

*Advertencia: este comentario no se reserva detalles de la película. Hablo claramente de cómo empieza y cómo termina.
No voy a mentir. Muy a pesar del final claramente pro eutanasia que tiene la película, me encantó la primer hora y media. Casi me animaría a afirmar que son dos películas diferentes, una de hora y media y otra de media hora, porque da la sensación de que el final es un agregado que las compañías eutanásicas pagaron para que aparezca como propaganda mediática por el giro brusco que da la historia. Es por eso que voy a hablar en dos puntos: Actos I y II, y Acto III.
Actos I y II
Primer acto
Vemos la vida de Will Traynor (Sam Claflin), un playboy con su novia rubia, e imaginamos que tiene todo lo que podría querer. Por un desafortunado accidente queda cuadrapléjico y no puede hacer nada más que vivir sentado en una silla.
Pasa el tiempo. 2 años. El director nos lleva a un pueblo en el que una chica llamada Louisa Clark (Emila Clarke) trabaja en una cafetería muy frecuentada por gente de la tercera edad. Ya desde el principio vemos que es una chica alegre y llena de ganas de vivir. Cuando la echan del trabajo comienza a buscar uno nuevo y se entera que la familia más acaudalada del pueblo necesita alguien que cuide de su hijo inválido. Acá es donde el playboy conoce a la chica de pueblo.
Al principio él no la quiere cerca. Tiene una actitud bastante despreciable en contra de la chica, Louisa Clark, quien nunca se rinde y da lo mejor de sí a pesar de no recibir nada a cambio.
Segundo Acto
La relación empieza a crecer. Will empieza a abrirse a la dulce chica de pueblo que se viste ridículo y no para de sonreír. Por su parte, Louisa, va conociendo el lado amable de su empleador. Pero la felicidad no dura mucho. A mitad de este segundo acto nos enteramos de que Will quiere suicidarse en una clínica suiza que se encarga de «darle una muerte digna» a las personas que lo deseen. Acá Louisa decide que no va a permitir que esto pase y comienza una campaña para que Will, quien iba conquistando paso a paso su corazón (y viceversa) decida que sí quiere seguir viviendo.
Hasta acá la película es excelente. A veces se lo puede escuchar a San Pablo hablando en el capítulo 13 de la carta a los Corintios, con su himno al amor: «El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo». Pareciera que Louisa sabe estas palabras y las practica. Su paciencia a la hora de tratar a Will nunca se quebró, excepto cuando este se excedió con su actitud de superioridad hacia ella. Louisa comprende que la situación de Will no es fácil y eso la lleva a organizar todos los programas posibles para que disfrute. El amor esta chica de pueblo perdura, espera y soporta todo, muy a pesar de que está sola en eso.
Acto III
Will le pide a Louisa que lo acompañe a Suiza para que ella esté en los últimos momentos de su vida. En este instante, en la sala de cine, todos lloraban, yo quería gritarle a la pantalla. La reacción de Louisa es perfecta: –«Eres un egoísta. Me arranqué el corazón para que tú juegues con él por seis meses, sabiendo que al final de ese tiempo te quitarías la vida»–. Y Will le responde: –«Lo hago por ti, para que tengas una vida más allá de cuidarme. No quiero que en 20 años me mires y te arrepientas de estar casada con un inválido»–. ¡Mentira! ¡Se iba a suicidar incluso antes de conocerla! La gente se queda con la postura de él, cuando es la de Louisa la que vale la pena rescatar. Ella entiende que esto es una forma de homicidio consentido, que no está bien por donde se lo mire. Además el amor «no busca su propio interés, no actúa con bajeza». Lo que Will sostiene es mentira, creo yo, porque el amor de Louisa es más grande que eso. Ella no se arrepentiría de estar casada con una persona en silla en ruedas, porque el amor es más que un momento, es para toda la vida; en las buenas y en las malas.
La película claramente es una apología a la eutanasia. La empresa a la que Will le entregó su vida para morir se llama «Dignitas: Vive con dignidad. Muere con dignidad». El film trata de naturalizar el acto de renunciar a la vida por x motivo. Tal es el giro que da la película en el tercer acto, que en algún momento de la trama, Louisa cambia de opinión y viaja a Suiza para pasar con Will los últimos momentos de su vida. Un final morboso.
El tercer acto de este drama parece de una película diferente a la de los actos uno y dos. En los dos primeros, como ya dije, parece estar hablando San Pablo (no siempre, pero en muchas partes). En este tercer acto es el mundo quien habla: –«Es su decisión. Que él haga lo que quiera con su vida»–. Esto lo dicen en más de una ocasión a lo largo de toda la película; y está mal. Nadie elige nacer, por lo que nadie elige cuando morir. Dios es quien dispone el tiempo de cada uno. Esto lo refleja muy bien lo que grita en un momento la mamá de Louisa: «Es homicidio, no tiene otro nombre».
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