No se puede discutir que todavía existe en Estados Unidos (y en el mundo) un problema racial. Construir muros, cerrar fronteras, endurecerse uno hacia todo un grupo étnico por lo que uno de ellos hizo son casos del hoy en día que hacen del tema del racismo uno muy palpable. En el 2011, Dreamworks produjo «The Help» (Criadas y señoras o Historias cruzadas). La película cuenta como la joven señorita Skeeter (Emma Stone) desenvuelve su vida en Jackson, Mississipi, después de haber estudiado 4 años para ser periodista. El carácter del personaje de Stone la hace plantearse romper la ley para escribir una historia que a nadie se le había ocurrido ni pensar: la de la ayuda. Es así como comienza una relación con Abelieen, una criada del condado, y entre ambas comienzan a disparar un movimiento mucho más grande de lo que ellas imaginaban.

Tanto la película como el libro en el que se basa tuvieron mucho éxito. Tres de las actrices del elenco fueron nominadas al Oscar ese año: Octavia Spencer (Y lo ganó. De hecho, en ella se inspiró a la autora de la novela, Katheryn Stockett, para crear el personaje que le valió el premio), Jessica Chastain y Viola Davis. Otros nombres del espectacular elenco son Bryce Dallas Howard, Anna Camp, Cicely Tyson y Allison Janney.

La película parece tener al racismo como su tema central, pero si se presta atención, se pueden reconocer varios temas que se desprenden de este de los cuales vale la pena discutir hoy en día:

1. La importancia de defender las creencias

En muchas ocasiones dentro del film, diferentes personajes se ven obligados a tomar una decisión: defender eso que uno aprecia, en lo que cree o darle la espalda por el miedo al “qué dirán”. Muchos cedieron a la presión social que pesaba sobre ellos y le dieron la espalda a sus creencias o a una persona que estimaban mucho solo porque valoraban más su status social. ¿Alguna vez lo hiciste? Si tu respuesta es sí, podrías pensar en cómo arreglar esa reacción. Dios nos pide que seamos radicales en nuestra entrega. Si nos ponemos tibios y dudamos en reconocerlo a Él para agradarle a alguien más estamos renunciando a lo más profundo de nosotros mismos.

2. No hay peor ciego que el que no quiere ver

Esta frase entra en la categoría de cliché. Es muy usada, pero es muy cierta también. En un momento dado de la película, el novio de Skeeter le dice a ella: «Las cosas están bien en Jackson. Eres una mujer egoísta». El hecho de que diga que las cosas están bien, viviendo en el tiempo y lugar en el que vivía… Cuesta creer que sea un personaje con los pies bien puestos en la tierra. No se puede vivir en un lugar y desconocer la realidad que lo rodea a uno. Eso es egoísta. Hay que tener los ojos en el cielo, pero los pies bien plantados en la tierra. Porque la meta es arriba, pero la pista de carrera acá abajo. Además, desconocer los problemas que aquejan a la comunidad en la que uno vive perjudica a todos. Al que sufre del problema en primer lugar, porque no recibe tu ayuda; y a vos de manera más indirecta, porque, con la indiferencia, contribuyes a que tu ambiente se convierta en un lugar que no goza de plena paz ni lucha por obtenerla.

3. Decir lo que uno piensa

Skeeter, como escritora, es una mujer que maneja sus palabras con bastante precisión. «Nunca había conocido a una mujer que decía lo que pensaba», le dice un joven. «Y tengo muchas cosas para decir», le responde Skeeter. Defender el punto de vista propio es algo que implica de mucha prudencia, paciencia y caridad con el prójimo que opine diferente. Otra cosa que también implica es el coraje para hacerlo. Hay que animarse a plantarse en el terreno de lo que uno piensa y no permitir que la opinión o el status quo te haga decir otra cosa. Una de las amigas de Skeeter, Elizabeth Leefolt (Ahna O’Reilly) es el retrato de esas personas que dejan que sus opiniones sean moldeadas por otros. Cada uno tiene derecho a pensar y decir lo que piensa, pero no a imponérselo a los demás. Discutir es sano siempre y cuando no se busque el dominio de la opinión del otro, sino la iluminación del prójimo para que pueda aproximarse más a la verdad.

4. Ser padre no es solo tener hijos y alimentarlos

La imagen de criar a los hijos es una recurrente en la película. Abelieen (Davis) es quien habla del tema más que nadie. «La srta. Leefolt no debería tener hijos. Ponga eso en el libro». Fuerte la declaración. Ser padre es mucho más que darle un techo y pagar el colegio de los hijos. Ser papá o mamá implica estar para los chicos, creer en ellos. Ayudarlos a soñar, darles las herramientas para que desarrollen sus talentos y enseñarles a ponerlos al servicio de los demás. Educarlos en el amor a Dios y los demás. Un padre no puede esperar que su hijo consiga un modelo masculino, tiene que serlo. Una madre no puede esperar que su hija aprenda a ser femenina fuera de su casa, se lo tiene que proveer. Santa Teresita del Niño Jesús cuenta su experiencia de criar a dos niñas, tiempo antes de entrar en el Carmelo: «Viendo de cerca a estas almas inocentes, comprendí la desgracia que supone el no formarlas bien desde su mismo despertar, cuando se asemejan a la cera blanda sobre la que se puede dejar grabada la huella de las virtudes, pero también la huella del mal… Comprendí lo que dijo Jesús en el Evangelio: Mejor sería ser arrojado al mar que escandalizar a uno solo de estos pequeños». ¡Cuántas almas llegarían a la santidad si fuesen bien dirigidas».

*Sobre este mismo tema, y además, desde una perspectiva correcta del «feminismo», les recomendamos ver también la película nominada al Oscar este año «Hidden Figures» ¡Muy buenas las dos!