

Lo que los ojos no ven es un video publicitario que salio hace unos meses, hecho por una compañía de cámaras de seguridad llamada Vizer. En un rápido y corto resumen, trata de un mendigo que día tras días amanece en la puerta del negocio de un hombre. Éste, al ver que es una persona pobre y desarreglada, incluso pudiendo pasar como un loco, lo echa una y otra vez usando la violencia: lo grita, lo patea, le echa baldes de agua y lo bota con la escoba. Un día el dueño abre el negocio y se da con la sorpresa que el mendigo ya no está. Extrañado ante esta situación, decide revisar las cámaras de seguridad y descubre aquello que sus ojos no pudieron ver por dejarse llevar por las apariencias: el mendigo siempre estaba ahí porque protegía y cuidaba su negocio.
Situaciones como estas vivimos todos los días con las personas que tenemos a nuestro alrededor: familia, amigos, conocidos o incluso desconocidos. Estamos mal acostumbrados a relacionarnos y a aproximarnos a la realidad a través de una lectura muy reducida del ser humano, según nuestros criterios, encasillando a las personas según lo que ellas a “nos transmiten” por medio de las apariencias, “la imagen que dan”, por cómo están vestidos o cómo se comportan, por lo que publican o no publican en las redes sociales, etc. Nos dejamos llevar por los prejuicios que tenemos formados y emitimos juicios que pueden ser equivocados, por quedarnos con la primera impresión de cómo creíamos que esa persona era. Creemos que lo que se ve es y no vemos más allá de lo evidente.
El video nos enseña que nunca debemos dejar de lado lo que está al interior de las personas y lo que verdaderamente las hace ser quienes son. No olvidarnos de su corazón, viendo más allá de lo evidente. El hecho de que podamos ver algunas caracteristicas de la otra persona no significa que la conozcamos. Debemos tomar en cuenta sus miedos, fragilidades, intenciones, historia personal, sufrimientos, pensamientos, sentimientos, emociones, sueños, anhelos… conocer su mundo interior, y cuestionarnos el porqué de las cosas: ¿por qué actúa de determinada manera?
Cada vida humana es un misterio difícil de revelar. Nos urge romper las formas y dejarnos sorprender por la presencia del otro. Recordemos cómo se acercaba Jesús a las personas y cómo era capaz de mirarlas más allá: sin prejuicios ni valoraciones. Además tomemos en cuenta y apliquemos una frase muy valiosa que decía el Principito, “(…)lo esencial es invisible a los ojos; solo se ve bien con el corazón”.
Preguntas para el diálogo:
¿Sé ponerme en los zapatos de esa persona?, ¿quién es realmente la persona que tengo al frente mío?, ¿conozco verdaderamente su corazón?
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