Cada vez son menos las películas de Hollywood con actores de primera que dejan alguna clase de mensaje y se pueden disfrutar en familia. «Una buena mentira» («The Good Lie»), es una de esas excepciones que da de qué hablar.

Dirigida por Philippe Falardeau («Profesor Lazhar», «The Bleeder») y protagonizada por la ganadora del Oscar, Reese Witherspoon, el film relata la historia de una familia de huérfanos sudaneses que peregrinan en busca de un hogar. Tras una serie de eventos desafortunados, con algunos de los hermanos que quedaron en el camino,  Jeremiah, Mamere, Paul y Abital ganan un sorteo de un programa de reubicación en EEUU. Así comienza no más. A lo largo de todo el largometraje vemos escenas de cómo la cultura norteamericana afecta la vida y el desarrollo de los personajes y viceversa.

Creo que es una película que se puede ver en familia para después discutir sobre algunos puntos que voy a rescatar ahora:

1. El asombro por las cosas sencillas

sorprenderse

Creo que G.K. Chesterton se hubiera dado un buen festín con esta película. Tres inmigrantes sudaneses llegan al país cuna del consumismo y no hacen más que sorprenderse con las cosas que nosotros, los occidentales, damos ya por sentado. Desde una comida en «los arcos dorados», a un simple interruptor de luz. El asombro en las cosas del día a día era lo que Chesterton llamaba «creer en las hadas». Mamere, Jeremiah y Paul son tres niños que aún creen en las hadas (y hasta en Papa Noel). Sorprendernos por las cosas es una buena práctica para no caer en la rutina. ¡Busca las cosas que veas como ordinarias y trata de asombrarte por eso! ¡Intentalo! Vas a ver que es más fácil de lo que suena.

2. Trabajo y moral: ¿cuál va primero?

THE GOOD LIE

Jeremiah es un sujeto alto que se revela en contra del sistema de desperdicio de comida. Ante la inmoralidad de su jefe, que lo obliga a tirar la comida que no se vende, Jeremiah se planta de lleno y consigue ser despedido. «Lamento haberte traído deshonra» –le dice a Carrie (el personaje de Witherspoon) –«Pero no puedo hacer un trabajo el cuál creo en mi corazón que está mal». «Déjame que te explique algo» –le dice Carrie: «En EEUU tenemos estas cosas llamadas jefes, que tienen demasiado poder para sus cerebritos y te lo tienes que aguantar. Porque necesitas dinero para vivir y comer e ir al colegio». Este diálogo plantea una pregunta que vale la pena discutir: ¿esto justifica la necesidad el ir en contra de la moral?, ¿cuál va primero?

3. La cultura del placer

good lie

Paul es el hermano que nos logra poner nerviosos. El aspecto de la cultura «americana» que más afecta a este inmigrante sudanés es la droga, la marihuana en específico. Hay en él, a lo largo de toda la película, una ida y una vuelta. Se ve que cae pero se levanta. Y todo gracias a la ayuda que recibió de sus hermanos. Esta situación puede llevarnos a pensar: ¿qué tanto me dejo llevar por las cosas del mundo? ¿Hago por presión exterior? ¿Está mal eso? ¿Tengo a alguien en quien apoyarme en caso de necesitar ayuda?

4. Los tiempos y planes de Dios son diferentes a los nuestros

tiempos

No hay lugar a dudas que el personaje de Carrie es el que aporta cierta descontractura a la película. Una chica desordenada y desorganizada, que hace todo a medias, es la encargada de buscar y ayudar a 3 hombres llegados de Sudán. Todo empieza con un simple «voy a ayudarles a encontrar trabajo», para terminar en el final de la película. Ella es la que más cambia. Los inmigrantes le enseñan las cosas esenciales de la vida y le van abriendo los ojos y el corazón al resto del mundo.

Por otra parte, los chicos estaban seguros que iban a Kansas City con su hermana, Abitail; pero cuando llegan a EEUU se enteran de que había otros planes para ella: Boston. Muchas veces nos puede pasar que pensábamos que las cosas tendrían que salir «así o asá» y nos olvidamos de que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros y que no podemos encapricharnos con lo que queremos.

5. La inmigración y la actualidad

pelicula

Es increíble como en la segunda década del siglo XXI el hombre aún necesite de sistemas de auxilio para refugiados. Pero lo que es aún más impresionante es la actitud casi colectiva que se tiene ante esta necesidad: «Este no es mi problema». ¿En serio no lo es? ¿No puede tocarte hoy recibir y mañana ser recibido? ¿Hasta qué punto nos compete a cada uno el ser huésped del extranjero?

Es muy fuerte la imagen de esas personas traumadas por una guerra. Víctimas del odio de la gente del norte de su país, los «Niños Perdidos de Sudán» pueden servir de imagen de todos aquellos que, hasta el día de hoy, necesitan de asilo en el resto del mundo porque su país está en guerra.

La película es tan rica que tan solo alcancé a señalar algunos de los puntos. ¿Qué se te ocurre a ti? ¿Qué otra cosa se puede discutir a partir de este film? ¡Deja tu comentario!