Enseñar es tal vez una de las labores más hermosas que hay. Y Peter Tabichi, un profesor franciscano de 36 años nos ha demostrado que esta misión mueve montañas. Enseña matemáticas y física en una remota aldea de Kenia y hace unos días fue premiado con el «Global Teacher Prize», galardón que le otorga al ganador un millón de dólares que deben invertirse en fines educativos.

Algunos alumnos recorren hasta siete kilómetros diarios para llegar al lugar donde Peter imparte sus clases, y todavía algunos nos quejamos por caminar unas cuadras ¿no? Este es el emocionante momento en que Peter Tabichi es nombrado el mejor profesor del mundo. El video lo tomamos del diario El País, en el que además podemos escuchar las hermosas palabras de este franciscano al que le sobran razones para sonreír.

Después de conocer un poco más su historia, estas son algunas lecciones que nos da Peter y de las que podemos aprender para poner en práctica en nuestro apostolado:

La bondad desmedida

Con un millón de dólares este joven franciscano no pensó en comprarse casa y carro, librarse de la pobreza o irse a un lugar más cómodo. Lo primero que dijo fue «voy a devolver este premio a la sociedad». Estas son las palabras de un corazón enamorado de Dios, que sabe que por encima de todo están las necesidades de los demás. El inmenso deseo de poder ayudar, enseñar, sanar y promover el bien. Peter Tabichi dona el 80% de su suelo, el 95% de sus alumnos viven en la pobreza e imparte clases en salones con 58 alumnos.

La confianza en Dios y en sus alumnos

Peter no ha tenido una vida fácil pero esta, es tal vez la razón por la que aprecia y reconoce el esfuerzo de cada uno de sus alumnos. El sabe que el dolor, el maltrato, la amargura, la desesperanza, el rechazo y la pobreza pueden disminuir gracias al talento que Dios le ha dado. Enseñar y ayudar a otras poblaciones pobres de Kenia se ha convertido en su más grande orgullo. «Este premio no me reconoce a mí, sino a la gente joven de ese gran continente. Estoy aquí solo porque mis alumnos lo han logrado. Este premio les da una oportunidad, le dice al mundo que ellos pueden ser lo que quieran».

La fidelidad a sus votos 

Los franciscanos deben ser fieles a tres votos: pobreza, castidad y obediencia. Peter asistió al evento con la vestimenta que representa a los miembros de esta orden religiosa: hábito café y cordón a la cintura con los tres nudos que simbolizan sus votos. Muchos pensarían que vestir de esta forma no concuerda con la magnitud del evento, pero he aquí a un humilde franciscano, siendo él mismo, siendo fiel a sus votos, a su esencia y a Dios. Que la humildad no nos la robe nadie.

Recordar siempre de dónde venimos

Peter perdió a su madre cuando tenía solo 11 años. Su padre fue su profesor, sus tíos y primos también se dedican a enseñar y este fue su primer viaje en avión. Cuando recibió el premio en el escenario, quizo que las miradas se trasladaran a su padre, a quien debe todos sus logros. Esto es lo que debemos hacer nosotros, no olvidarnos nunca de todas las personas que nos han ayudado a alcanzar nuestras metas ni del lugar de donde provenimos. Tener siempre presente que Dios ha sido quien nos ha levantado en el camino para seguir adelante y que muy seguramente sin la ayuda y el amor de otros, no estaríamos donde estamos hoy.