«Un cuento de Navidad» es una de las historias más conocidas que se relacionan con la Navidad. Desde su publicación en 1843 se han hecho múltiples adaptaciones tanto para teatro, televisión y cine. Entre estas adaptaciones la versión animada dirigida por Richard Williams, realizada en 1971, es una de las más conocidas pues, aunque inicialmente hecha para la televisión, obtuvo un Oscar en la categoría de mejor corto animado. Se trata de una versión que recoge con fidelidad lo esencial de la obra de Dickens y se puede ver completa (dura aproximadamente 25 minutos) en YouTube.

Este cuento del famoso literato inglés sigue aportando temas muy válidos relacionados a la Navidad. Quizás el más evidente es el intento de Dickens de centrar la Navidad en temas más esenciales. Scrooge, el personaje principal de la obra, es un hombre aferrado a los bienes materiales y absolutamente amargado con la existencia. La Navidad no es para él más que una quimera llena de un falso sentimentalismo. Sus encuentros con los fantasmas que le muestran el pasado, el presente, y el futuro serán ocasión para un cambio fundamental en su vida. Es un tema muy explorado en Dickens: la persona, incluso en circunstancias difíciles, puede optar por cambiar de vida y ser mejor.

Esto nos lleva a otro tema de la obra y que felizmente ha sido muy bien recogida en esta versión animada. El cambio solo puede venir desde un uso correcto de la libertad. Esta puede ser usada tanto para el bien, como para el mal. Su mal uso, sin embargo, nos va esclavizando. Uno de los fantasmas que se le aparecen a Scrooge lleva unas cadenas y le explica la razón: «Llevo esta cadena que forjé en vida. La hice eslabón a eslabón, metro por metro, me encadené a ella por mi propia libre voluntad, y por mi propia libre voluntad la llevo». Poco después este mismo fantasma le explica el gran error de una vida centrada en la adquisición de riquezas: «¡Negocios! La humanidad debió ser mi ocupación/negocio (business en inglés)». En el libro Dickens añade: «El bien común debió ser mi ocupación. La caridad, la misericordia, la paciencia y la benevolencia eran, todas, mi negocio».

Es verdad que el gran mensaje de Dickens en relación a la Navidad se enfoca en el volver a lo central de una serie de valores humanos, en el cambio personal y en la importancia de que este cambio se manifieste en actos concretos para el bien de los demás. Se le critica con frecuencia, sobre todo en relación a “Un cuento de Navidad”, que la figura de Dios no aparece. Para muchas personas “Un cuento de Navidad” es, precisamente, un ejemplo de una Navidad despojada de lo central: el nacimiento del Señor Jesús.

La crítica parecería ser hasta cierto punto válida pero un examen más atento revela que es un tanto injusta. No se nos pueden escapar, por ejemplo, las palabras del pequeño Tim ­–un niño inválido– quien luego de regresar de la iglesia dice esperar que la gente, al verlo con muletas, «se acuerde en Navidad de quien hizo caminar a los inválidos y ver a los ciegos». Tampoco se debe pasar por alto el villancico que el fantasma hace escuchar a Scrooge: «Que Dios nos bendiga… recuerda que Cristo nuestro salvador nació en el día de Navidad para salvarnos a todos». Ni el lamento de uno de los fantasmas: «¿Por qué caminé entre tantos semejantes con los ojos cerrados y nunca los elevé hacia aquella estrella bendita que guió a los Reyes Magos a la morada del pobre?».

Sería un error considerar «Un cuento de Navidad» una obra exclusivamente para niños. La versión animada que comentamos no es tampoco una producción de este tipo. De hecho la trama toca asuntos como la muerte, el sufrimiento, la miseria, pero también la felicidad, la solidaridad y el espíritu de familia.

Como en casi todas las obras es mucho mejor leer la novela. Si no se puede este corto animado presenta una gran oportunidad para conocer un poco más de fondo esta obra y reflexionar sobre los temas que propone. Un detalle final de la versión animada: los dibujos han procurado mantener el diseño de las ilustraciones originales de la obra realizados por John Leech. Quizás, acostumbrados a las obras animadas modernas, nos resulte difícil valorarlos, lo cual sería una pena para muchas obras animadas antiguas que son auténticas obras de arte.