

La película que quiero recomendarles hoy se llama «Un amor inquebrantable». Pertenece a las comunidades cristianas, pero no católicas y como es fácil ver, nuestros «hermanitos menores» nos aventajan en la producción de películas clase A o B.
Sin embargo, no por no ser de la misma línea de tradición que nosotros, significa que tengamos que descartar lo que venden como algo que no hay que ver. Si bien no están en comunión con Roma y muchas veces dicen cosas en contra de los santos y de nuestra Madre Celestial, ellos también son receptores de algunos regalos de la Providencia Divina aquí en la Tierra.
No podemos ponernos nosotros a decidir quién recibe un regalo por parte de Dios. Alegrémonos porque cada una de esas manifestaciones de amor de Dios se da, ya sea dentro como fuera de su Iglesia.
Sin más, te comparto el trailer de esta película y te invito a reflexionar en algunos puntos.
¿De qué se trata «Un amor inquebrantable»?
«Breakthrough» (Un amor inquebrantable en Hispanoamérica) es una película basada en un caso real de 2015. John Smith (Marcel Ruíz) es un niño adoptado que está en plena adolescencia. Le pesa no conocer a sus padres biológicos, aunque sus padres adoptivos, Joyce y Brian (Chrissy Metz y Josh Lucas), lo aman profundamente y le han proveído cuanto han podido para mostrarle ese amor.
John y dos amigos suyos aprovechan un feriado nacional para ir a caminar sobre un lago congelado y, tal como les advirtieron, el hielo terminó por ceder y John pasó 15 minutos debajo del agua helada. Los médicos determinaron en su historial que pasó una hora completa hasta que sus órganos volvieron a recibir oxígeno.
Lo declararon muerto… hasta que llegó su mamá. La película es muy linda, vale la pena verla. La variedad de personajes permite observar diferentes procesos de fe que atraviesan las personas ante una tragedia.
Estos son los puntos que más rescato después de haber visto «Un amor inquebrantable»:
1. La figura de la madre como intercesora
Me parece muy elocuente para traer a colación el hecho de que la oración por recuperar la vida del niño haya venido por parte de la madre, Joyce. Me recuerda, en algún aspecto, a esa escena en Caná, en la que María pide a Jesús que devuelva la alegría a la fiesta con más vino.
La madre intercede. Qué loco, ¿no? que se les pase ese detalle a nuestros hermanitos. María es como Joyce, ruega constantemente a Dios por nosotros. Es incluso mejor que Joyce, aunque no se necesitamos aclarar esto.
2. Las dinámicas familiares
Sumado a esa observación, creo que es muy palpable la presencia del pasaje de Pablo sobre cómo han de ser las relaciones dentro de la familia: «Hijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que vuelvan apocados» (Col 3, 20-21).
A medida que avanza la película vemos cómo se disminuye la desobediencia de John para con sus padres y cómo se aplaca ese «ser exasperantes» de los padres para con su hijo.
No soy ningún experto, pero estoy bajo la impresión de que es bastante necesario que recordemos este pasaje. Tanto los padres como los hijos. No sé si me equivoco mucho o no al afirmar que los padres exasperan cada vez más a sus hijos, ya sea por exceso o por defecto.
Es difícil encontrar hoy día el punto medio de restricciones y órdenes que hay que darles a los hijos en casa. El exceso de límites lleva a la rebeldía, la falta de ellos, empuja a la irresponsabilidad y el egocentrismo.
Creo que la cultura actual exige una evaluación de puertas adentro. Ser hijo hoy no es la misma experiencia que la de hace unos años, lo mismo pasa con ser padre. Ningún padre desea que su hijo sufra, sin embargo siempre son necesarios los límites y las reglas.
Se hace cada vez más urgente que haya un diálogo sincero de ambas partes, un espacio en el que vayan al encuentro tanto los padres como los hijos.
3. La fuerza de la oración
Sería un necio si negara que el mensaje central y principal de la película es la oración. No solo de la madre, sino de todos quienes se vieron afectados por la vida de este chico.
Es posible que, por diferentes cuestiones de nuestro día a día nos hayamos acostumbrado a la oración, como si fuera una parte de la rutina diaria. «Un amor inquebrantable» nos recuerda sin duda el poder de la oración no solo individual, sino conjunta.
En lo personal, la película me ayudó a preguntarme si es que cuando rezo lo pido como si realmente ya lo tuviera (cf. Mc 11,24). La confianza en la oración es un tema que me parece excelente trabajar el día de hoy, más que nada en el contexto en el que nos encontramos.
Si ya viste esta película déjanos conocer en los comentarios tu opinión, ¿qué fue lo que más te gustó?, ¿qué lección te dejó?, ¿has pasado por situaciones similares?, ¿qué piensas sobre el poder de la oración?
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