




El 19 de marzo de 2014, el Papa Francisco celebro la misa de inauguración de su pontificado. Fue una homilía muy hermosa donde el Papa habló sobre la inseparable relación entre autoridad y servicio, poniéndose a sí mismo como el primero que debía dar ejemplo de ello. El cardenal austriaco Christoph Schonborn, conmovido hasta las lágrimas por la homilía del Papa, inclinó la cabeza y susurró al oído del cardenal Timothy Dolan: «Tim, él habla como Jesús». A lo que Dolan respondió: «Chris, creo que de eso se trata su trabajo» (tomado del libro «The great Reformer» de Austin Ivereigh).
Es una anécdota divertida que nos introduce en el video. En primer lugar comienzo diciendo que el Papa no es Jesús, es un hombre pecador como lo somos todos así que no pretendo hacer ningún paralelo ingenuo ni papolátrico en este post. Sólo quiero evidenciar, valorar y agradecer a Dios -sin hacer estúpidas comparaciones ni oposiciones con pontífices anteriores- por el don del Papa Francisco y esos pequeños gestos que nos recuerdan el amor de Jesús. Cuando veo este video no puedo evitar pensar en todos los enfermos, pobres y necesitados ante los cuales Cristo se detenía para escucharlos y sanarlos; no puedo evitar pensar en la misericordia del Dios hecho hombre que enseñaba con el ejemplo y que «pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos» (Hechos 10, 38). Es Jesús quien le revela a la Iglesia y a cada uno de nosotros las prioridades en esta vida, y considero algo muy significativo que el Papa Francisco, como Vicario de Cristo, nos ayude con sus palabras y sus gestos a refrescar la memoria de Aquel que vino al mundo a servir y no a ser servido.
Cuando veo videos como estos me siento inmensamente agradecido y le pido al Señor que estos gestos remezcan el corazón de cada cristiano -empezando por el mío- y también las puertas de una Iglesia Católica deseosa de iniciar y muy próxima a desbordarse en un histórico «Año de la Misericordia».
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