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Catholic-link.com – Cuando sus tres hijos biológicos alcanzaron la edad suficiente para entrar en la escuela, Michael y Sharon Dennehy decidieron empezar un proceso de adopción que los llevaría a formar una familia de 14 miembros. A partir de 1993 los Dennehy abrieron las puertas de su familia y de su corazón a 9 niños huérfanos de distintos países del mundo. Tres de ellos  gravemente discapacitados. El video que presentamos hoy es el hermoso testimonio de esta familia.

Entre las noticias que leí sobre los Dennehy hubo una cuyo título me llamó mucho la atención, decía: «Pareja encuentra tiempo para adoptar 9 niños». Es un título que pareciera decir entre lineas: «todos haríamos lo mismo si tuviéramos el tiempo». Pero creo que no es así. Los Dennehy son un precioso testimonio de amor, no de gestión. Es cierto que pensar en un amor tan grande da miedo, pero eso no nos da derecho a disminuir la generosidad de  esta familia para conservar intactos los límites entre los cuales nosotros hemos concebido el amor. Si el video nos toca, dejémonos tocar. Como católicos siempre debemos esforzarnos por expandir los horizontes de nuestro amor. Creo que tanto el video como los comentarios de nuestros Blogueros Asociados podrán ayudarnos a comprender esto y a profundizar en su sentido. Aquí va:

Pilar V. Padial (España), autora del blog: ¡Vive!: Celebra la vida

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Una familia así, quiero yo. (Una, en la que reine el amor.)” Es lo primero que me viene a la mente, tras ver el vídeo. Supongo que igual que a muchos otros. Especialmente a quienes nunca la tuvieron, no la tienen o no la tendrán. También a aquéllos a quienes la vida mostró la dura realidad: que somos débiles y la autosuficiencia es sólo un espejismo. No somos seres aislados, autónomos. Sentirse plenamente amado hace que uno pueda desarrollarse en plenitud y felicidad. Sí, necesitamos de los demás, de su ayuda, de su amor. También precisamos dar todo ello para ser plenamente. 
Pues bien, hay buenas noticias, y ésas, de veras: todos tenemos una familia incluso mejor, la Iglesia. El Esposo, Jesús, totalmente entregado por amor a su Esposa, la Iglesia, y a la recíproca. Los hijos, amados especial e incondicionalmente. En muchas ocasiones no lo hemos experimentado así, es cierto. ¡También es tarea nuestra que sea una realidad tangible!

Fran del Nido (Argentina), autor del blog: «Apóstol Totus Tuus»

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Destaco el compromiso social de los Dennehy, algo a lo que todos estamos llamados, y aquellos que nos consideramos católicos, no podemos hacer oídos sordos a los dolores del prójimo. Muchas veces nos quejamos de lo mal que está el mundo, o de que estos son «malos tiempos». San Agustín, a los que lastimosamente lamentaban la corrupción de los tiempos, sin hacer otra cosa por corregirlos, les decía: «Decís vosotros que los tiempos son malos, sed vosotros mejores y los tiempos serán mejores: vosotros sois el tiempo»

Nos cerramos al prójimo y ayudarlo por que creemos que no tenemos lo necesario, o que no nos corresponde, y a nosotros también Jesús nos dice «¡Denles ustedes mismos de comer!» (Mt 14, 16; Mc 6, 37; Lc 9, 13). Sigue esperando nuestros cinco panes y dos peces, que parece nada, ni siquiera un grano de arena. Decía la Beata Madre Teresa “a veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.” El mismo Beato Juan XXIII nos exhortaba a la entrega por el prójimo cuando nos decía que «nada de lo que ocurra a los hombres nos debe resultar ajeno”. Cuando la cultura de la muerte, del individualismo y egoísmo, nos griten «no te metas, no te incumbe», es nuestra labor alzar la frente y decir que sí nos incumbe, por que es en cada hermano que sufre, que Cristo está presente esperándonos y invitándonos a la Caridad.

Néstor Mora (España), autor del blog «EclesiasTIC»

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¿Cómo podemos entender la familia? Tal vez la miremos como algo cerrado que nos pertenece, lo que nos hace incapaces de compartirla con los demás. ¿Por qué no puede crecer la familia y desbordarse más allá de los vínculos de sangre? Seguramente tengamos miedo a perder algo que creemos propio. Creo que es este aspecto está la clave evangélica del video.

Una comunidad viva que se abre a los demás y que nos acepta, sin esperar más de lo que cada cual puede dar. ¿Son así nuestras comunidades cristianas? ¿Aceptamos a quien viene tal como es? ¿Tememos que abrir la comunidad nos haga perder algo? La oclusión de las comunidades es el síntoma más evidente de que están enfermas. Cada uno de nosotros somos elementos activos de la comunidad, por lo que podemos ayudar a curar la enfermedad del egoísmo, el miedo y la ignorancia. Dejemos abierta la puerta, seguro que quien entre por ella tendrá defectos, problemas y necesidades. Pero seguro que también traerá las oportunidades y capacidades que tanto necesitamos.

Manuel Rodriguez (Perú), autor del blog: «Roncuaz»

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Es difícil comentar un testimonio que habla tanto por sí mismo. Resaltaría algo que está detrás de las adopciones que es el amor de esta pareja que al dar han recibido tanto. Dice un viejo proverbio chino que ser feliz consiste en tener «alguien a quien amar, algo que hacer y algo que esperar». Los dos primeros se llenaron primero entre sí como pareja para abrirse a los hijos adoptados porque el amar necesariamente configura el hacer. El tercero es la visión a futuro que da el haber sembrado tanta vida donde sólo había amenazas y dolor. Otro asunto es que este tipo de entrega no tiene más lógica que el amor que viene de Dios, no hay otra manera de entenderlo. Saludos a todos, felicitaciones y agradecimiento conmovido a esta familia ejemplar, y que Dios los sostenga siempre en el amor.

P. Joan Carreras del Rincón (España), autor del blog: «Nupcias de Dios»

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Los Dennehy, ¿són realmente una familia o más bien estamos ante una ONG? Ellos ciertamente se consideran una familia, pero ¿por qué? El padre da la razón: Familia es adopción; en las familias biológicas, los hijos no son elegidos, en cambio ellos han sido elegidos, los han ido a buscar a pesar de sus defectos.

Pero yo discrepo. Los Dennehy son una familia porque hay un padre y una madre que se han entregado recíprocamente y porque esa entrega se proyecta más allá de la biología en unos hijos que Dios les da para que ellos se conviertan en sus padres. El que elige es, en definitiva, Dios. Es Dios el que une y Dios quien da la fuerza para vivir ese amor tan impresionante. Si él y ella no se hubiesen entregado el uno al otro, entonces estaríamos ante una ONG igualmente admirable, pero no ante una familia… Porque hay matrimonio hay adopción. Porque hay cónyuges puede haber hijos.