

Este impresionante video motivacional de Prince EA «Stop wasting your life» aborda varios temas de un modo que hizo que me replanteara varias ideas que tenía interiorizadas en mi cabeza. Cuando veas el vídeo, créeme que no te dejara indiferente por la cantidad de ideas que cuestiona en tan poco tiempo.
En «Stop wasting your life» de Prince EAhace una declaración muy certera y que da que pensar: «para bien o para mal la mayoría de tu vida la pasarás en el trabajo»; por lo que aconseja: «no pases ese tiempo infeliz». Estas son las ideas que aborda que me hicieron reflexionar.
¿Por qué todo en la vida parece orientado hacia el logro profesional?
Desde hace un tiempo en numerosos colegios enfocan su educación hacia la formación de grandes profesionales. También las universidades se vuelven cada vez más técnicas y centradas en las salidas profesionales de sus alumnos. No tanto en el desarrollo del saber por amor a él.
Me atrevo a decir que las universidades modernas tratan de instrumentalizar el saber y hacerlo útil al mercado laboral. Vivimos, ya desde nuestra niñez, orientados hacia lograr ser profesionales de éxito como si eso fuese lo único de lo que se tratase la vida. Consumidos en esa idea ponemos todos nuestros esfuerzos en desarrollar una «carrera profesional»de éxito casi por sistema. Sin pararnos a pensar, muchas veces, cuál es nuestra vocación laboral y dónde es el lugar en el que puedo servir mejor al mundo con los talentos que tengo y que, a la vez, en el desarrollo de estos sea feliz.
Como bien argumenta el filósofo coreano Byung Chul Han en su libro «La sociedad del cansancio» vivimos en un mundo donde nos explotamos a nosotros mismos y parece que eso es señal de que nos estamos realizando.
Y creo que gran parte del problema parte del enfoque que le damos al trabajo. El trabajo ha pasado de ser considerado un medio a ser considerado casi como un fin en sí mismo. Incluso cuando se «usa» como medio es para alcanzar metas que en el fondo nunca van a hacernos felices. Vivimos agobiados cuando vemos y vivimos el trabajo como algo que no es. Por ello es importante reconocer el sentido objetivo que tiene éste en nuestra vida.
Un proceso de crecimiento, de maduración…
Es cierto que el hombre ha trabajado desde siempre. El trabajo siempre ha sido algo no deseado para el hombre. Todos preferimos estar de vacaciones antes que trabajar. Sin embargo, el trabajo es una realidad en nuestra vida. Es cierto que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo trabajando, el trabajo es también nuestro campo de batalla.
Por ello, me parece importante que, tras haber hecho un proceso de crecimiento y maduración personal donde hayamos podido discernir cuales son nuestros dones, decidamos servir al mundo en base a ellos. Veo de gran relevancia tener ese enfoque. Creo que solo cuando vemos el trabajo como un servicio podremos amarlo sea cual sea.
En el fondo, si Dios nos ha dado unos dones y no otros, una realidad y no otra, es porque confía en que los pongamos a disposición de los demás. Dicho de otra forma, el mundo cuenta con que desarrollemos nuestros talentos en beneficio de los demás.
Creo firmemente que solo si vemos nuestro trabajo como un salir de uno mismo para poder aportar algo bueno o útil al mundo tendemos la posibilidad amar nuestro trabajo y sentirnos realizados y felices con él. De este modo, aunque pasemos muchas horas en el trabajo, e incluso en un trabajo que quizá no nos gusta, nos será más fácil amarlo y agradecer que podemos servir de algún modo a los demás.
Es entonces cuando, al tener esa mirada y esa disposición de corazón enfocada en el servicio a los demás y al reino de Dios, podremos ver como un bien el pasar la mayoría de nuestra vida en el trabajo. El trabajo visto y vivido de forma correcta será un medio para servir y amar mejor. Será una dimensión de nuestra vida que también podrá contribuir a nuestra felicidad.
«El hombre no debe limitarse a hacer cosas, a construir objetos. El trabajo nace del amor, manifiesta el amor y se ordena al amor. Reconocemos a Dios no sólo en el espectáculo de la naturaleza, sino también en la experiencia de nuestra propia labor, de nuestro esfuerzo» afirmaba san Josemaría Escrivá.
Sustituir la idea de carrera profesional por trayectoria profesional
Otra de las luchas en las que me ha hecho pensar este video de ritmo frenético es en cómo nos hemos creído e interiorizado el concepto «carrera profesional». Pienso que este término «carrera profesional» debería sustituirse por el de «trayectoria profesional».
El ritmo rápido del vídeo me ha recordado que una carrera exige oponentes. Alguien contra quien corro, alguien a quien ganar, exige un ritmo alto, casi asfixiante, exige rapidez, exige centrarse en la meta y no tanto disfrutar del camino.
La palabra trayectoria, en cambio, me sugiere mucho más a un paseo. Un paseo que se disfruta, que se va a paso más tranquilo, disfrutando y enfocando bien el destino. Creo que el lenguaje a veces puede jugar en nuestra contra o a nuestro favor. Por ello, si es importante un espacio de reflexión previo, saber en qué eres bueno, en qué disfrutas, para poder aportarlo luego en ese trayecto profesional vital, me parece mucho más adecuado el término «trayectoria profesional».
Es importante en ambos casos ser «exitoso», pero el éxito en una carrera me parece que implica dar lo mejor de uno mismo, pero contra un otro a quien batir, focalizado en el fin y en el «yo». En la trayectoria veo el éxito también como un vencer, pero en este caso a uno mismo, no a un oponente, y vencerse a cada paso para poder servir mejor con lo que cada uno tiene a cada momento, también viendo una meta pero gozándola ya en cada paso que se da puesto que el enfoque está en el servicio y no hay mayor gozo que el de servir a los demás.
El esfuerzo por sacar adelante la propia ocupación ordinaria, será ocasión de vivir esa Cruz que es esencial para el cristiano. La experiencia de vuestra debilidad, los fracasos que existen siempre en todo esfuerzo humano, os darán más realismo, más humildad, más comprensión con los demás. Los éxitos y las alegrías os invitarán a dar gracias, y a pensar que no vivís para vosotros mismos, sino para el servicio de los demás y de Dios» declaraba el santo del trabajo ordinario.
¿Puedo tener éxito profesional sin «éxito personal»?
«Nos han engañado para que nos quedemos estancados en trabajos que, literalmente, nos están enfermando». Con dureza Prince EA hace esta declaración. Una declaración que esconde gran parte de verdad. Compara nuestra forma de ver la vida tan eclipsada por el trabajo con una carrera de ratas de la que debemos huir. El enfoque que él critica es el de: «voy a trabajar mucho ahora que soy joven para hacer dinero y luego ser feliz teniendo una vida cómoda».
Este enfoque es el de muchas personas hoy en día y lo cierto es que tiene razón cuando dice que acabamos centrándonos tanto en esa idea que somos capaces de sacrificar muchas cosas de nuestra vida, de nuestro presente, posponiendo una deseada futura felicidad.
«¿De qué nos sirve hacer lo que todo el mundo hace por sistema? El mundo no es un videojuego que podamos rehacer o volver al nivel. El tiempo pasa y pasa para todos mientras estamos sacrificando nuestro presente porque tenemos la mirada demasiado puesta en el futuro. Toma el control y deja de creer en las mentiras que se le dice a la sociedad como que trabajar en exceso es genial y estar estresado es un símbolo de estatus» continua Prince EA en «Stop wasting your life»
Lo que no hay que perder de vista
Es cierto que el hecho de tener la mirada solo centrada en el futuro nos puede hacer perder de vista que en el presente es donde vivimos. Si bien también es cierto que para conseguir bienes mayores casi siempre hay que sacrificar cosas buenas del presente.
El llamado «coste de oportunidad» de elegir algo bueno para el futuro sacrificando algo del presente no tiene por qué ser malo pero es importante que ese sacrificio, que hacemos por un bien mayor del futuro, sea fruto de una elección interior libre para poder vivirlo con alegría y no con resignación.
Es importante que, si elegimos sacrificar determinadas cosas del presente por un bien futuro, hayamos hecho un buen discernimiento y sepamos vivir el presente identificando las pequeñas realidades buenas como signo de esa recompensa futura que hemos pospuesto.
Discernir y priorizar
Si no hemos discernido bien, si no hemos sabido priorizar bien, podemos arriesgarnos a vivir una vida condenada a no ser vivida en el presente. Solo es en el presente donde podemos encontrar destellos de eternidad, solo es en el presente donde podemos ser felices. Que el querer tener éxito profesional sin sentido no nos impida ser exitosos en nuestra vida de forma integral.
Que no nos ciegue el perseguir éxito profesional ni olvidemos que el verdadero éxito consiste en ser libre de amar y servir cada realidad que se nos confía en el presente. San Josemaría ilustraba esta idea con estas palabras:
«Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día. Sabedlo bien: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir».
Prince EA en«Stop wasting your life» nos dice que la mentira más grande que nos han dicho es la de mantener un equilibrio entre el trabajo y la vida y estoy de acuerdo con él en que ese enfoque no tiene mucha razón de ser. Vivimos rodeados de la idea de que tenemos que encontrar equilibrio entre el trabajo y la vida y él bien defiende que debería ser al revés, la vida estar antes que el trabajo porque, es muy cierto que cuando tu vida es mejor, tu trabajo es mejor.
Más de una vez he escuchado la frase: «necesito estar bien en casa para luego poder rendir en el trabajo». Veo de forma muy clara que ese enfoque no es bueno. Pero algo que también veo es que disociamos siempre el trabajo de la vida. Como si fueran ámbitos muy diferentes que no tuvieran nada que ver.
Casi como si fueran dos personas diferentes las que están en cada realidad. Ante la idea «la vida debería estar antes que el trabajo» pienso que en el trabajo también se pueden y deben crear espacios de vida.
¿Cómo santificar el trabajo?
El trabajo es un espacio, una realidad de mi vida, donde se me necesita a mí con mi corazón dispuesto a servi. Somos una misma persona y estamos en muchos ámbitos distintos, pero todos forman parte de nuestra realidad y nos reclaman y precisan de forma integral. Es por eso por lo que cuando vivimos de forma real, conforme a nuestra identidad.
Solo se comprende en clave de don, siendo nosotros mismos en todos los ámbitos, podremos alcanzar en el presente el éxito. Éxito que no es otra cosa que ser y vivir siendo lo que somos y debemos ser.
No concibo la idea de que alguien pueda tener éxito verdadero en lo personal y no en lo profesional. Ni profesional y no en lo personal. Porque el cristiano, que comprende de verdad lo que es el éxito, tiende a integrar la vida con cada realidad que se le presenta. Es así como convierte la realidad en un espacio de vida digno de ser abrazado, amado y servido. Puede, entonces, vivir cualquier realidad de forma exitosa.
Hay una expresión muy luminosa de san Josemaría que condensa este modo de actuar:
«Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo, santificar con el trabajo».
¿Cómo ser feliz en el ahora?
Por esto mismo que hemos comentado, me planteo en lo bueno que sería repensar el enfoque que le damos al trabajo y a nuestra vida. ¿Cuántas veces estás trabajando y deseando que llegue el fin de semana? ¿o las esperadas vacaciones? ¿o estás contando las horas para que termine ya tu jornada?
Nos pasamos la vida esperando situaciones más idílicas para poder ser felices allí cuando estas se den. Como hemos comentado, no nos conformemos en ser gente que diga constantemente: «y luego seré feliz». Posponer «la recompensa» no implica no disfrutar del proceso que nos lleva a ella.
A veces al mirar el presente solo vemos una cruz que nos agobia y molesta. Una Cruz que debe esperar para ver la Resurrección que se dará en un futuro. En el fondo, muchas veces posponemos nuestra felicidad. Porque no nos damos cuenta de que la Cruz ya incluye la Vida de Cristo resucitado. Ya incluye esa transformación de la realidad que, de ser indeseable para nosotros, puede pasar a ser glorificada. A ser un espacio de Vida en mayúsculas.
Dejarse integrar con la vida de Cristo, con el amor de Dios, es el verdadero éxito del cristiano. También la verdadera felicidad que solo tiene cabida en el presente. Por ello, podemos afirmar lo que proclamaba san Josemaría Escrivá:
«¡No es verdad que tus días sean iguales! si pones amor en tus días, cada día es distinto».
Entonces, ¿cómo hago para ser feliz?
Prince EA repite «Stop wasting your life» que «la felicidad es una elección, pero cualquiera que diga que es fácil ha mentido, no es fácil, pero tienes que intentarlo». Podríamos decir entonces, que, si la felicidad es una elección, y la felicidad es unirnos con Cristo, decidir integrar la Vida de Cristo, la Vida del Cielo, con nuestra vida a cada momento y en cada realidad es la clave para la felicidad.
Unirnos con Él, tratar de hacerlo, aunque cueste es la clave para ser felices tanto en el trabajo como en cualquier otro ámbito de nuestra vida. La clave para mí es que cuando vivimos fusionados a Él, cuando Le dejamos que viva en nosotros, Él nos ordena el corazón y nos ayuda a discernir y a priorizar, nos ayuda a vivir sin perder el norte.
Como en la cita que menciona Prince EA en «Stop wasting your life» «el problema es que crees que tienes tiempo». Si no vivimos con Cristo nos despistamos con facilidad y no solo no hallamos nuestra identidad, sino que vivimos la realidad de forma distorsionada. Con la percepción de que siempre estamos a tiempo de vivir el pasado de forma mejor. Lo cierto es que, aunque sí siempre estamos a tiempo de recomenzar, el tiempo pasa para todos. Como bien decía el gran santo del trabajo ordinario, San Jose María Escrivá:
«Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado».
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