

A diario observamos numerosos signos y símbolos a nuestro alrededor. Por ejemplo, el semáforo nos indica si podemos continuar o debemos detenernos y esperar. Lo mismo ocurre con los emojis usados al comunicarnos por WhatsApp.
«Como ser social, el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios» (Catecismo, n. 1146).
En la liturgia, que es el culto público (Pío XII, Mediator Dei et Hominum), utilizamos signos y símbolos con el fin de adorar a Dios Padre, a través de Jesucristo que se ofrece al Creador, por la salvación de la humanidad.
Nuestro cuerpo nos ayuda a comunicarnos sin necesidad de palabras, como lo demuestra el video «Una coreografía original», de Sadeck Waff (canal Paris 2024, de YouTube).
¡Impresionante! Imagina que cada uno ejecutara los movimientos que se le ocurrieran de repente. El resultado sería un completo desorden y no se vería bien.
Si algunos hicieran la coreografía de forma correcta, pero otros no, lo más probable es que estos desorienten a los primeros. La belleza viene del orden y de estar coordinados.
¿En qué podemos relacionar una coreografía con la liturgia?
Gestos y actitudes
Los gestos y actitudes son un medio de oración. Inclinar la cabeza significa reverencia, la genuflexión indica sumisión y adoración, la señal de la cruz es el signo del cristiano.
Cuando nos ponemos de pie demostramos respeto y el estar sentados refleja escucha y meditación. Arrodillarnos es signo de adoración y humildad y juntar las manos es actitud de oración.
Al responder, cantar o llevar a cabo otra expresión que nos indique la Iglesia, durante una ceremonia, se hace necesario mantener la unidad, el orden y la armonía para que reunidos como la gran familia de Dios (Ef 2, 19) podamos darle gloria a Él.
Aprender y transmitir
Vimos en el video que 256 manos se levantan al unísono detrás del coreógrafo, con una asombrosa sincronización. Para llegar a ello han requerido varias horas de ensayo, aprender la secuencia y saber con precisión en qué momento intervendrían.
Algo similar ocurre en la liturgia, necesitamos participar de manera plena, consciente y activa. De ahí que es fundamental conocer y aprender qué gestos y acciones se llevan a la práctica durante la celebración.
El Papa Francisco escribió en la Carta Apostólica «Desiderio Desideravi»:
«Realizar todos juntos el mismo gesto, hablar todos a la vez, transmite a los individuos la fuerza de toda la asamblea. Es decir, es un signo de la unidad de los integrantes de la comunidad cristiana congregados para celebrar la sagrada liturgia».
Es fácil dejarse llevar por el desgano, indiferencia, costumbre, por eso es importante que estemos conscientes del buen uso de los gestos y actitudes con el debido orden, armonía y belleza.
Ese es el camino para una plena, consciente y activa participación en la liturgia.
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