La película «El Rey León» – remake del dibujo animado de 1994 – resalta magníficamente por el impresionante realismo de los dibujos digitales. Se podrían rescatar distintos ángulos del largometraje, pero quiero centrarme en cinco momentos cruciales de la vida del hijo del Rey Mufasa, pues estoy seguro de que puede iluminar muchos aspectos de nuestra vida como personas, y sobre todo, en nuestra lucha espiritual por ser buenos cristianos.

Te comparto el trailer para que te dejes trasportar por los recuerdos de tu infancia, lo compartas con tus amigos o lo veas por enésima vez para contagiarte de esta emocionante historia de «El Rey León».

1. Diálogo con la tentación

La película muestra la envidia que tenía Scar – hermano del rey Mufasa – por no poder heredar el reino, puesto que ya estaba Simba, que lo sucedería en el trono. Mufasa, después de enseñarle a su hijo Simba la extensión de su Reino y las responsabilidades que heredaría una vez que fuese el Rey, le dice con mucha claridad, lo único que no podía hacer: «Ir más allá de las fronteras del Reino».

Por eso, Scar le tiende sutilmente una trampa, valiéndose de su curiosidad y proponiendo un diálogo que no tiene un «final feliz». Simba cae en el engaño, olvidando la orden de su padre, y cogido por el anzuelo de la mentirosa astucia de Scar, empieza a ver la prohibición del Rey, como una imposición arbitraria y ya no como el consejo amoroso de un padre que quiere lo mejor para su hijo.

Este diálogo con la tentación se puede ver claramente en el mismo pecado original. La serpiente, que representa al demonio, tienta a Eva para que traicione a Dios. Poco a poco, enreda a la mujer con un discurso ambiguo. Precisamente, por medio de una pregunta muy astuta e «ingenua», confunde a la mujer, que engatusada por el aguijón de la mentira, empieza a desconfiar y cree que Dios no le permite ser libre, entonces coge del fruto y come. Las consecuencias ya la conocemos todos.

2. Huir de los problemas

La experiencia inmediata, cometida la falta de Simba, es la vergüenza de su acto. Que es muy bien aprovechada por Scar, haciéndolo creer que ya no merecía el perdón, y su única posibilidad era alejarse para siempre de su casa. Simba se va a una tierra desconocida, dónde nadie pueda conocer su culpa, y dónde aparentemente ya no hay esperanza.

Efectivamente, más que el pecado, el demonio se vale de la desesperanza, para que pensemos que Dios no nos perdonará la culpa. Hay de fondo, un miedo y profunda inseguridad de parte de Simba para enfrentar la situación, y reconocer lo sucedido, como una irresponsabilidad de su parte.

Eso no le permite a Simba «ver con claridad» la real situación, lo hace preferir la oscuridad y anonimato. No se da cuenta que, en realidad no es el culpable directo de la muerte de su padre, aunque sea parte de su irresponsabilidad.

Muchas veces sucede con nosotros, que no queremos asumir o ser consecuentes con situaciones de la vida, pues sabemos que implicarán muchas responsabilidades y, muy comprensiblemente, preferimos el camino más fácil de la falsa tranquilidad. Huyendo de los esfuerzos, sacrificios y compromisos que implican asumir responsablemente nuestro lugar dentro del plan de Dios.

3. Vivir en la mentira

Cuando Simba ya está lejos de la casa del padre, se encuentra con Pumba y Timón, quienes le señalan un modo de vida en el que uno no se necesita preocupar por nada. La filosofía del «Hakuna Matata»: «no hay problemas», en el idioma Swahili.

Inicialmente a Simba le cuesta dejar atrás las enseñanzas de su padre. Todavía se siente culpable y por supuesto, responsable de su muerte. Pero su opción por olvidarse de los problemas y vivir «tranquilo», lo llevan a crecer viviendo sin preocupaciones. En la película vemos cómo empieza a comer insectos, a vivir como si «no fuera un león»… en fin, tiene una vida de mentira, engañado por todo el ambiente y la filosofía «Hakuna matata» que lo tiene encandilado.

Nosotros también muchas veces preferimos auto engañarnos con tal de «pasarla bien». Sin tener que asumir las consecuencias de nuestras decisiones. El mundo que vivimos es especialista en llenarnos de tanta bulla, correría, sonidos, colores… que nos vamos haciendo sordos al clamor de nuestros corazones, que anhelan el auténtico sentido para la vida.

El camino del cristiano es contra corriente, somos signo de contradicción y en este mundo, cada vez más secularizado (alejado de Dios), los cristianos somos vistos como unos «fanáticos cucufatos», que no nos acomodamos al «mundo real». También Cristo fue considerado un atrevido religioso, proclamándose el hijo de Dios.

4. Recuperar tu identidad

Llega un momento de la película donde suceden una serie de acontecimientos que van suscitando cambios progresivos en la trama de la historia. El mono – que tenía un rol semejante al de un líder espiritual – percibe que Simba está vivo, gracias a un pequeño indicio, que es un mechón de la melena.

Por otro lado, su amiga de infancia Lana, que inconforme con la situación deprimente del reino, impulsada por su fuerza y energía juvenil, se arriesga contra la maldad de Scar, y sale en búsqueda de ayuda, hasta que se encuentra con Simba.

Este punto es esencial. Simba recuerda cuál es su verdadera identidad y su lugar en el Reino, como hijo y sucesor de Mufasa. Eso implica, obviamente, tener que enfrentar su pasado y reconocer su falta. Es muy interesante cómo confluyen varios elementos para ese redescubrimiento.

Está la guía espiritual del mono – ya mencionada – que lo ayuda a mirarse a sí mismo y recordar que su padre, en realidad no está muerto. Existe la eternidad y mirando las estrellas, abre su interior, y toma consciencia de una dimensión fundamental para la vida.

En ese momento tan especial, es cuando Simba se convence de que tiene que cambiar. Además, está la amistad antigua y entrañable de Lana. Uno solo no puede conocerse y descubrir el llamado que Dios nos hace. Necesitamos, en primer lugar, la ayuda de Dios mismo, y luego, la compañía de otras personas sabias y prudentes, que puedan ser buenos consejeros.

5. Luchar contra el mal

Finalmente, la radicalidad con la propia identidad, que conlleva a responder a la propia vocación, que para Simba era heredar su puesto como rey, implica necesariamente, enfrentarse al mal – encarnado en Scar y su ejército de hienas – que convive con el bien.

Esa lucha tan bien retratada en la película «El Rey León», manifiesta nuestro combate diario como cristianos. Si es que queremos ser fieles al plan de Dios, siendo testigos del Señor Jesús, que es el «Camino, Verdad y Vida» (Juan 14, 6). No nos sintamos nunca apabullados por la maldad. Dios está de nuestro lado. La Virgen siempre nos protege e intercede para que su Hijo nos acompañe en nuestras luchas diarias.

Déjanos saber en los comentarios cuáles son los recuerdos que guardas de «El Rey León» y qué otras enseñanzas percibiste al ver la película de nuevo.