qué es el pride

Terminó junio, «mes del orgullo» y hay una reflexión que se hace cada vez más necesaria: ¿qué actitud debemos asumir como católicos frente al pride? Se trata de un fenómeno que no es posible ignorar pues, a medida que pasa el tiempo, crece. Es cierto que parte de esa mayor visibilidad es producto de una suerte de «moda» que se asume a nivel comercial.

Sin embargo, ya sea por moda o por convicción, el «mes del orgullo» se siente cada vez más presente.

Hay católicos que abrazan con entusiasmo el pride: cambian sus fotos de perfil con temáticas afines, hacen alguna reflexión en sus redes sociales a favor de celebrar el «orgullo», e incluso van a la marcha. Otros, en cambio, se ponen en guardia y cierran filas, afirmando más bien que junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús —lo cual es cierto, pues esta solemnidad se celebra en el mes en cuestión—.

Ahora bien, con relación al pride, me gustaría hacer algunas reflexiones.

Pride: no es un asunto ajeno a nosotros

qué es el pride

Ha quedado atrás el tiempo en el que, como católicos, podíamos hablar de la atracción al mismo sexo como un fenómeno ajeno a la Iglesia o, sin ir tan lejos, a nuestro entorno social o familiar.

Hoy no hay católico que no tenga algún familiar, amigo, compañero de trabajo o de estudio que no experimente atracción por el mismo sexo, o que se identifique como una persona trans.

Puede que incluso la persona que lea estas líneas experimente atracción por el mismo sexo y viva una cruz silenciosa porque no sabe cómo armonizar esto que siente con su fe.

La atracción por el mismo sexo y el fenómeno trans ha dejado de ser un caso de laboratorio para entrar en nuestra realidad. ¿Cómo tratar a mis hijos o a tal tío o sobrino? ¿Cómo me debo dirigir a mis compañeros de trabajo? ¿Debo preguntar el pronombre al hablarle a alguien? ¿Puedo invitar a mi «amigx» trans a Iglesia?

¿Pride es caridad?

Una idea que se viene instalando peligrosamente es que celebrar el pride y el «mes del orgullo» es la única forma de caridad. Es decir, si quieres ser misericordioso, compasivo y comprensivo como Jesús, debes aceptar todo lo que se propone en el “mes del orgullo” y celebrarlo. Esto es un error.

Así como el colectivo LGTBIQ+ no representa a todas las personas que experimentan atracción por el mismo sexo, celebrar y favorecer el pride no es la única forma de respeto que podemos brindar como cristianos.

No comulgar con todas las manifestaciones del «mes del orgullo» no es darle la espalda a quienes experimentan atracción por el mismo sexo o a las personas trans. El pride no tiene el «monopolio de la caridad».

El pride se nutre doctrinalmente de la ideología de género, que plantea un cambio en la concepción del ser humano. Para la ideología de género, el ser humano no es por naturaleza sexuado, siendo que los marcadores biológicos con los que uno nace —genes, cromosomas, células y órganos sexuales, estructura ósea, estructura cerebral— son irrelevantes.

Uno puede ser lo que quiera ser, y esto es parte de lo que celebra en el «mes del orgullo». Es este cambio en la concepción del ser humano —o cambio antropológico— lo que hace del pride un bocado muy difícil de digerir para un cristiano.

Una mirada cristiana de la atracción por el mismo sexo

Hay tres ideas que me parecen clave para entender la mirada cristiana respecto de quienes experimentan atracción por el mismo sexo.

1. Lo que sientes no cambia lo que eres

qué es el pride

Hay que hacer una distinción entre lo que uno siente y lo que uno es. En el plano de lo que uno siente, uno puede experimentar atracción por alguien del mismo sexo.

Sin embargo, esa atracción que uno experimenta no afecta lo que uno es: uno es un hombre que experimenta atracción por hombres o una mujer que experimenta atracción por mujeres. 

Ahora bien, — y esto es clave — el hecho de experimentar atracción por alguien del mismo sexo no lo hace a uno menos hombre o menos mujer. En efecto, ser hombre o mujer es algo que viene dado. No cambia ni se ve afectado por los sentimientos que uno pueda tener.

2. Tu identidad es ser hijo de Dios

La movida del pride —sostenida por la ideología de género— nos lleva a etiquetar: transgénero, cisgénero, intersexual, género fluido, queer, bigénero, etcétera. Y se busca que esa etiqueta defina la identidad, lo cual se ve reforzado por la práctica de solicitar que la gente se dirija a cada uno con los pronombres de su preferencia.

Sin embargo, los afectos no definen la identidad; en todo caso, la marcan a un nivel superficial, pues son cambiantes. Desde una mirada cristiana, no son los afectos los que definen la identidad de la persona, sino el hecho de ser hijos de Dios. Por eso, no es lo mismo decir: «soy homosexual» que «tengo atracción por el mismo sexo».

En el segundo caso, reconozco que aquello que siento no me define. Lo cual me abre a la posibilidad de definir mi identidad en base notas más hondas: soy hijo de Dios.

3. La castidad es un punto de llegada

A una persona que experimenta atracción por el mismo sexo, Cristo, a través de la Iglesia, la invita a vivir la castidad. Ahora bien, la vivencia de esta virtud siempre es difícil. Especialmente en la juventud, ya sea que uno experimente o no atracción por el mismo sexo. 

La conversión supone un cambio profundo que se expresa en una renovada forma de vida. Sin embargo, ese cambio solo es posible a la luz de un profundo encuentro con la persona de Cristo.

En la Iglesia, para una persona que experimenta atracción por el mismo sexo solo es posible la vivencia de la castidad en el marco de un profundo encuentro con Jesús. El cual no siempre se da al inicio del proceso de conversión. 

Esto no quiere decir que, mientras no se dé esta conversión, haya que llamar bueno a lo que no lo es. Lo que quiere decir es que alcanzar el bien al que estamos llamados es un fruto que debemos dejar madurar según los tiempos de Dios.

Hablar de estos temas — y no en el sentido de lo «políticamente correcto» — no es sencillo. Sin embargo, desde una perspectiva cristiana, la caridad siempre debe ir unida a la verdad. Decir la verdad es también una forma de caridad.

Nuestro autor dirige un proyecto llamado Ama Fuerte (www.amafuerte.com) donde puedes encontrar contenidos de sexualidad y afectividad.