

¿Qué mensaje apostólico se le puede encontrar a una película protagonizada por niños? Un niño crea barcos con cajas de cartón, pero también perdona a cualquiera de sus amigos en cuestión de minutos, y también rompe estereotipos a partir de una discapacidad.
«Rosso come il cielo» («Rojo como el cielo», en español) es una hermosa película italiana, en donde un niño llamado Mirco, queda ciego después de un accidente y, por considerársele incapacitado, debe continuar sus estudios en una escuela para invidentes. En el instituto hay reglas que limitan a estos niños a ciertos oficios técnicos. En su inocencia, Mirco terminará saliéndose de lo dictaminado, para hacer lo que le gusta, a la vez que otros niños también querrán seguir su ejemplo.
Les dejamos algunos elementos para rescatar en este film:
1. La fuerza de Dios se perfecciona en la debilidad del hombre
Al color verde lo relacionamos con los árboles, al azul con el mar y al rojo con el fuego, pero Mirco lo relaciona con el cielo al atardecer. Cada uno de nosotros tiene una manera de asociar los colores, pero después de todo, la belleza de la creación radica en esas múltiples maneras de percibirla. Dios la ha hecho así de grandiosa para la felicidad del hombre. También el ser humano, y todo cuanto es, es creación de Él. Siendo así, a veces es difícil contestar a la pregunta de por qué Dios ha permitido la enfermedad en el hombre. En tiempos antiguos se llegó a creer que Dios castigaba el pecado con el padecimiento. Ante un ciego, los discípulos le preguntaron a Jesús si el pecador era él o sus padres, y el Maestro les respondió que «sucedió así para que se muestre en él la obra de Dios» (Juan 9).
Mirco es el vivo ejemplo de ello. El contexto de la historia en donde su maestro, el sacerdote Don Giulio, detecta su talento y es el primero en empujarlo a hacer lo que le gusta, nos señala que Dios va disponiendo las cosas a cualquiera con un corazón sencillo. La ley de inclusión para niños ciegos en Italia nace gracias a la inocencia de un niño que descubre su talento a partir de su ceguera.
2. Hacer lío, un ingrediente importante
En la medida que crecemos, corremos el riesgo de querer encajar en lo que el mundo dice aunque sintamos que no está bien. Mirco, con el don que Dios le regaló fue haciendo lío, y fue involucrando a los otros niños en ese lío. Eso es lío para el director de la escuela, quien cree que un ciego (como él) está condenado a la infelicidad y que, acomodando a los niños a la tradición, les hacía un favor.
A Jesús le disgustaba de los fariseos esa misma cultura de la comodidad que excluía a los discapacitados y demás desfavorecidos, considerando que ellos eran ajenos al plan salvífico de Dios. Hacer lío es también ser como Don Giulio, capaz de amar a todos, capaz de cuestionar y denunciar al que oprime o excluye, capaz de orar por su prójimo .
3. Las cualidades de un niño, cualidades de una alma limpia
El Señor manifiesta su gloria también en los niños. Si aún no lo creemos, será necesario leer y releer Marcos 10, 13-15. Allí, Jesús recalca que el que no recibe su Reino como un niño lo hace, no entrará en él. ¿Será que debemos ser inmaduros y comportarnos como ellos? ¡No! No se trata de eso, sino de dejarnos cargar por nuestro Padre, manteniendo la inocencia y fe en el corazón, reconociendo lo bueno que hay en nuestro interior. Qué fácil sería todo si perdonáramos como lo hacen los niños.
También se trata de mantener la alegría permanente, ¿acaso hay niños con caras amargadas 24/7 como nosotros los adultos? ¿O que no contemplan con ojos asombrados las gotas de lluvia o las mariposas y las flores?
Junto a eso, un niño tiene el espíritu de aventura en su interior. De que le temen a la oscuridad o a los monstruos, sí, pero no hay niño que la curiosidad no lo haya inquietado. ¿Y es que acaso Dios no se deja encontrar también en la curiosidad del hombre? La misma inquietud que tienen niños y niñas por descubrir cosas nuevas, es la misma inquietud que debemos tener por querer más de Dios.
La capacidad de soñar es otra cualidad que, aunque el pesimismo del mundo nos la quiere quitar, Dios nos ha puesto en nuestro interior. Son buenos sueños aquellos que involucran a otros. Las oraciones típicas de un niño incluyen la paz del mundo y el pan para los pobres, ¿cuándo dejamos de soñar con estas cosas?
Artículo escrito por Alberto Mario Acosta Madero.
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