muerte reina isabel

Ayer nos conmovió la noticia de la muerte de la Reina Isabel. La mujer que estrechó la mano a cuatro Pontífices (Juan XXIII, san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco) y numerosas celebridades. Vivió el inicio y término de la II Guerra Mundial y la Guerra Fría. Vio al hombre llegar a la luna y al mundo entero cambiar. Como la describieron en otros medios, ella fue «una constante en un tiempo cambiante».

Una persona con luces y sombras, que despertó críticas y también elogios. Pero, más allá de los pasajes polémicos que se mencionan alrededor de su nombre, hay virtudes que no podemos dejar de destacar. ¿Por qué? Porque también son lecciones para todos nosotros, los católicos que también podemos vivir en una vida alejada de palacios y ceremonias monárquicas.

¡Te cuento algunas de ellas!

1. Firmeza y liderazgo

muerte reina Isabel
Fuente: Wikimedia Commons

La reina Isabel subió al trono con apenas 27 años. Sería una carga pesada para cualquiera, pues además de los privilegios implica renuncias.

Sin embargo, supo asumir esa responsabilidad con temple, dignidad, elegancia… con firmeza. ¿No suena a algo que todos podemos imitar en la vida cotidiana? Liderazgo no es sinónimo de una posición de poder.

Padres y madres pueden ejercer liderazgo dando un buen ejemplo. Compañeros de trabajo pueden ser líderes cuando se convierten en figuras positivas que apoyan a sus compañeros. Amigos lo son cuando manifiestan un buen ejemplo y “tiran para arriba” a sus seres queridos.

No tengamos miedo a la palabra “liderazgo”, aunque suene muy grande. Es, de alguna manera, lo que Dios nos pide cada día, cuando nos invita a poner a Cristo encima de todas las realidades terrenas… con nuestro ejemplo.

2. Un gran sentido del deber

Fuente: The Royal Family, royal.uk

De manera continua a lo anterior, vimos a la reina Isabel asumir sus obligaciones hasta en momentos críticos. Sin importar las dificultades del entorno, más allá de las dificultades familiares.

No vayamos muy lejos en el tiempo: días antes de su muerte, la reina Isabel seguía cumpliendo sus deberes que su posición le exigían.

Es necesario que tomemos en serio la vida, es necesario que asumamos con entereza los compromisos que se nos presentan. No tienen que ser grandes, rimbombantes, deslumbrantes. No estamos y quizás no estaremos cumpliendo deberes en un trono.

Nuestros deberes están en lo cotidiano. En lo pequeño. En levantar a tiempo para llegar al trabajo a la hora que se nos exige. A dar cuentas de lo que se nos pide. A llegar a la hora en que hemos marcado una reunión. Entregar una tarea puntualmente y con la calidad que se espera de ella. A dejar el hogar en condiciones.

¿Crees que suena muy simple? ¡Lo es! Pero eso no significa que sea fácil. Por eso, tiene un gran valor: porque aunque cuesta, lo hacemos con amor.

3. Responsabilidad para con su pueblo

Fuente: The Royal Family, royal.uk

En el vaivén del tiempo, con sus respectivas dificultades, antes de su muerte la reina Isabel procuró atender al pueblo. Velar por los intereses de quienes tenía a su cargo.

Quizás no seas el rey o presidente, ministra o senadora, o quien sea de una gran nación. Pero hay personas que te necesitan. Hay muchas personas, quizás más de las que sepamos, que nos necesitan.

Digo “quizás más de las que sepamos” porque conocemos a nuestros seres queridos y cercanos, pero hay muchas otras personas que, por la comunión de los santos, dependen de nosotros.

Más allá de las dificultades – o precisamente a través de esas dificultades santificadas – podemos ser de gran ayuda para mucha, mucha gente.

4. El tiempo pasa para todos

Fuente: Vatican News

Al enterarse de la muerte de la reina Isabel, el Papa Francisco envió sus condolencias:

“Me uno de buen grado a todos los que lloran su pérdida – escribe el Pontífice – para rezar por el eterno descanso de la difunta Reina, y para rendir homenaje a su vida de servicio incansable al bien de la Nación y de la Commonwealth, a su ejemplo de devoción al deber, a su testimonio inquebrantable de fe en Jesucristo y a su firme esperanza en sus promesas”.

Podemos procurar ser líderes positivos, cumplir el deber y realizar buenas obras. Pero lo más importante es recordar por qué lo hacemos; todo lo bueno que hacemos –  o procuramos hacerlo – porque somos depositarios de una promesa: el Cielo.

Recordemos que el tiempo pasa para todos. Podemos tener mucho tiempo – como los 96 años de vida de la monarca – o podemos tener menos (o mucho menos). ¿Cómo lo aprovechamos?

¿Cómo lo aprovechas?