

Este video es un homenaje a aquellos papás y mamás que lo han dado todo por sus hijos, que por amor a ellos han convertido el sacrificio y la entrega en normas de vida. Padres que se han postergado a sí mismos para garantizar una sola cosa: la felicidad de sus hijos.
Cuando vi este tierno video debo admitir que pensé en el testimonio de mis padres, tanto amor, entrega, sacrificio, esfuerzo ofrecidos con alegría para que podamos ser felices. Entonces me puse a pensar ¿Qué tan agradecidos somos frente a esta entrega desinteresada de nuestros padres? ¿Reconocemos ese amor que han tenido hacia nosotros, así como la pequeña niña del video? ¿Hemos sacado el tiempo para agradecerles?
Creo que la gratitud es una deuda que todos tenemos con nuestros padres y que debemos saber pagarla. Cuando Dios nos pide en el cuarto mandamiento que honremos padre y madre no nos está pidiendo que cumplamos con una obligación, sino con una necesidad: la de ser agradecidos. La de saber reconocer la nobleza y la entrega que ha llevado a nuestros padres a soportar grandes sufrimientos y sacrificios por amor a nosotros. Si quisiéramos calcular una medida para la capacidad de amar del hombre, podríamos tomar como ejemplo a los padres para verificar que la medida es un amor sin medida. Cuántos obstáculos y dificultades superadas en medio de su fragilidad y aún desafiando los propios límites por una sola razón: el amor.
Que esta sencilla reflexión nos ayude a valorar a los padres que Dios nos ha regalado. Ellos a pesar de sus defectos y dificultades han sabido entregar su vida, gastarse y desgastarse por amor a los hijos. Tengamos la valentía de agradecerles, y si es que en algún caso hemos descubierto que ellos han fallado o que no han sido consecuentes con ese amor al que están llamados, démosles gracias por la simple, pero no poco importante razón, de habernos regalado la vida. ¡Gracias papás!
«Pido para ustedes la gracia de estar siempre muy cerca de sus hijos, dejándolos crecer, pero de estar muy cercanos, ¿eh? Ellos tienen necesidad de ustedes, de su presencia, de su cercanía, de su amor. Sean para ellos como San José: custodios de su crecimiento en edad, sabiduría y gracia. Custodios de su camino, educadores. Y caminen con ellos. Y con esta cercanía serán verdaderos educadores. Gracias por todo lo que hacen por su hijos, ¡gracias!» (Papa Francisco).
0 comentarios