Rezar es lo propio del hombre. Todas las culturas tienen una forma de hablar con Dios. El Antiguo Testamento preparó la venida de Cristo y Dios quiso que muchos justos rezaran insistentemente antes de la Encarnación del Verbo. Pero solo Cristo llevó a su cumplimiento la verdadera oración del hombre. Jesucristo nos da ejemplo y nos enseña a hacer oración convirtiéndola en diálogo de hijos. Hasta el fin de los tiempos la Iglesia habrá de continuar esa oración de Cristo. 

En nuestra vida de cristianos la oración es fundamental: rezar, unidos a Jesucristo, que nos ha dicho: «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que quisiereis, y se os otorgará» (Jn 16,15).

Rezar: ese es el camino. Nos alentaba San Josemaría: «¿Qué han hecho los santos? No creo que haya un solo santo sin oración, ni uno solo en los altares, que no haya sido alma de oración». La oración es el fundamento de toda labor sobrenatural y por eso también pieza clave en nuestro plan de vida espiritual.

3 modos especiales de vivir la oración

La tradición cristiana ha conservado tres modos principales de expresar y vivir la oración: la oración vocal, la meditación y la oración contemplativa. Su rasgo común es el recogimiento del corazón.

La primera es la oración vocal: —¡Señor, enséñanos a orar!— Y el Señor respondió: «Cuando os pongáis a orar, habéis de decir: «Pater noster, qui es in coelis…»Padre nuestro, que estás en los cielos— ¡Cómo no hemos de tener en mucho la oración vocal!» (Camino, 84).

Luego está la meditación, que es una reflexión orante para profundizar nuestra fe, convertir el corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. Es decir, para seguir a Cristo debemos llegar a ser almas de oración, y para esto hemos de dedicar algún rato diario a la oración mental, con tiempo y hora fijos. 

Dice San Josemaría: «Meditar es considerar, contemplar que Dios es tu Padre, y tú, su hijo, necesitado de ayuda; y después darle gracias por lo que ya te ha concedido y por todo lo que te dará» (Surco, 661).

Si cultivamos con constancia la oración mental, irá formándose en el corazón una fuente de la que manará agua espontáneamente en medio de las ocupaciones de cada día: «La oración contemplativa, una mirada sencilla a Dios en el silencio y el amor».

¿Cómo hacer la oración mental?

Cada uno tiene su propia forma de hacer oración, es como la forma de hablar, siempre tiene características propias. «¿Que no sabes orar? —Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a decir: Señor, ¡que no sé hacer oración! está seguro de que has empezado a hacerla» (Camino, 90).

Algunos tips que ayudarán a hacerla mejor:

1. Elige un buen lugar: mejor frente al Santísimo, pero vale también la habitación, recordando lo que recoge el Evangelio de Mateo: «Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará».

2. Tiempo fijo: se puede empezar con cinco minutos, pero tiene que crecer. Lo ideal es llegar a 30 minutos por la mañana y 30 minutos por la tarde.

3. Procura hacerla todos los días: fundamental la constancia diaria.

Si quieres escuchar una meditación sobre la oración puedes hacerlo dando click aquí. 

Este artículo es parte de la serie plan de 10 Min con Jesús América Latina. Para ver más material sobre la serie puedes seguirnos en Instagram o Facebook.