres las que son asesinadas bajo los peores métodos?

Desde que en 1973 la Suprema Corte aceptara el aborto como legal, solamente en Estados Unidos, ya van más de 55 millones de personas que han sido asesinadas sea por descuartizamiento, quemadas vivas con soluciones químicas, aspiradas, entre otros. ¿Cuántas más habrán sido aniquiladas alrededor del mundo? ¿Cuántas más tendrán que morir para que entendamos el valor de la vida humana? En el breve video de TxProlife, que también compartimos, se hace hincapié de lo que significa el haberles robado la vida a estas millones de personas. Millones de talentos, cualidades, momentos que le han sido privados al mundo. ¿A cuántos nuestro Dios habría llamado para una misión en particular que se verá eternamente incompleta y que solo entenderemos en su verdadera magnitud al final de los tiempos?

De acuerdo con el Concilio Vaticano IIcada vida importa, más aún, creo que cada madre importa. Aunque una mujer haya abortado, no deja de ser madre. Es madre de un niño muerto, sí, pero madre al fin; pues el alma de ese niño es inmortal y madre e hijo serán por toda la eternidad. Así que no engañemos a nuestras mujeres, sometiéndolas al yugo de la sociedad actual que les grita que abortar no es matar sino liberarse. Luchemos como Iglesia para enseñar que la verdadera libertad no existe sin responsabilidad y que el valor de la vida humana radica y se entiende mejor a la luz de la dignidad que nos da el ser hijos de Dios. Martin Luther King lo explica mejor:

«Aunque muy a menudo no se ve en la iglesia más que un poder hostil a cualquier cambio, en realidad, ella mantiene un ideal poderoso que empuja a los hombres a las más altas cumbres y les abre los ojos sobre su propio destino. De los lugares candentes de África hasta los barrios negros de Alabama, he visto a hombres que se levantaban y sacudían sus cadenas. Acababan de descubrir que eran hijos de Dios y que, a los hijos de Dios, se les hace imposible someterse a ningún yugo».

Dinámica:

Discutir en grupo las preguntas que se incluyen en el texto.