¿Qué es la gracia de Dios y cómo obtenerla?

La buena de santa Teresa de Jesús, decía: «Humildad es andar en verdad» o, expresado en un lenguaje más actualizado «la humildad significa reconocer la verdad».

Cuando le preguntan a Juan el Bautista qué es lo que hay que hacer para salvarse dice: «El que tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene», a los publicanos «no exijan más de lo estipulado», a los soldados «no hagan falsas denuncias y confórmense con su sueldo».

Y como la gente estaba a la expectativa, como nos relata el Evangelio de Lucas, Juan el Bautista se puso a hablar de Nuestro Señor: «Viene uno al que no soy digno de atarle la correa de las sandalias, que los bautizará en el Espíritu Santo y en Fuego».

Necesitamos ayuda «de arriba»

¿Por qué el brusco cambio de tema de Juan el Bautista? Porque Juan estaba indicando a los que le preguntaban, las cosas que podían hacer para «comenzar» el camino de la Salvación, es decir lo que podían hacer por sus propias fuerzas, con su «naturaleza».

Pero parece que esto no alcanza, y que necesitamos que «alguien» venga en nuestro auxilio. Juan cierra su predicación con una frase que tiene una clave importante: «Es necesario que Él crezca y yo disminuya».

Un recurso genial para catequesis

Los chicos de «Avanzada Católica» nos presentan un hermoso recurso para comenzar a hablar de la gracia. La gracia es lo que Dios nos da sin merecerlo, es decir, ¡todo!

«Todo es gracia» decía la pequeña gran santa Teresita, porque si creemos que algo, por muy pequeño que sea de lo que hacemos es «porque somos buenos» o porque «lo merecemos», entonces estamos «fregando» nuestra Salvación.

Y lo ejemplifica muy bien el hermano José Ignacio en este video que les compartimos hoy:

«Si ponemos el centro en nosotros, en lo que nosotros podemos hacer, entonces la vida de la gracia se apaga, porque estamos poniendo el centro en donde no tiene que ir.

Pero en cuanto sabemos que todo lo que podemos hacer es solamente porque somos dóciles a la gracia, y que incluso esa docilidad nos la regala Dios, ¡Entonces sí podemos crecer en la vida espiritual!»

Y allí es donde entra este primer capítulo de la serie dedicada a la gracia que hacen los chicos de «Avanzada Católica» (y que te recomiendo seguir porque ¡tienen material espectacular!).

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Para poder aceptar y recibir la gracia, tenemos que ser humildes, es decir, «andar en verdad» y reconocer que sin Dios nada podemos, y que necesitamos toda la ayuda de Dios para ser santos.

¿Podemos ser buenos? ¡Naturalmente que sí! (Es decir, podemos ser naturalmente buenos) pero para ser santos, sí o sí necesitamos la gracia de Dios.

Los recursos de apostolado, ¿nos llegan?

Hay veces que decimos ¡Qué buen recurso para mi catequesis! o ¡Esto lo puedo usar para enseñarles a mis alumnos sobre la humildad! Y no está mal que sea así.

Pero me parece mucho mejor si comenzamos por algo más básico: ¿Puedo aplicar esto a mi vida?, ¿este recurso de apostolado me sirve a mí como pecador que tiene que pedir constantemente el auxilio de la gracia para no pecar más?

¡Y entonces, sí, llevarlo a nuestro apostolado! Porque tenemos que poner en práctica aquello que enseñamos, y el primer paso para poder enseñar es practicar lo que enseño.

Si tomamos los recursos del apostolado de este modo, entonces sí tendremos frutos abundantes. Porque estamos llamados a dar mucho fruto, no porque nosotros seamos buenos, sino porque dejamos que Él crezca mientras nosotros disminuimos.

¡Buen predicador es Don Ejemplo! La palabra puede convencer (o no) pero el ejemplo arrastra. ¡Que hoy tu apostolado crezca con tu ejemplo!