La canción que les comparto hoy se llama «Mi Belén», y no necesita mucha explicación para que te conmueva el corazón tanto como a mí. La música, y principalmente la letra es sencilla, hermosa y con una profundidad que llama la atención.

Me arriesgo a decir que esta canción expresa de alguna manera la sencillez y humildad de la Virgen María en su actitud de docilidad para decirle Fiat al anuncio del Arcángel Gabriel.

El sí de María

Es un gran misterio para el hombre comprender la razón por la que Dios elige a esta doncella de Nazaret para ser la Madre del Salvador. Pero hay un elemento que la Virgen María no deja pasar desapercibido en su hermoso canto del Magnificat (Lucas 1, 5-55), y es la razón por la que se convierte en la Madre del Mesías: ¡su humildad!

«Mi Belén» empieza hablando de cómo María, a través de su Fiat (sí) generoso, permite la Encarnación del Verbo de Dios en su seno virginal. Lo siguiente que rescata es la actitud espiritual fundamental —que nos la enseña la Virgen en distintos pasajes— de guardar y meditar en el corazón, las distintas actitudes de su Hijo, el Niño Jesús, cuyo nacimiento estamos a punto de celebrar.

Nuestro corazón debe ser tan humilde como el Portal de Belén

Ese es el mensaje y petición principal de la letra: que nuestro corazón sea «frío y sencillo» como el portal, donde nació el Hijo de Dios. Dos realidades que podrían, aparentemente, no coincidir con la llegada del Rey de reyes, del Hijo de Dios.

Incluso, podrían ser mal comprendidas (pero a los ojos del mundo). Justamente, esta es la actitud de humildad que nos enseña la Virgen, y que permite recibir en el corazón al Hijo de Dios. ¿Tu corazón ya está listo para recibir al Niño Jesús?

En la medida que avanza el canto, y el corazón se ablanda con la dulzura y suavidad del tono de voz de Teté, así como la melodía tan amorosa del teclado, de la guitarra y el violín, entendemos que lo increíble e impresionante de ese momento inédito en la historia de la humanidad es el nacimiento del Hijo de Dios, que había de marcar un antes y un después en la historia universal.

¿Por qué frío y sencillo?

Recordemos que ese portal de Belén es un establo, había solo un burro y un buey, hacía frío y no había más que un poco de paja. Nada de lujo, nada de comodidad. Creo que la situación nos ayuda a entender: ¿qué es lo esencial?

¿Qué debe ser lo esencial para nosotros?, ¿qué es lo que realmente debemos celebrar? ¡El milagro, lo inaudito, el amor infinito, la riqueza del momento es el mismísimo nacimiento del Niño Jesús!

Sin el Niño Jesús, nuestro corazón —el Portal de Belén según la letra de la canción— es frío y sencillo. Frío, porque está petrificado por culpa del pecado. Seguramente, el establo era una gruta, donde la Familia de Nazaret se ubicaba al fondo. ¡Nuestra vida sin ese Niño no tiene calor, no tiene amor!

Sencillo, porque así debemos acoger al Niño Jesús. Los sabios y entendidos de este mundo no pueden comprender ese misterio insondable. Esforcémonos por tener un corazón sencillo, que se admira y maravilla con el Nacimiento del Hijo de Dios.

¡Estad alegres!

Finalmente, compartamos la alegría radiante del nacimiento del Hijo de Dios. Como José, María, y los pastorcitos, vivamos alegres, pues ha nacido entre nosotros el Salvador.

Ya no hay lugar para la tristeza o la desesperanza. Ya nadie puede estar solo, ni sentirse inseguro… Dios se ha hecho uno como nosotros, para elevarnos de nuestra condición pecadora, y hacernos divinos como Él.