No sé qué ideas nos mete el mundo hoy en día, pero no hay nada más divertido que las familias numerosas. En casa somos 7 chicos y a veces siento que somos demasiado pocos (muy pocas veces). Los líos de comunicación, consenso y espacio personal son, increíblemente, espectaculares. Te recuerdan de que existe un mundo fuera de ti. Que la libertad propia termina donde empieza la de los demás. Tener 6 hermanos me enseñó a renunciar a algunas cosas que no necesitaba tanto como creía o compartir otras que, en otras circunstancias, no compartiría tan fácilmente. Cada uno de mis hermanos, mamá, papá y yo tenemos algo para aportar al grupo. Y todos aprendemos del resto.

Una película vieja ya (que va a cumplir 50 años el año próximo), retrata con mucho humor y una hilarante precisión, los detalles de una vida en familia numerosa.

Frank es un marino viudo padre de diez hijos. Helen es una enfermera, también viuda, que tiene 8 hijos. Un buen día, estos dos sujetos se conocen y deciden que casarse y juntar su prole no tiene nada de malo, que es un desafío que vale la pena tomar.

Estos son los puntos que pueden discutir en familia después de ver «Yours, Mine and Ours» (Los míos, los tuyos y los nuestros) en su versión original de 1968:

*El trailer está en Inglés pero es fácil de entender 😉 

1. La apertura de la vida

Hay gente que agradece no tener hijos, o solo tener un par. Y la verdad… no saben de lo que se pierden. Honestamente, no sé nada de tener hijos. Sí de tener hermanos, en eso me considero bastante experimentado. Vale la pena, creo yo. La generosidad de Frank y Helen de amar a todos los 18 (¿seguro que solo 18?) de sus hijos es una digna de ser copiada. No en cifra, sí en entrega. Ellos lo dan todo por sus hijos. Renuncian a sus ideales, sus proyectos, con tal de que sus hijos sean felices. En un mundo en el que la familia ya no se valora, es bastante loco plantarte para defender los ideales de una familia como la propia. Es un testimonio de amor por parte de los esposos. Cada hijo es una manifestación del amor que el hombre tiene por su mujer y que la mujer tiene por su marido.

2. El sentido de la renuncia

Muchas veces me ha pasado que, porque mis padres me lo piden, tener que renunciar a algo propio para que mis hermanos puedan tener un programa o algo que necesite. Y no quiero imaginarme la cantidad de veces que esto le pasó a mamá o a papá. Las comidas, idas al cine o simplemente las idas a caminar que ellos querían tener y no podían porque estaban muy ocupados con nosotros. La renuncia,la abnegación es un valor que hay que recuperar, sobre todo en los tiempos que corren, en los que uno siempre importa más que el resto, donde las necesidades propias siempre son más urgentes que las ajenas. Saber renunciar a sí mismo es hasta un requisito para seguir a Cristo. El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga”, dijo Jesús. Las familias numerosas enseñan esto. La película lo demuestra.

3. La castidad en el noviazgo

Una de las hijas de este inusual matrimonio entre Helen y Frank tiene un novio que quiere tener relaciones con ella. Las primeras veces que lo pide, ella es muy firme con su postura, no lo va a hacer. Pero llega un momento que ya no sabe cómo negarse. Para solucionar su dilema, decide hablar con su padrastro. «Larry dice que ya no me va a hablar a menos que ‘madure’. Dice que estoy siendo ridícula y que no lo amo. Pero sí lo amo. ¿Soy ridícula? ¿Estoy chapada a la antigua?”, dice la joven. Después de unas insistencias más, Frank da una respuesta brillante. “Los mismos idiotas pasaban el mismo rumor: –que si no te acostabas con alguien estás chapado a la antigua–, cuando yo tenía tu edad. Si todas las chicas lo hacen, ¿cómo es que me casé dos veces con una que no lo hizo? Yo tengo un mensaje para Larry. Tienes que contarle de que se trata todo esto realmente. Si quieres saber lo que es el amor, mira a tu alrededor. Mira a tu madre. Es dar a luz, donar vida lo que cuenta. Hasta que no estés lista para eso, todas las veces anteriores van a ser un fraude. La vida está en el amor y el amor está en lavar los platos, en ir al dentista, al zapatero, y polenta en vez de carne para poder comer todos. Y te digo aún más. Irte a la cama no te prueba que el hombre está enamorado de ti. Es levantarte al lado de él todas las mañanas y enfrentar todas las cargas, las miserias del día a día. Eso es lo que cuenta».

Estos son unos pocos puntos que se pueden sacar de la película… ¿cuáles se te ocurren a ti? 😉