

Empecemos diciendo que el matrimonio no es fácil. El video que veremos a continuación muestra de forma muy natural y cercana, el día a día de una familia que tiene que resolver muchos problemas. Lo que me parece genial del comercial, es cómo muestran la realidad multifacética que enfrentamos. Solamente en la medida en que —empezando por el mismo matrimonio— reconocemos que la vida conlleva muchos problemas, dificultades y obstáculos, es que podemos plantearnos con realismo la actitud necesaria para afrontar la vida.
Es hermoso y muy edificante ver un matrimonio cuando celebra 25 años de fidelidad. Uno dice: ¡Qué bendición! Efectivamente, qué bendición. Pero lo que a veces se nos olvida es que esa fidelidad implicó muchas actitudes de esfuerzo, sin las cuáles hubiera sido imposible llegar a no romper el compromiso hecho uno al otro delante del altar.
Para ello quiero compartir unas actitudes positivas necesarias para la fidelidad al compromiso matrimonial luego de que veas el comercial y te sientas identificado con la rutina de algunas familias.
1. Sentido común, sí así como suena
Hay una expresión que me parece muy gráfica e incluso irónica: «A veces el sentido común es el menos común de los sentidos». En ocasiones algunas esposas o esposos se acercan a decirme: «¿Por qué no puedo tener una relación tan buena con mi pareja, así como la tengo con mis amigos?
«Siempre estamos discutiendo, hay problemas, a veces nos peleamos…». Es obvio que tendré más problemas con la persona que duermo en la misma cama, y vivo bajo el mismo techo, los 365 días del año, que con las mejores amigas que se ven cada cierto tiempo.
La vida es así. Los problemas van y vienen. Las discordias son parte de las relaciones humanas. Con naturalidad aceptemos que habrán problemas entre los esposos. Pero también soluciones, porque para eso están juntos. Se trata de —con madurez y mucho amor— conversar y llegar a la mejor solución posible.
2. Realismo, no todo es color de rosa
Dicho lo anterior, otra cosa importantísima, es tener «los pies bien puestos sobre la tierra». A veces los futuros esposos se casan pensando que el matrimonio será como un cuento de hadas, que el amor de novios siempre permanecerá.
Cualquier esposo que ya tiene años de casado, sabe que con el tiempo las cosas cambian mucho. Envejecemos, aparecen problemas de salud, quizás una enfermedad inesperada, un hijo con líos, una muerte repentina, etc. El realismo nos ayuda a mirar el matrimonio con todas las cosas hermosísimas y maravillosas que tiene.
Creo firmemente que es una de las cosas más hermosas que Dios ha creado. Pero la realidad es que siempre surgen obstáculos —más o menos difíciles— que hay que afrontar. Desde arreglar la refrigeradora, hasta un diálogo serio —por ejemplo— sobre un hijo drogadicto.
Cuando uno se casa, no sabe lo que se viene en el futuro. Lo que sí sabe es que existe el amor mutuo, y eso es garantía de poder enfrentar las dificultades que vengan, si lo enfrentan de manera madura y cristiana.
3. Sentido del humor dentro del matrimonio
Este ingrediente es fundamental, es cierto que debemos luchar con todas nuestras fuerzas para mantener el vínculo y compromiso matrimonial. Pero si eso se convierte en una carga que solo podrían cargar Superman y la Mujer Maravilla, entonces no existirían matrimonios.
Los problemas están y siempre aparecerán. Es muy importante mantener una distancia prudente del problema para verlo con objetividad. Reírse de lo que pueda pasar en la relación conyugal. Exige humildad y sencillez. No pensar que este o aquel reto nunca podría pasarnos a nosotros.
Si reconocemos nuestras fragilidades, entonces aceptamos que nos puede pasar «de todo». Pidamos ayuda a Dios y «pa’ delante». No es el fin del mundo, a veces una sonrisa puede mejorarlo todo.
4. Mucha alegría en el matrimonio, mucha
Este es el último condimento que quiero agregar. Sin alegría no se puede vivir. Es como la gasolina para un carro. Una persona sumida en la tristeza, que cree que sus problemas nunca se solucionarán… efectivamente, nunca se solucionarán si no pone de su parte.
¡Ojo! No estoy haciendo referencia a problemas psicológicos o psiquiátricos. Eso sería otro tema muy distinto. Si realmente somos cristianos, la alegría debe ser algo que brilla en el matrimonio. No estoy diciendo, absolutamente de ninguna manera, que no haya problemas. Pero cuando uno se encuentra con Cristo, y recibe su amor en el corazón, es imposible no alegrarse.
El matrimonio que tiene a Cristo en su vida, más allá de los baches en el camino, siempre podrá compartir la alegría de la vida cristiana.
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