

*Advertencia: este comentario no se reserva detalles de la película.
Las películas ambientadas en mundos «medievales» son siempre muy sencillas. Los bandos siempre están perfectamente bien definidos: hay buenos y malos, se enfrentan, pelean y, por lo general, el bien demuestra ser más fuerte que el mal. En «Warcraft: El Primer Encuentro de Dos Mundos» (Warcraft en inglés) Este esquema no se rompe, pero sí se juega con él, lo que hace de esta película un elemento interesante de análisis.
La trama es simple. Unos orcos se quedaron sin mundo donde vivir, y descubrieron que se puede viajar a través de diferentes «mundos», y llegan al que los humanos, los elfos y los enanos comparten. Esto desata una lucha entre ambos mundos que va a plantear una variedad de personajes con diferentes temas que vale la pena rescatar. Estos son los principales puntos:
Gul’Dan. El mal que consume
Gul’Dan (Daniel Wu) es un orco que maneja la obscura magia llamada «Fel» que, según fanáticos del videojuego que dio origen al largometraje, le viene dada de espíritus de la oscuridad llamados «La legión ardiente». Para poder hacer uso de su magia, Gul’Dan tiene que consumir la vida de otro ser vivo, causando así la destrucción del mundo orco y la posible aniquilación del nuevo mundo, llamado Azeroth.
Esto plantea el primer tema que me parece que vale la pena discutir: el mal nos consume. No hay con que darle. Lewis, en su libro «Cartas del diablo a su sobrino», pone en boca del demonio estas palabras: «Allí [en el infierno], sugiero, el espíritu más fuerte (…) puede absorber real e irrevocablemente al más débil en su interior, e imponer perpetuamente su propio ser a la individualidad atropellada del más débil. Por eso, me imagino, los diablos desean las almas humanas y las de los otros diablos; por eso Satán desea a todos sus seguidores, a todos los hijos de Eva y a todas las huestes del Cielo: sueña con la llegada de un día en que todos estén dentro de él, cuando todo aquel que diga «yo» sólo pueda decirlo a través de Satán». Los demonios quieren absorber las almas humanas. Consumirlas. En cambio «Dios[dice Lewis] convierte a sus instrumentos en servidores y a sus servidores en hijos, para que puedan al fin reunirse con Él, en la perfecta libertad de un amor ofrecido desde la altura de las individualidades absolutas que han podido alcanzar gracias a la liberación divina». Lewis nos explica y la película retrata con la imagen de Gul’Dan, como el mal nos esclaviza y el bien nos hace cada vez más libres.
Medivh. La posibilidad de redención de cada uno


Los humanos tienen un mago guardián llamado Medivh (Ben Foster), el cual [Spoiler alert] traicionó a los humanos por el poder del Fel. A lo largo de la película podemos ver su lucha interior entre esa parte que quería ceder ante la oscuridad y la que se aferraba al bien. Es un personaje que, por su villanía, despierta cierta repulsión, pero al final, segundos antes de morir, vemos su arrepentimiento y como la luz vuelve a él. No está en nosotros juzgar quien está condenado y quien no. No es nuestro papel. No existe ese «punto de no retorno» mientras estemos vivos. Dios da tantas oportunidades como caídas tenga cada uno. Es cierto, se llega a cierta parte en la que es muy difícil dejar de lado todo el mal que se fue acumulando en el interior, pero si se pone en manos de Dios, todo se puede, «porque nada es imposible para Dios» (Lc1:37). No sabemos si Medivh se encomendó a la fuerza mayor para volver, eso no se ve, pero da pie para que se haga esta reflexión.
La filosofía del yin y el yang
Hay un elemento que no se puede compartir con la película. En repetidas ocasiones se escucha la oración «De la luz sale la obscuridad y de la obscuridad la luz». Mentira. Dios es la luz del mundo y ninguna obscuridad sale de Él. No se puede creer que todo bien tiene algo de mal y que todo mal tiene algo de bien. Del infinito y perfecto bien surgieron finitos e imperfectos bienes, susceptibles al mal, pero el mal no nace de la luz, sino que es la ausencia de tal. No es que hay un infinito equilibrio de bien y mal, sino que el mal se revela en contra de esa luz infinita, y crea sus propias sombras para apartarse de ella.
Durotan. La cultura de la sociedad masa
Por lo descrito hasta ahora de la película se podría entender que los orcos son la imagen del mal y los hombres del bien. Pero hay un orco que se revela en contra de ese mal. Hay un orco que demuestra que no todos los orcos son la imagen del mal, sino que la horda de estos monstruos fue consumida por el mal, pero ellos no son más malos que los humanos mismos. Durontan (Toby Kebbell) es el nombre de este orco. Durotan es la imagen de la inteligencia que busca el bien. Cuando nos dejamos llevar por lo que la gente dice y no nos detenemos a pensar en lo que está bien, podemos llegar a un punto bajo en el que nos preguntamos «¿qué he estado haciendo? esto no puede estar bien». Muchas veces lo que la masa dice no es lo mejor. Durotan se da cuenta de esto, y se revela en contra de este orden; y su mujer, Draka (Anna Gavin), lo apoya hasta la muerte. No siempre lo que dice la mayoría está mal, pero no puede ser la razón en la que basamos nuestras acciones «—¿Por qué hiciste esto? —Porque todos lo hacían». Parece la respuesta de un niño. Sin embargo, muchas veces la respuesta inconsciente a lo que hacemos es esa. La sociedad masa nos lleva a estas situaciones y nos trata de convencer que, porque la mayoría lo hace (el aborto, la eutanasia, la desnaturalización del matrimonio, etc) está bien.
0 comentarios