

*La película contiene algunas escenas no aptas para menores de edad.
Estoy seguro de que cuando caemos en una tentación el demonio se ríe por partida doble. Se ríe porque cree haber logrado fastidiar a Dios arruinando a su más preciada criatura, y se ríe también complacido por su capacidad para engañarnos a nosotros. Toda tentación es un engaño, y muchas veces caemos como tontos. «No puedo creer que cayó una vez más con el mismo truco…», debe haberse dicho en más de una ocasión.
A todos nos han engañado alguna vez. Es más, probablemente nos han engañado varias veces, y así estemos sumamente atentos, seguro nos engañarán alguna vez más. Quizás basta con que entremos a un supermercado… ¿No han comprado alguna vez la bolsa más grade y llamativa de papas fritas, para luego descubrir que estaba en su mayor parte llena de aire? Para que estén atentos, sucede también con las cajas de Corn-Flakes… El demonio podría ser el mejor profesor de marketing…
«The Joneses», una interesante película, explora precisamente la realidad del marketing y su efecto ilusorio en las personas. Los Jones son una familia aparentemente perfecta. Tienen todo lo que uno puede querer. Es más, tienen más de lo que uno puede querer, y no lo ocultan. Todo lo contrario, van mostrando su vida “feliz” por donde van. Lo hacen porque trabajan para una empresa que vende productos de lujo. Su tarea es generar ilusiones con las cosas que tienen para motivar a sus conocidos a comprarlas, haciéndolos pensar que las necesitan y con ellas serán más felices. ¿Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia?
¿Dónde está la felicidad?
Ciertamente no en los bienes materiales, lo sabemos bien. Estos rápidamente nos dejan insatisfechos si buscamos en ellos más de lo que pueden dar. Apenas el vecino tiene un auto más lujoso, el nuestro se nos aparece viejo e inútil, incapaz de causar la sensación que queríamos. La alegría por el último aparato tecnológico dura lo que tarda en aparecer uno un poco más moderno. En sí mismos los bienes no son malos, pero no dan más de lo que pueden dar. Lo sabemos bien… y aun así cuantas veces buscamos en ellos lo que claramente no pueden ofrecer.
La tentación es una ilusión de felicidad…
Nos engaña por un momento. Lo suficiente para atraparnos y hacernos caer. Nadie peca queriendo un mal para sí. Al contrario, en algún momento aparece con todo su atractivo de bien aparente —sea el que sea— y ese es el anzuelo. Pensamos que nos hará felices, y luego la realidad del engaño se revela con toda su crudeza.
…y puede ser una espiral que nos arrastra al fondo
Casi como una droga. Uno se va insensibilizando y poco a poco necesita más. Más cosas, más sensaciones, más adrenalina, lo último último y lo más más. El problema es que nunca hay límite… el anhelo de infinito que cada corazón alberga hace imposible que algo material lo colme y buscará más y más. Como el náufrago sediento que toma agua de mar para calmar la sed, y al poco tiempo la sed le vuelve con mayor angustia.
¿Qué necesitamos de verdad? Vínculos con los demás
Steve, uno de los personajes principales, será quien primero se dé cuenta de lo absurdo de su vida. Tocará fondo cuando vea las consecuencias que las ilusiones que vende —o mejor dicho del engaño que vende— tiene en los demás. Procurará encontrar entonces aquello que todo corazón realmente necesita: vínculos reales con los demás, no los de una comedia televisiva.
«The Joneses» a la distancia parece absurda en lo ridículo de su historia. La caricatura, sin embargo, es tan real que nos pinta de cuerpo entero en tantas ocasiones de nuestra vida.
0 comentarios