Presentación de Jesús en el templo: cómo fue y significado

Hoy la Iglesia Universal celebra la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo. Muchas veces me he preguntado qué significado tiene esta escena en la vida del cristiano, más allá de la enseñanza de la Sagrada Familia de respetar las fiestas y la ley de Dios (perdón mi ignorancia).

Para salir de ella, este año se me ocurrió leer un poco más el pasaje y buscar algunas homilías y catequesis que existen sobre el tema. Es una fiesta de toda la Iglesia y percibía que a mí se me estaba pasando algo de largo. ¿No les ha pasado?

La búsqueda dio fruto y encontré esta hermosa catequesis perteneciente a las audiencias generales de los miércoles de san Juan Pablo II. El 8 de enero de 1997, su santidad en unas sentidas palabras nos hace llegar una reflexión hermosa sobre:

«La cooperación de la mujer en el misterio de la redención» y en ella no solo nos habla del papel de la mujer, sino de la misión del cristiano en la historia del pueblo de Dios.

La catequesis es un documento muy sentido que me ha llevado a una serie de reflexiones que quiero compartir con ustedes para hacerle honor a la Presentación de Jesús en el templo.

Las he ordenado siguiendo el orden de la misma, ¡empecemos!

1. La mujer en el misterio de la redención

«Al entregar a su Hijo, recibido poco antes de Dios, para consagrarlo a su misión de salvación, María se entrega también a sí misma a esa misión.

Se trata de un gesto de participación interior, que no es solo fruto del natural afecto materno, sino que sobre todo expresa el consentimiento de la mujer nueva a la obra redentora de Cristo».

Las palabras de san Juan Pablo II, me llegan en un momento en el que cuestiono tanto las diferencias entre hombre y mujer. Me hacen ver que la participación de María, esconde un dato relevante en el hecho de ser mujer.

Una mujer que con su propia existencia y las respuestas libres y comprometidas al plan de Dios, ilumina la vocación de todas las mujeres. 

Las «sietes espadas» que traspasan el corazón de María no solo nos hablan de dolor y sacrificio, nos hablan también de la valentía (y triunfo) experimentada por ella en su propio interior.

Y yo pienso que así como María, cada mujer en su experiencia de posible madre, en su vivencia de la maternidad y de su feminidad, tiene también esta posibilidad de entrega y cooperación especial con el plan salvífico de Dios.

¡Una mirada distinta, una entrega diferente, insustituible, complementaria!

2. La decisión que cada uno debe tomar

Presentación de Jesús en el templo: cómo fue y significado

Simeón a María, solo a María, le entrega unas palabras que siempre me han producido escalofríos. Qué raro debe ser que un extraño se te acerque y te diga semejantes cosas:

«Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción…» (Lc 2, 34). En esta breve frase queda clara la opción que cada uno tiene pendiente. ¿Será caída o elevación? Una opción que tendremos vigente hasta nuestro último suspiro.

Solo la presencia de Dios y un corazón convertido podrían resistir la envergadura de lo anunciado. Y aún así, creo que para las que somos madres, nos hace sentido, sobre todo las espadas que atravesarán nuestro corazón.

Estas palabras así como interpelan a María, nos interpelan a cada uno de nosotros. Jamás había visto la historia desde esa perspectiva. ¿Tienes clara tu posición con respecto a Cristo? 

Simeón nos anuncia que tenemos que tomar una posición radical con respecto a Cristo en algún momento de nuestras vidas. Una opción que implica sacrificio y dolor, pero que también significa «elevación» y triunfo, un triunfo que tiene que ver con la plenitud de la vocación personal de cada uno de nosotros.

3. La dependencia de Cristo

San Juan Pablo II nos dice que «en la presentación de Jesús en el templo, María se pone al servicio del misterio de la Redención con Cristo y en dependencia de Él». Y así nos invita también a vivir esta dependencia, este entregarse a Dios y vivir «prendida» de Él.

María cumple un papel como mujer insustituible, y el dato de ser mujer no es un dato casual como ya lo había mencionado. Simeón, a pesar de estar José a su lado, se dirige principalmente a ella. María, madre de Dios, esposa del Espíritu Santo.

Su ser mujer nos habla, ella ilumina no solo la historia de la salvación sino también la misión y las capacidades de cada mujer. Empuja a la humanidad a reconocer, no por superioridad, sino por mérito y diferencia, el lugar de cada uno en la historia de los seres humanos.

4. Ana, significado y valor de la mujer

 «En el alba de la Redención, podemos ver en la profetisa Ana a todas las mujeres que, con la santidad de su vida y con su actitud de oración, están dispuestas a acoger la presencia de Cristo y a alabar diariamente a Dios por las maravillas que realiza su eterna misericordia».

Con estas palabras san Juan Pablo II me hace pensar en el valor de una vida llena de experiencia y de amor por Cristo, una vejez que llega llena de sabiduría.

En un mundo en que la juventud parece saberlo todo y que la vejez queda no solo relegada sino también sin valor, la imagen de Ana retumba. Una mujer pequeña, pero reconocida como sabia (profetisa) sale al encuentro del Señor y es capaz de reconocerlo en toda su grandeza.

Cuántas veces ignoramos la sabiduría de los años, de aquellas mujeres que no solo han vivido tanto sino además que han amado tanto al Señor. ¿Cuántas veces las hemos menospreciado?

5. Simeón y Ana, dos que esperan a Cristo

Presentación de Jesús en el templo: cómo fue y significado

San Juan Pablo II apunta a Simeón y a Ana como aquellos que dedicaron su vida a Dios y son recompensados con la presencia concreta de Cristo en sus vidas. ¡Qué experiencia tan hermosa han de haber vivido ambos al contemplar y tener en sus brazos al niño más hermoso que la creación haya podido ver!

Una alegría que no puede ser guardada, que grita ser compartida. Juan Pablo II nos invita a ver en estos dos ancianos sabios y amantes de Dios, la misión que nos toca a cada uno de nosotros los cristianos:

¡Una vida dedicada a Dios, confiados en la espera concreta de Cristo, anunciadores alegres de su grandeza, recompensados en el encuentro divino!

¡Qué la fiesta de la Presentación de Jesús no pase desapercibida!

Que nos recuerde el papel insustituible que cada hombre y mujer tienen en la historia de la salvación. Cada pasaje de las Sagradas Escrituras, nos habla de manera insospechada, y en el momento preciso.

Comparte con nosotros qué te ha parecido esta reflexión y qué otras reflexiones tienes sobre este pasaje. ¡Ayúdanos a mirar más allá!