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Hace un mes y poco más, el Papa Francisco dirigió estas palabras a los detenidos en una cárcel de Nápoles (Italia): «A veces sucede el que uno se siente desilusionado, descorazonado, abandonado por todos: ¡pero Dios no se olvida de sus hijos, no los abandona nunca! (…) También en medio de tantos problemas, también los graves, no perdamos nuestra esperanza en la infinita misericordia de Dios y en su providencia» (Fuente: http://goo.gl/1dzJyq)

El Papa Francisco está conduciendo a toda la Iglesia a vivir un tiempo muy profundo de misericordia. Un signo muy lindo de este tiempo especial ha sido la construcción de duchas y de una barbería dentro del Vaticano para acoger y servir a mendigos y a personas sin hogar (más información: http://goo.gl/2wfgLA). Es ciertamente algo muy útil y muy bueno para todas las personas que se beneficiarán de este servicio pero también es un símbolo muy fuerte de cómo la Iglesia es una madre llamada acoger en su seno a los más necesitados para ofrecerles el cariño, la ternura y la misericordia de Dios. Y por más necesitados no solo hablo de los más pobres, hablo de cada uno de nosotros, necesitados de ser salvados de nuestros egoísmos, de nuestra indiferencia y de nuestro pecado. En la Iglesia, podemos estar seguros, encontraremos la misericordia de Dios, de ese padre bondadoso que no espera a que lleguemos a casa por nuestros propios medios sino que corre a nuestro encuentro y se lanza para darnos un abrazo amoroso sin importar lo sucios, tristes o desalentados que nos encontremos.

Ojalá les haya gustado este capítulo de la serie. Nos encantaría recibir sus comentarios para ver en qué cosas podemos mejorar y qué cosas les han ayudado especialmente. Para todos los que puedan, los invitamos a ayudarnos a financiar con lo poquito que puedan el tercer capítulo que ya está en marcha. Este es el enlace para realizar donativos.

Un abrazo muy grande a todos, recen por este lindo proyecto.