

Para qué estamos aquí, cuál es nuestra misión, cuál es nuestro destino…. seguro tú también te has hecho estas preguntas.
Estos mismos interrogantes suenan en la canción «¿Para quién soy?» del grupo musical Hakuna.
Si tan solo supiéramos qué nos depara la vida, quién va a pasar por ella, qué nos ocurrirá, en dónde estaremos en 10 años, qué mensaje te va a dejar tal situación, con quién vamos a pasarla….
Esta canción la pidieron las OMP (Obras Misionales Pontificias) junto a la Conferencia Episcopal Española, y otras dos instituciones (CONFER y CEDIS) para la jornada de oración por las vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas que celebran en España.
Además, para la ocasión se creó esta linda oración que tú también puedes repetir:
Señor, gracias por haber querido
que yo sea una misión,
no un cajón cerrado con llave.
Gracias por haberme creado para Ti
y para servirte con alegría
en quien más lo necesita.
Si no me has hecho para guardarme,
sino para ofrecerme a los demás;
si todas las cualidades y carismas
que has puesto en mi persona
no son para mí, sino para otros…,
entonces, Señor, ¿para quién soy yo?
¿Para quién son mi mente,
mi corazón, mis manos?
¿Quiénes son los que me esperan
como un regalo tuyo?
Jesús, Tú que eres el Maestro
—Maestro de amor a la humanidad,
Maestro de felicidad, Maestro de entrega—,
enséñame a llegar hasta aquellos
a quienes has querido enviarme.
Amén.
«Para quién soy yo, qué hago aquí… si supiera los deseos que tienes para mí»
Es momento de reflexionar. Sería un tanto aburrido saber todo lo que nos va a ocurrir, ¿no es cierto? Pero también es muy difícil vivir con tanta incertidumbre… y más en estos difíciles momentos de pandemia.
¿Cómo podemos abrazar la incertidumbre entonces? La respuesta es sencilla: con Dios. Solamente Él nos llena, solamente Él puede guiarnos hacia el camino que pensó para nosotros desde la eternidad…
Wow, y nosotros nos la pasamos adivinando y queriendo poner nuestros planes en primer lugar muy seguido. Esta canción nos invita a pensar cuánto estamos dispuestos a entregar a Dios:
¿Una parte de mi vida?, ¿solo un aspecto que me preocupa?, ¿tal problema, tal cuestión?, ¿o mi vida entera?
«Es un camino a ciegas, que se basa en confiar. Es poner mi calendario en blanco y dejarte rellenarlo». Dios nos llama, ¡porque nos eligió primero! ¿No es increíble que haya pensado en cada uno de nosotros de manera particular?
¿Que sepa nuestras heridas, preocupaciones, dolencias, nuestros más profundos anhelos, lo que de verdad llena nuestro corazón? Solo Él sabe, pero ¡qué difícil es entregarnos por completo a la Voluntad de Dios!
¿Cómo lo hacemos? Si confiamos plenamente en las corrientes de este mundo es muy probable que no encontremos qué quiere de nosotros, y Jesús nos lo advierte:
«Les dejo la paz, les doy mi paz. Pero no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo» Juan 14, 27.
Oración y confianza en Dios
La manera más certera de poder conocer la voluntad de Dios, es pedírsela. Es pedirle que nos ilumine con su Santo Espíritu, y que podamos, de a poco, conocer los caminos que tiene para nosotros.
La única forma de que las personas podamos ver la voluntad de Dios para luego ponerla en práctica (si queremos) es preguntándole. No hay otra manera de darse cuenta qué es lo que quiere Dios de nosotros, si no se lo preguntamos libremente antes.
Y uno de ustedes me puede decir, bueno, pero si Dios ya sabe todo lo que quiero… ¿por qué no me lo da antes?, ¿por qué se lo tengo que pedir?
Porque Dios no se mete en nuestras vidas si nosotros no le damos el paso y la llave para que entre. No se entromete en nuestra libertad, nos deja elegir un modo de vida, las personas con las cuales nos rodeamos, nos deja elegir todo, absolutamente todo, y a Él también.
Solo un corazón dispuesto a recibir a Jesús puede recibirlo, solo un corazón con ganas de escuchar lo que Dios mediante la persona de Jesucristo quiere decirle, lo hallará y podrá (si quiere), cumplir la voluntad de Dios.
«A donde mi corazón salte, y el tuyo quiera reír»
«Muéstrame Dios, para lo que está hecho mi corazón». A lo largo de la vida, Dios nos va dando «pistas». Y les dejo un consejo que un cura me dio una vez… ¡Los Santos Evangelios están llenos de estas!
Basta leerlos despacio y con los ojos de la fe, para poder darse cuenta de lo que Dios quiere para nuestra vida. No pretendamos que sea de un día para el otro, porque no va a ocurrir.
Es más, suele tardar y mucho. Pero mientras tanto, en este camino que se llama vida, en este cuaderno con la posibilidad de hacer «hoja en blanco» cada día, sigamos preguntándole a Jesús qué quiere de nosotros.
Y cómo encontrar ese lugar o esa persona que hace saltar nuestro corazón y reír al de Dios, como retrata muy bien «¿Para quién soy?».
No entiendo lo que Dios quiere de mí… ¡confía!
«Quien conoce mis virtudes y mis heridas, quiero saber cómo llenar esta alma confundida… tu mirada le da sentido a mi vida». ¡Wow, esta última frase es increíble!
La persona que canta quiere saber cómo llenar su alma confundida, y culmina diciendo que la mirada de Dios le da el total sentido a su vida.
Muchas veces vamos a estar confundidos, yo que les estoy escribiendo esto, lo estoy y repetidas veces. Pero eso no quita que Dios no me ame, que Dios no quiera lo mejor para mí, que no haya pensado en un plan perfecto para mí.
Tengo que querer buscarlo y saber que no siempre voy a tener las respuestas que estaba esperando… porque así es Dios, todo el tiempo te pone frente nuevas misiones y te da nuevas oportunidades, y como dijo una conocida mía:
«Dios nunca te dará una misión que no puedas cumplir. La responsabilidad va acompañada, siempre». Muchas pruebas son las que aparecen día a día, se necesita paciencia y confianza en sus planes.
¿Y cómo confiamos en Él? Sabiendo que quiere lo mejor para nosotros, todo aquello que nos llene el corazón, porque, como dice «¿Para quién soy?»: «Señor tú solo sabes lo que de verdad me hace feliz».
Artículo elaborado por Camila Sirolli.
HERMOSA CANCIÓN.LA HE TRABAJADO EN EL COLEGIO.