

Desde hace unos días la protestas en Hong Kong vienen acaparando los titulares de la prensa y medios de comunicación de casi toda la comunidad internacional. Hace un par de días se hizo viral un video en donde se puede ver a la impresionante multitud de manifestantes abrir paso a una ambulancia. Todos se movían de una manera tan ordenada y coordinada que parecía que lo hubieran ensayado.
Abriendo paso a una ambulancia en las últimas protestas de Hong Kong #respeto pic.twitter.com/IuCnvpaxlV
— Becario en Hoth (@becarioenhoth) 17 de junio de 2019
Un gesto de respeto y bondad
El mundo por un minuto deja de reflexionar y ocuparse de las razones (múltiples) que ocasionan la manifestación y se asombran frente a un gesto de respeto y bondad a la emergencia de un ser humano llevado en una ambulancia.
¿Me pregunto por qué nos impresionan estos contrastes? Qué complejo es el ser humano. En un minuto podemos estar manifestándonos (por razones justas o no), tomando las calles, paralizando la ciudad, gritando y pensando en mil cosas distintas. Pero de pronto el silencio y la bondad se abren camino, prevalecen y nos asombran.
¿No sucede esto en nosotros mismos día tras día?, ¿cómo es que soy capaz de elegir el bien sobre el mal y en no pocos casos el mal sobre el bien? Soy trigo pero también en mi interior hay una semilla de cizaña que no es fácil de identificar. No es tan sencillo como arrancarla de raíz para que el trigo sea lo único que prevalezca, «no sea que al arrancar la cizaña, arranque con ella también el trigo» (Mt 13, 29) que necesita crecer.
¿Será que cumplir reglas nos garantiza la Salvación?
¿Cómo es que no nos volvemos locos conviviendo con el bien y el mal habitando dentro de nosotros mismos? Me pregunto si el cumplir reglas, ser obediente, y tomar decisiones radicales son la garantía para hacer siempre lo correcto y ganarnos la Salvación.
Mirando ese mar de gente que de pronto hace un alto y no solo reconoce el bien sino que le abre paso y lo permite, pienso en mi propia vida. Aquí no estoy juzgando ni valorando las protestas en Hong Kong, simplemente observo un acto que me hace pensar en cómo es que nos comportamos los seres humanos en la vida en general. Cómo es que en un momento alguien a quien consideramos malvado puede tener un acto de compasión y ternura y al mismo tiempo alguien a quien consideramos bondadoso y amable puede también tener una conducta radicalmente equivocada y dañina.
Siento que a veces estamos más enfocados en ver esa disputa entre el bien y el mal fuera de nosotros. Empezamos a juzgar, a tomar bandos, a ser nosotros contra ellos e ingenuamente olvidamos que esa batalla en realidad se lleva a cabo dentro nuestro.
Como cristianos creo que necesitamos tener esto presente, no para justificar nuestro mal sino para conscientemente dirigirnos hacia el bien. Dirección que pasa por volver cada vez más profunda e íntima mi relación con Cristo, una relación que no se funda en reglas y normas vacías sino en el amor, el bien, la bondad y la verdad.
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