miss nepal

El 18 de noviembre de se llevó a cabo el certamen de Belleza Miss Universo, realizando la sesión N°72 en El Salvador. Esta es una edición especial porque, por primera vez, vemos a una mujer que no tiene un cuerpo como hemos estado acostumbrados a ver. Ella es la concursante Miss Nepal: Jane Dipika Garrett.

Con su participación, Jane ha roto los prototipos en cuanto a medidas y tallas asociados erróneamente a la belleza física de las mujeres, exponiendo con su participación, no solo valentía o inclusión, sino también la reafirmación de que todas las mujeres somos distintas, únicas y bellas.

¿Quién es «Miss Nepal»?

El concurso ha querido irse adaptando a las nuevas realidades en busca de estar más acorde a las nuevas ideas de belleza que se tienen hoy por hoy. Actualmente, pueden participar mujeres que sean casadas, con hijos y tallas Plus, este es el caso de Jane Garrett, concursante de Nepal y primera aspirante de grandes curvas dentro de la historia de Miss Universo.

Jane tiene 22 años, es enfermera y según como ella misma tiene en sus redes sociales, es promotora de la salud mental y el movimiento «Body positive», que fomenta la aceptación del cuerpo en todos los tamaños, buscando que todas las mujeres se sientan cómodas y plácidas en sus cuerpos como algo valioso y funcionalmente maravilloso.

El objetivo de Jane es precisamente promover la aceptación del cuerpo con todas sus curvas y tamaños. Ella se considera una mujer «decidida, resiliente y genuina, que abraza su verdadera esencia y naturaleza sin miedo».

Esto es un mensaje poderoso en estos tiempos, mucho más para todas las nuevas generaciones de mujeres jóvenes, donde el estereotipo por llegar a cumplir el estándar del momento cambia al ritmo que pasan las imágenes en redes sociales, logrando que las chicas se confundan desde tan temprana edad, en su propia autopercepción.

En las diferencias está nuestra verdadera riqueza

La dignidad es ese derecho inherente y propio de cada ser humano de ser respetado y valorado, con capacidad de razonar y de vivir en libertad. Jesús en su vida pública nos demostró cómo persiguió por restablecer a todos la dignidad, demostrándonos que todos somos personas dignas de merecer amor y respeto, más allá de nuestras diferencias.

Él, más que ninguno, respetaba y amaba las diferencias entre nosotros. Nuestro Padre Celestial nos ha dado un sinnúmero de talentos y habilidades distintas a cada uno de nosotros. No existe ninguna persona igual a ti o a mí. Dios nos ha hecho únicos e irrepetibles, con distintos talentos para ponerlos al servicio propio, pero sobre todo, al servicio de la sociedad.

Él desea que asumamos la vida con nuestras habilidades y talentos, anunciando con fuerza el amor de Dios. Para ello, debemos perseverar para lograr la dignidad en todas las personas, como la bandera que nos representa.

De igual forma, Jesús nos enseña que no es su deseo que escondamos y enterremos nuestros talentos por miedo. O que los guardemos únicamente para nuestro propio bien.

¡Él necesita de nosotros para que su mensaje llegue a los demás! Necesita ue otros también se beneficien con nuestras habilidades, como nos muestra en la parábola en Mateo 25,14-30.

Es por esto que debemos amar nuestras diferencias, crecer como personas y fortalecernos para ser mejores. Debemos hacerlo a ejemplo de Jesús, buscando la forma de no compararnos con nadie más, porque somos magníficos y singulares.

Ya lo decía el Beato Carlo Acutis: «Todas las personas nacen como originales, pero muchas mueren como fotocopias».