La historia empieza con un personaje peculiar: «Purl», un ovillo de lana rosada con grandes ojos celestes que entra a trabajar en una oficina llena de hombres de traje. Desde su atuendo hasta su forma de ser, pasando por la decoración de su puesto de trabajo y sus bromas, de lo más femeninas, la hacen sentir que no encaja en ese lugar.

Las primeras mujeres que entraron a estudiar a la universidad y después al mundo laboral, seguramente se sentían aún más excluidas que un «ovillo rosado» en una oficina de hombres. Con el tiempo, eso ha ido cambiando y ahora las mujeres somos una parte importantísima de la fuerza laboral. Sin embargo, en algunos lugares del mundo e incluso en industrias predominantemente masculinas, probablemente muchas mujeres se sientan aún así.

Este corto de Pixar, nos trae una luz de esperanza y nos deja algunas ideas sobre el tema de la mujer en el mundo laboral.

¿Es necesario cambiar para adaptarse?

«Purl», nuestra amiga color rosa, entra al inicio con mucho ánimo y alegría, saludando a todos con amabilidad y tratando de adaptarse en los espacios de trabajo y ocio de la oficina, pero aún así es rechazada. Es ahí, cuando «Purl» decide que su mejor opción es convertirse en «uno más» y se teje un traje, cambia de tono de voz y empieza a tomar una actitud más agresiva. La igualdad de género muchas veces pretende que hombres y mujeres seamos exactamente iguales, perdiendo de vista el valor de la identidad, las diferencias y complementariedad entre los sexos.

El Papa Juan Pablo II ha abordado este tema magistralmente en su Carta Apostólica Mulieris Dignitatem y citando partes del Génesis, nos recuerda que Dios nos ha creado al varón y la mujer a su imagen y semejanza. Es decir que los dos sexos poseemos «la misma naturaleza de seres racionales y libres» con «una relación directa y personal con Dios», lo que implica que somos iguales en dignidad.

De igual forma, San Josemaría Escrivá, afirmaba en uno de sus escritos que el «desarrollo, madurez, emancipación de la mujer, no deben significar un pretexto de igualdad —de uniformidad— respecto al hombre, una «imitación» de los modelos masculinos: esto para la mujer no sería una conquista, sino más bien una pérdida». Y es exactamente lo que sucede con «Purl» en esta historia, pues al inicio, parece tener mucho éxito con su cambio de identidad, pero con el tiempo, se da cuenta de que no es feliz porque no es ella misma, ha perdido características de su esencia.  

El aporte de la mujer en el mundo laboral y la sociedad

De repente un día, llega Lacy, un dulce ovillo de lana amarilla, muy parecida a nuestra protagonista, pero ella no esconde para nada su femineidad y esto impacta a «Purl». Aunque su primera reacción es burlarse de ella y excluirla del grupo, pronto recapacita y la invita a formar parte. Esta decisión valiente, marca un antes y un después en la vida de todos en la oficina.

La feminidad, alegría, empatía y sensibilidad de una mujer, pueden aportar mucho en el ambiente laboral y social. Y justamente esto supo reconocer Jesucristo hace más de dos mil años, cuando a pesar de que un su tiempo, la mujer no tenía derechos, el se detuvo a dialogar con ellas «sobre los misterios de Dios», evidenciando en sus respuestas una sensibilidad especial. Y de forma aún más increíble, muestra su misericordia con muchas de ellas, incluso con las pecadoras públicas de ese entonces. Y finalmente, a la hora de su muerte y resurrección «son las mujeres quienes dan el testimonio más vigoroso de unión con Cristo».  

El ejemplo más bonito y real que tenemos los cristianos, es María. Dios la eligió como mujer, para ser una pieza fundamental en la historia de la salvación, siendo «la primera en recibir, conservar y transmitir la Buena Nueva; su feminidad es el lugar en el que el amor de Dios se interioriza y profundiza en la medida que no tiene igual».

Algunas corrientes feministas rechazan la idea de que María sea un punto de referencia de la mujer, pues interpretan su afirmación de ser «esclava del Señor» de manera negativa. En Mulieris Dignitatem, Juan Pablo II, explica que en María tuvo una «participación plena» y libre de su «yo personal y femenino» como una donación voluntaria de sí. Pero además, cabe resaltar que la caridad y la disponibilidad de servir a los demás, son virtudes totalmente contrarias a la esclavitud.

Juntos trabajamos mejor

En la última escena, «Purl» da la bienvenida a un nuevo trabajador y cuando abren el ascensor, se ve a muchos ovillos de lana trabajando en la oficina y participando en todos los espacios. La diferencia entre ellas y sus compañeros de trabajo es muy notoria, pero también se nota la riqueza de su complementariedad.

Quiero contarles que en mi trabajo actual, estoy en un equipo de mayoría masculina y muchas veces sentí que no encajaba, pero poco a poco me he ido dando cuenta del valor de una mente femenina en el equipo y sobretodo de mis aportes al generar un mejor ambiente, organizar y estructurar el trabajo e intentar que todos en el equipo se sientan escuchados y apoyados. Esto coincide con estudios recientes, que confirman que la mujer ofrece una contribución más concretamente humana a las relaciones interpersonales.

Pero, no significa que las mujeres deben crear un mundo más humano con su sola presencia y más que los hombres, significa que la sociedad podrá cambiar solo si todos sabemos «acoger la invitación del Papa a dar vida a una nueva cultura, marcada por la comprensión, el amor, el don de sí y de aquella recíproca actitud de servicio que Dios ha inscrito en cada uno de ellos en el principio de la creación y de la redención» (Mulieris Dignitatem, 18).