

Si entraste a leer este artículo deberías sentirte mal. ¡Mentira! Es una broma jaja. A todos nos ha pasado que tenemos una persona en el grupo que nos cae muy mal.
Quizá es por su personalidad, por algo que hizo o por algo que no hizo. Sea cual sea la causa, lo seguiremos viendo en las reuniones o en el grupo de WhatsApp de la comunidad.
Entonces, ¿qué hacemos para calmar ese deseo de que se vaya de la comunidad y no vuelva más?
1. Recuerda que Dios nos hizo diferentes
Haya pasado lo que haya pasado, tienes que entender que la otra persona es diferente a ti. Y estás en un grave error si pretendes que la otra persona, piense, reaccione y actúe, como lo harías tú.
Esa tentación la tenemos todos, la de vivir juzgando a los demás por no ser como nosotros, porque no hicieron lo que nosotros hubiésemos hecho.
Nadie niega que quizá la otra persona haya actuado de una forma errónea. Pero un gran punto de partida para convivir en armonía con las personas de nuestro entorno es quitarnos de la cabeza la idea de que todos tienen que vivir, reaccionar, sentir y pensar como nosotros lo hacemos.
Dios no nos da lo que ya tenemos, por eso, la diversidad de nuestros hermanos es un gran regalo que Dios nos manda. Pensar esto, no soluciona todo, pero es un gran punto de partida.
2. Conversar con el corazón
Esto es más difícil que rezar cientos de veces, o hacer mil sacrificios por esta persona. No hay nada más incómodo que pedirle para conversar.
Puede ser cara a cara, en un día especial, en un lugar tranquilo, sin el apuro del reloj, y con la valiente idea de querer abrirle el corazón y decirle con amor:
«Oye Juan, quiero decirte que desde que pasó esto me he sentido así… porque pienso que…». «Oye María eso que me dijiste la última vez ha provocado en mí…». «Oye Pedro me parece que esta actitud que estás teniendo con esto…me está generando…».
Esto es incómodo, nadie lo niega, es más fácil no tener estas conversaciones. Pero si realmente amas a esa persona, y quieres aplicar el cristianismo en su máxima expresión, entonces hazlo.
Dile lo que sientes para tener una conversación donde ambos corazones se encuentren, y puedan escucharse con honestidad. No hay otro camino para perdonarse verdaderamente.
Eso sí, mientras escuchas a la otra persona, haz tu mayor esfuerzo por intentar comprenderla. Olvídate de pensar argumentos para refutarlo. No vas para ganar una pelea, vas para recuperar a un hermano.
3. Dile a Dios que afine tu corazón
Cuando te acerques a Dios en la oración, dile que te afine mucho el corazón para que puedas verlo como tu hermano, para que no juzgues toda su historia a partir de solo una escena que hayas visto.
Dile a Dios que te ayude a tener los mismos sentimiento que Cristo para que puedas relacionarte desde la compasión. Para que el perdón sea el camino y que la paz sea el horizonte que evidencie que la gran apuesta de tu vida, es el camino de Jesús.
Es decir, el camino del amor. ¿Quieres demostrar que tu fe existe? Entonces muestra el amor que tienes para compartir.
4. Modo amor o modo venganza
Por último, piensa en tus intenciones. Pregúntate siempre si lo que vas a postear, comentar, decirle, o escribirle, lo estás haciendo movido por el amor, la paz, la compasión.
O si por el contrario, estás dejando que te mueva la envidia, la cólera, el odio, el orgullo o el rencor.
La oración es un espacio hermoso para ver nuestras intenciones reales detrás de las decisiones que vamos tomando en el día a día.
¡Muchísimo ánimo en todo. Dios va contigo siempre!
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